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Lunes, 30 de abril de 2007

FúTBOL › BOCA Y RACING JUGARON UN PARTIDO MUY INTERESANTE, CON VARIADOS MATICES Y MUCHAS LLEGADAS

A pesar de los penales, valió la pena

Lo ganaba Racing, Boca lo dio vuelta, sobre el cierre empató Racing y hasta pudo ganarlo. Las variantes en el marcador fueron un atractivo más en un encuentro emotivo en el que hubo dos golazos y dos penales inventados por el árbitro. El 2 a 2 final fue justo.

 Por Juan José Panno

Penal, como todos saben, es cuando se produce una infracción dentro del área, pero Gabriel Favale cobró penal (el primero de Boca) en una falta que le cometió Crosa a Palacio a un costado del área, medio metro afuera.

Penal es cuando se produce una infracción dentro del área, pero Favale cobró penal (el segundo de Boca) cuando Palacio se cayó después de un roce menor, más cerca de un soplido que un empujón, con Sosa.

Penal es toda infracción que se produce dentro del área y Favale marcó penal en el foul pequeñito que le hizo Silvestre al Piojo López, una falta que existió, pero que seguramente no hubiera cobrado sin el antecedente de los otros penales tan discutidos, como es lógico, por los jugadores de Racing.

Sin proponérselo, claro –porque se supone que los árbitros sólo quieren pasar inadvertidos–, Favale se convirtió en el personaje central de un partido caliente y entretenido que estuvo a punto de ganar (mal, ilegítimamente) Boca y que terminó empatando (bien, porque se lo merecía) Racing.

Los tres penales que cobró el árbitro (el primero lo atajó Campagnuolo, el segundo lo convirtió Palermo y el tercero lo hizo Sava) ocupan el centro de la escena y relegan a un segundo plano lo mejor que tuvo el partido: los dos primeros goles.

El de Racing empezó con un pelotazo desde el fondo, siguió con un pase de pecho de Romero para Romagnoli, la devolución larga sobre el lateral, el centro a la carrera desde el costado y el frentazo medido de Bergessio desde el borde del área que dejó haciendo vista a Caranta.

El de Boca lo concretó Riquelme, con un derechazo cruzado después de una pared en velocidad con Palermo, que devolvió muy bien con el revés del botín zurdo y lo dejó al 10 mano a mano con el arquero.

El juego tuvo la particularidad de que Boca fue dominador del campo y la pelota en casi todo el desarrollo, y a pesar de eso los dos equipos se repartieron equitativamente las situaciones de gol.

Racing, consciente de su realidad, trazó un plan sencillo: pararse bien atrás, sin desprender a los marcadores de punta, apostar a los pelotazos largos para que resuelvan Bergessio y Sava o salir rápido en contraataque en situaciones favorables.

Boca, que tiene en la cabeza la Copa Libertadores pero no resigna el torneo local, hizo lo que más sabe: ir al frente, abrir bien la cancha, darle mucho la pelota a Riquelme, explotar la velocidad de Palacio y los cabezazos de Palermo.

El primer tiempo terminó 1 a 0 porque a Racing le salió redondita la contra del gol y pudo terminar 3 a 0 porque Silvestre no garantiza seguridad, porque Boca extraña demasiado a la dupla Maidana-Díaz y encima suele dejar huecos cuando despliega, por naturaleza, su arsenal ofensivo.

Los locales lo pudieron empatar con el penal y tuvieron un cabezazo de Palermo que sacó magistralmente Campagnuolo y un par de llegadas más que pudieron dar vuelta la historia.

Todo lo que ocurrió en el arranque del segundo tiempo era previsible: Boca al ataque; el rival atrás, haciéndole el aguante a Campagnuolo. Empató Riquelme y, como era de esperar, Racing siguió metido atrás hasta que Favale inventó el segundo penal. Tiró Palermo, la pelota dio en un palo y se metió, y entonces sí el cuadro de Avellaneda empezó a salir. Con tibieza al principio, con más decisión en la medida en que Boca mostraba signos de agotamiento y Russo reservaba titulares (Riquelme le dejó su lugar a Orteman), y con todo en el final. Sava empató de penal y el mismo Sava estuvo a punto de poner el broche en la última jugada cuando metió un cabezazo que obligó a Caranta a mandarse una gran atajada. El 3 a 2 hubiera sido demasiado castigo para Boca; la chapa con el empate se encargó de poner la justicia que Favale no impartió.


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Riquelme marcó el gol del empate, pegó una pelota en el travesaño e hizo esta jugada que pudo haber sido un golazo.
Imagen: Leandro Teysseire
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