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Viernes, 25 de febrero de 2011

CIENCIA PARA MUJERES

Un ideal democrático que sigue siendo necesario impulsar

 Por Ines Dussel *

A pesar de décadas de lucha feminista, las disciplinas científicas y matemáticas todavía siguen siendo problemáticas en la escolaridad de las mujeres. El cálculo, la experimentación, el procedimiento científico con sus pasos metódicos, aparecen en el imaginario de muchas chicas –pero seguramente también en el de sus maestras y profesoras– como prácticas masculinas que no pueden ser apropiadas.

Frente a esta situación, algunas educadoras organizan espacios exclusivos para las chicas para que puedan construir una confianza para expresar sus ideas e hipótesis. Un ejemplo interesante y actual es la propuesta de “Zoey’s Room”, un sitio web dedicado a la enseñanza de la ciencia, la tecnología y la matemática, que sobre la base de un dibujo animado propone actividades y foros de debate destinados a las chicas.

La discriminación de las mujeres en las disciplinas científicas parece venir desde siempre. Sin embargo, algunos estudios históricos muestran que la situación no era tan mala a principios del siglo XIX y que empeoró con la expansión de los sistemas educativos nacionales. La investigadora Kim Tolley, autora de Science Education for Girls, señala que hasta fines del siglo XIX las instituciones educativas para mujeres ofrecían cursos de astronomía, física (se llamaba filosofía natural), biología (se llamaba historia natural, en contraposición a la historia sagrada) y química y lo hacían en mayor medida que las instituciones dirigidas a varones que estaban más concentrados en las disciplinas literarias e históricas que se consideraban claves para su rol político.

La situación cambió con la masificación del sistema y con la construcción de otros modelos de femineidad y masculinidad ya no sólo para una elite ilustrada sino para las clases medias y bajas. Por eso, en tanto, creció el prestigio y centralidad de la física y las ciencias naturales en la jerarquía de conocimientos, las ciencias se fueron convirtiendo en dominios cada vez más masculinos.

En la Argentina, Sarmiento y la generación del ‘80 hicieron mucho para ampliar la escolaridad de las mujeres e incorporar maestras, pero la jerarquía de saberes fue patriarcal y excluyente. Hoy la participación de las mujeres en las carreras científicas universitarias es cada vez más importante, y, en algunos casos, iguala a la de los hombres; hay quienes vinculan este dato a una precarización creciente del trabajo científico y a que, en este momento, no es competitivo ni en salarios ni en prestigio con otras profesiones más redituables. También hay que señalar que esa igualdad a nivel universitario no se sostiene cuando se asciende a cargos de más jerarquía en el sistema de investigación o de dirección de proyectos que siguen teniendo amplia mayoría masculina.

Hasta donde sabemos, las mujeres suelen ser más exitosas en su escolaridad en nuestro país porque los varones se identifican más con modelos transgresores y antiescolares. Pero, en las clases de matemática, ellos suelen animarse más a tomar la palabra, a proponer hipótesis con menos miedo a equivocarse y a ocupar el espacio público de pleno derecho, cosa que muchas mujeres todavía no hacen.

Por eso, hay que desarrollar pedagogías que sean sensibles a las diferencias, que se preocupen especialmente porque todos y todas tomen las palabras, pero, sobre todo, las chicas, que tienen que convencerse de que pueden aprender, que la ciencia es apasionante y que la aventura del conocimiento está abierta a cualquiera que quiera encararla.

* Directora educativa de Sangari Argentina.

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