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Viernes, 26 de enero de 2007

CONAMURI

La amenaza del desarraigo

La Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Trabajadoras, Rurales e Indígenas del Paraguay (Conamuri) fue fundada el 15 de octubre de 1999 por mujeres de distintas organizaciones y movimientos campesinos e indígenas del Paraguay. Se enfrentan a los grandes terratenientes y el Estado para luchar por la reforma agraria y el no uso de agrotóxicos y desarrollan emprendimientos productivos para garantizar la subsistencia diaria. Otra de las luchas centrales de la Conamuri es la de resistir a los desalojos. Muchas de las mujeres que participan en este movimiento viven en comunidades que fueron o aún son asentamientos. Hoy esta coordinación tiene alcance nacional y está compuesta por mujeres de 23 organizaciones rurales e indígenas de 11 departamentos del país, y forma parte de la red Vía Campesina.

A mediados de noviembre, en Asunción, las mujeres trabajadoras, campesinas e indígenas de la Conamuri reunidas en el Foro de la Semilla, con el lema “Por tierra, soberanía alimentaria e igualdad”, denunciaron en su manifiesto “la situación de desigualdad y exclusión en el acceso a la tierra, que golpea a las mujeres campesinas e indígenas y sus comunidades, bajo la indiferencia del gobierno, llevándonos a sobrevivir en condiciones de explotación y desarraigo, en empleos precarios o la migración forzada”. Asimismo, se opusieron a “la postergación de una reforma agraria integral que constituye una amenaza directa para la vida de las mujeres y sus familias, lo que se traduce en una forma de violencia porque hace que las mujeres vivamos en la desigualdad, como esclavas en otros países y en nuestro propio país”.

Estas campesinas volvieron a denunciar que “el uso de agrotóxicos y transgénicos envenena nuestro tekoha (hábitat), la tierra, el agua y el aire que respiramos, destruye las semillas nativas, nuestros territorios y la biodiversidad en general, y constituye no sólo una amenaza constante para nuestra salud y soberanía alimentaria sino también un atropello a nuestra identidad, cultura y formas de vivir”.

A su vez, las mujeres de la Conamuri sostienen que las mujeres y niñas indígenas al ver destruidos sus tekoha dejan sus comunidades en busca de trabajo y van a vivir a las orillas de las ciudades “quedando expuestas al peligro de la mendicidad, explotación sexual, prostitución y otras formas de violencia o esclavitud. Esta situación no sólo expulsa a los pueblos indígenas de su territorio sino que constituye etnocidio, pues destruye su identidad misma y humilla su dignidad humana y avasalla nuestros derechos de pueblos originarios”.

Entre los acuerdos del foro, la Conamuri reivindica su “derecho a la tierra, cuya negación sistemática por el Estado nos condena a la explotación, a vivir como esclavas e incluso a la muerte”. Asimismo, argumentan que la semilla es un “patrimonio inalienable de los pueblos al servicio de la humanidad, y fuente de sustento y soberanía alimentaria, identidad y preservación de nuestra cultura, dignidad y formas de vivir como mujeres trabajadoras urbanas, campesinas e indígenas”.

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