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Viernes, 19 de noviembre de 2004

EL MEGáFONO

Amiga, compañera, mujer

Por Silvia Díaz *

Con este texto queremos invitarla a una reflexión: somos parte de una Iglesia, la cristiana, católica, romana. Nuestra fe es fiel y sigue las orientaciones de esa Iglesia. Las mujeres constituimos la inmensa mayoría de fieles practicantes de esta religión. Sin embargo, esa Iglesia ha ejercido muchas veces a lo largo de siglos, y sigue haciéndolo, violencia de diferente tipo contra la mujer. Veamos algunos ejemplos. María de Magdala, la amiga de Jesús y líder de su movimiento, ha sido convertida en una prostituta que llora su arrepentimiento, sin que existan bases evangélicas para ello. Muchas mujeres fueron quemadas como brujas y perseguidas por la Inquisición. Juana de Arco y Margarita Porete fueron reivindicadas después, cuando ya habían vivido su martirio y perdido su honra. Sor Juana Inés de la Cruz, en México, fue perseguida, calumniada y obligada a considerarse pecadora. Muchísimas mujeres han sido atormentadas en su conciencia, desde el confesionario.
A pesar de que en la práctica somos mayoría, no tenemos poder de decisión sobre las políticas eclesiales y pastorales. No tenemos voz en las liturgias, ni en las predicaciones. Somos excluidas del sacerdocio.
Y más recientemente el Vaticano ha publicado el documento Carta a los Obispos, Sobre la Colaboración del Hombre y la Mujer en la Iglesia y en el Mundo, en el que se afirma que la mujer existe por razón del varón y supeditada a él, y se nos niega el derecho a reclamar una real igualdad sagrada en las representaciones y concepciones de la divinidad. Es un documento en el que se nos recluye de nuevo en la casa y la familia, negándonos el derecho a reivindicar igualdad de oportunidades en la sociedad y en la Iglesia. Queremos invitarlas a tomar conciencia de que somos Iglesia, y como en cualquier institución y sociedad tenemos derecho a participar y a ser reconocidas como sujetas activas, y por lo mismo a tomar parte en la organización y en la toma de decisiones en igualdad de condiciones que el varón. Si las mujeres no fuéramos a los templos, no animáramos la liturgia, no asumiéramos la catequesis... lo sacerdotes se verían en apuros para presidir liturgias y celebrar eucaristías. En realidad, en la Iglesia Católica no se nos respeta y se proyecta una imagen distorsionada de la comunidad humana que Dios creó a su imagen y semejanza.
Es por todo esto que queremos invitarlas a que el fin de semana del 27 y 28 de noviembre no vayamos a misa, ni a los templos para la catequesis, ni para nada. Con ello queremos protestar por ese trato desigual e injusto, queremos denunciar la violencia que contra nosotras se ejerce y queremos hacer pensar a los dirigentes eclesiales sobre nuestra importancia en la práctica religiosa y eclesial.

* Campaña Mundial de denuncia de la violencia contra la mujer en la Iglesia Católica y en las iglesias.

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