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Lunes, 20 de diciembre de 2004

FúTBOL

Diez que fueron 10

Estos fueron, a criterio de Líbero, los futbolistas más destacados del medio local durante el 2004. Por calidad, por presencia, por aparición explosiva, por seguridad, por contundencia, por despliegue, por significado, la lista no alcanza para armar un equipo entero, pero no hace falta: con uno menos, saldrían campeones en cualquier torneo...

Javier Mascherano
(River)

Desde el Preolímpico de Chile se consolidó como el volante central más importante del país y se transformó en un indiscutido, tanto en River como en la Selección, con sólo 20 años. Durante el 2004 debutó en las Eliminatorias –ante Brasil en San Pablo–, ganó la medalla dorada en los Juegos Olímpicos y obtuvo el segundo puesto en la Copa América, además de mantenerse como titular en la Selección pese al cambio de técnico. La seguidilla de partidos que tuvo llevó a que decayera un poco su nivel en los últimos meses, pero igualmente siguió siendo una pieza clave en el andamiaje del equipo de Astrada.

Rodrigo Palacio
(Banfield)

Resultó una de las apariciones más explosivas del fútbol argentino. Durante el Clausura se ganó un lugar en la Primera de Banfield y llamó la atención de Boca, que se lo aseguró para junio del 2005. Sin embargo, su evolución llevó a que los dirigentes boquenses pagaran un resarcimiento de 800 mil dólares –incluye parte de una futura venta– para incorporarlo seis meses antes. Tiene gambeta, velocidad y lucidez para asistir, a lo que en el Apertura le agregó gol. La perla de su año inolvidable fue el golazo desde casi la mitad de la cancha que le convirtió a Navarro Montoya. A los 22 años se le plantea el gran desafío de llegar a Boca.

Fernando Belluschi
(Newell’s)

Uno de los jugadores clave del Newell’s campeón. Había aparecido en el Sudamericano Sub-20 de Uruguay 2003, aunque no logró continuidad ni grandes rendimientos. En el conjunto rosarino había pasado bastante inadvertido hasta que se consolidó como volante derecho en la primera parte del año y, en el Clausura, explotó definitivamente. Mucha dinámica para el ida y vuelta, buen manejo de pelota y capacidad goleadora a partir de su excelente pegada en movimiento son las características que más resaltan de un mediocampista muy moderno.

Ezequiel Lavezzi
(San Lorenzo)

Hace seis meses, el pibe rosarino, que se peleó con Jorge Griffa y abandonó las inferiores de Boca, jugaba para Estudiantes de Caseros en la B Metropolitana y sorprendía con su velocidad y sus goles. Eso despertó el interés del Genoa, que se apuró a comprarlo, y luego lo cedió a préstamo a San Lorenzo. Llegó en silencio, y de a poco fue ganando terreno hasta convertirse en titular fijo en la formación de Héctor Veira. Un golazo en el Monumental para la victoria ante River y otra gran maniobra personal para anotar uno de los cuatro tantos a Racing fueron sus dos acciones más lucidas a lo largo del certamen.

Lisandro López
(Racing)

El delantero de Racing había mostrado grandes condiciones en otros torneos, pero el gol era una cuenta pendiente, ya que sólo llevaba marcados ocho desde su debut hasta el Clausura. En el Apertura saldó esa deuda y se convirtió, con 12 tantos, en el goleador del campeonato, un hecho que ningún jugador de Racing lograba desde el brasileño Machado Da Silva en el ’69. Y eso que estuvo ocho fechas sin anotar, durante la racha negra de diez partidos sin ganar que atravesó el equipo de Avellaneda. Su repertorio incluyó goles de cabeza, como ante Boca y River; de zurda, como ante Banfield y Olimpo; de derecha, como ante Almagro y los bahienses; o de penal, como ante Colón y Lanús. Un delantero cada vez más completo que tiene destino europeo.

Rolando Zárate
(Vélez)

Fue el gran goleador del año, con 21 goles en total. Trece de ellos los marcó en el Clausura, lo que lo consagró como el máximo anotador del certamen, y los ocho restantes en el Apertura. Lo curioso es que en el último torneo se perfilaba para repetir el título de goleador, pero una lesión le restó posibilidades. Por ese motivo sólo fue titular en nueve partidos y en otros cuatro ingresó en la segunda parte, a pesar de no estar en sus mejores condiciones físicas. No obstante ello, fue una de las figuras del fútbol argentino en el año.

Justo Villar
(Newell’s)

Arribó a Rosario en una operación que pasó inadvertida. Sin embargo, el arquero de la selección paraguaya dejó su sello casi desde el primer partido. Con un estilo muy sobrio, sin demasiadas acciones espectaculares, Villar le dio la solidez necesaria al campeón del Apertura. Con sólo once goles en contra en 19 partidos, consiguió alcanzar la valla menos vencida del campeonato, algo vital en el logro de Newell’s, que en ofensiva apenas anotó 22 tantos. Sin dudas, con sus actuaciones ratificó que fue el mejor arquero del campeonato y, para muchos, el mejor jugador del Apertura.

José Sosa
(Estudiantes)

Había exhibido condiciones interesantes el año pasado, pero durante el 2004 terminó de afianzarse y de demostrar que tiene cualidades para destacarse en Primera. Ya sea como enganche o como segunda punta, el jugador de Estudiantes fue uno de los mejores en su puesto y pieza clave en el equipo de Merlo, que peleó el Apertura hasta el final. Si bien marcó tres goles, pisar el área rival y resolver ante el arquero adversario es una de sus asignaturas pendientes, como tener un poco más de continuidad en su juego.

Osvaldo Miranda
(Almagro)

Es probable que en una lista de los mejores delanteros de la Argentina no figure. Sin embargo, en su debut en Primera, el atacante de Almagro sorprendió por su capacidad goleadora y por sus recursos técnicos para moverse lejos del área. Con ocho tantos, fue uno de los escoltas de Lisandro López en la tabla de goleadores. Además se dio un gusto del que muy pocos jugadores se pueden jactar: la primera vez que jugó ante River en el Monumental y ante Boca en la Bombonera les marcó un gol a cada uno, que sirvieron para ganarle al equipo de Astrada y sacar un empate ante el conjunto de Benítez.

Lucas Lobos
(Gimnasia)

Otro de los jugadores que terminaron de explotar en este 2004. Hasta ahora había mostrado habilidad y buena pegada, pero sin continuidad y peso en el desarrollo de los partidos. En el Apertura ya fue distinto. Se convirtió en el conductor del equipo y en el termómetro de lo que podía producir Gimnasia. Para una consolidación definitiva le hace falta una mayor presencia física y más injerencia en la zona de definición. Por su posición en la cancha debería tener más gol, una cualidad que todavía le falta pulir.

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