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Lunes, 23 de agosto de 2004

FúTBOL

Cuando el fútbol da derechos

Aquel episodio mediático de Boca-Real Madrid, cuando Canal 7 transmitió la Intercontinental sin poseer los derechos televisivos, defendiendo el derecho de los hinchas a ver el partido sin pagar por ello, alcanzó los estrados judiciales.

Por Gustavo Veiga

Se trata de un conflicto entre derechos contrapuestos. Los que Cablevisión sostiene que le asisten por haber pagado 1.068.687 dólares para televisar y comercializar aquella recordada final que Boca le ganó al Real Madrid el 28 de noviembre de 2000 y los que, uno de sus demandados, el periodista Víctor Hugo Morales, reivindica desde siempre: aquellos que parecen más intangibles y le pertenecen a la gente, como ver fútbol por TV sin tener que abonar por ello. Esta situación, de alguna manera, quedará reflejada en un juicio que la empresa operadora de cable decidió iniciarles al conductor del programa Desayuno y relator deportivo, a Canal 7 y al productor de aquel espacio televisivo, Eduardo Metzger. La demanda se promovió exactamente tres años después, el 28 de noviembre de 2003, ante el Juzgado Comercial Nº 11, a cargo del doctor Miguel Bargalló, y tiene el número de expediente 75490/03, del que Líbero pudo conocer ciertos detalles.
Cablevisión pretende que se condene a “ATC SA (en liquidación) –así reza en la demanda–, Morales y Metzger...” a pagar la suma de 472 mil pesos, más los intereses y las costas del proceso, por “los daños y perjuicios que los demandados le han causado, como consecuencia de la violación de los derechos exclusivos para la transmisión del partido de fútbol...” que se disputó en Tokio y que consagró campeón mundial al equipo conducido por Carlos Bianchi. La empresa, una de las dos que, junto a Multicanal, domina el mercado de la televisión por cable, se sintió damnificada porque Desayuno, en aquella mañana de noviembre del 2000, emitió al aire imágenes de la final cuando no le había abonado derechos comerciales.
La demandante basa su pretensión indemnizatoria en que el 13 de octubre de 2000 le adquirió los derechos exclusivos del partido a la Comisión Directiva de Boca para transmitirlo “por radio, televisión abierta, cerrada (paga o no) y de cualquier otro medio o soporte audiovisual...” (ver aparte). Así, luego acordó “la transmisión por circuito cerrado con varios cableoperadores del interior del país, y cedió los derechos de televisación por canal abierto y en diferido a favor de América TV (Canal 2), que tenía la exclusividad para tal tipo de transmisión para Capital Federal y Gran Buenos Aires”.
En el relato de los hechos, Cablevisión sostiene ante el juez Bargalló que “la trascendencia del partido era evidente a punto tal que ATC, mediante carta oferta del 24 de noviembre de 2000 (...), ofreció abonar la suma de 370 mil pesos más IVA y la cesión de publicidad por valor de 472 mil pesos, aproximadamente, por los derechos de televisación del partido en diferido”. Esa propuesta la firmó Alberto Fidanza, por entonces gerente comercial de Canal 7, y fue retirada pocas horas antes del comienzo de la transmisión de Boca-Real Madrid. No obstante, según el operador de cable, los tres demandados dispusieron “de la propiedad ajena para su propio beneficio y a sabiendas de que no tenían derecho a ello”.
Cablevisión también argumenta en su presentación que casi todos los diarios dieron cuenta de “la infeliz decisión...” y “todos ellos, en mayor o menor medida, adoptaron una actitud crítica frente al accionar ilícito de los demandados”. Puede que haya sido más o menos así, pero no hubo unanimidades. El periodista Carlos Ulanovsky, un especialista en medios y autor del libro Paren las rotativas y coautor de otro, Días de radio, expresó en este diario que el episodio le había parecido “simpatiquísimo”.
Por su parte, Víctor Hugo formuló comentarios en aquellos días que apuntaban a una visión más política del problema: “... estamos para hacer cosas así. Para servirle alguna vez a la gente. Yo no tendría problemas en que me levanten el programa... Hicimos bien hasta por la gente que compró los derechos, porque no tienen derecho a comprar derechos y a darlos en cuentagotas...”. Este testimonio se reproduce en la demanda y habría sido emitido en el programa Competencia, que el periodista conduce por Radio Continental. Lo que llama la atención es que Cablevisión difundiera su iniciativa de acudir a la Justicia, reproducida por los medios en noviembre de 2000 (“Tenemos que hacer un juicio, que sí o sí obliga a exigir una reparación económica”), y que recién la haya concretado con precisión milimétrica exactamente tres años después de la polémica emisión.
Morales, en cambio, nunca postergó sus críticas al establishment televisivo y sabía cuáles eran los riesgos que corría –incluido un juicio como el que le está haciendo Cablevisión–, porque cuestiona este tipo de contratos desde hace casi tantos años como los que lleva relatando en la Argentina. El 21 de junio de 2000, casi cinco meses antes de la final entre Boca y Real Madrid, llevó su prédica hasta el Senado de la Nación. Allí, durante una audiencia pública de la Comisión de Comunicaciones, señaló: “Los contratos de televisión fueron pasando de mano en mano, al estilo de una cuidadosa jugada de rugby, de la AFA a Torneos, de Torneos a Enequis SA, de Enequis a Dayco Holding Limited...”.
Esta última compañía, por entonces, sólo comercializaba los derechos de televisión a empresas vinculadas con Cablevisión y Multicanal, mientras se los negaba o pedía por ellos precios irritantes a otros operadores de cable, sobre todo a los competidores del interior. En ese momento estaba en juego la emisión en vivo de los partidos que disputaba el seleccionado nacional en las Eliminatorias del Mundial 2002. Una ley, la 25.342, vigente desde el 6 de noviembre de 2000, garantiza la obligatoriedad de que los partidos de nuestra Selección se transmitan en directo por televisión abierta.
Con Boca, River y los demás clubes, por ahora, parece demasiado lejana la posibilidad de que suceda lo mismo. Aunque en instancias definitorias, como la final de una Copa del Mundo, valdría la pena discutir si a los hinchas de determinado equipo les asiste el mismo derecho. Sobre todo si no pueden pagar la cuota del cable, que en nuestro país orilla los 20 dólares mensuales.

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