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Lunes, 30 de abril de 2007

FúTBOL › SAN LORENZO GANABA COMODAMENTE, PERO SUFRIO AL FINAL PARA VENCER A CHICAGO

Siempre hace diferencia (de un gol)

Dos golazos de tiro libre de Adrián González y un tercero de Lavezzi presagiaban fiesta. Pero la visita hizo dos tantos en seis minutos y entonces...

 Por Adrián De Benedictis

No importa que al postre le falte la frutilla, si siempre se termina con felicidad plena. Ese pensamiento suelen tener los hinchas de San Lorenzo por estos días, con su equipo instalado desde hace rato en la cima de la tabla, y ahora con una diferencia de cuatro puntos sobre su inmediato perseguidor. Es que el líder del certamen no logra entregar el lucimiento que sus seguidores querrían y sólo en aquel duelo ante Boca (que terminó 3-0) exhibió solidez para controlar el desarrollo. Ante Chicago parecía que nuevamente entregaría ayer un poco de solidez, pero algunos descuidos hicieron que alcanzara la victoria, por la mínima diferencia, mirando el reloj.

La contundencia de San Lorenzo había dominado la escena durante el primer tiempo. Una ventaja de tres goles hacía suponer que todo estaba resuelto, e incluso que la diferencia podía aumentar en cualquier momento. Sin embargo, el equipo local salió tan relajado a jugar la segunda parte, que lo que había sucedido en el estadio de Boca era un fantasma por el Bajo Flores. Un penal por una infracción de Méndez (Higuaín remató al palo y la pelota ingresó luego de rebotar en la espalda de Orión), y otra buena definición de Filomeno provocaron asombro en todo el estadio.

A esa altura había quedado muy lejos el festejo de todos los hinchas de San Lorenzo por el empate final de Racing ante Boca, su principal rival en la disputa por el título. Todavía faltaban 20 minutos para que finalizara el partido y los nervios aparecieron automáticamente. Desde ese instante, cada acercamiento de Chicago al área local era vivido con mucho dramatismo.

Pera alcanzar primero aquella tranquilidad, San Lorenzo contó con la precisión de su capitán, Adrián González, quien en dos jugadas con pelota detenida convirtió sendos goles. En el primero remató de derecha luego de que le tocaran la pelota entre dos compañeros, y la ubicó en el ángulo derecho del arco de Navarro Montoya, mientras un rival estaba parado al lado del palo. En el segundo, el defensor marcó directamente la ejecución de la falta, pero esta vez la pelota ingresó por el otro ángulo del arco. En el medio de esos dos tantos, ambos equipos se quedaron con un jugador menos, por las expulsiones de Fernández y Damonte. Los dos se tuvieron que retirar por agresión mutua.

La primera parte para San Lorenzo fue el punto máximo de la felicidad, cuando Lavezzi marcó el tercer gol. El delantero encaró por la derecha, superó a su marcador y luego definió cruzado, de zurda, para que la pelota ingresara al lado del palo más lejano del arquero.

Y después de todo eso llegaron esos 20 minutos finales. Chicago controlaba mejor la pelota y la tocaba con criterio, mientras San Lorenzo se deshacía de ella sin pudores. Otra vez González (fue titular por la lesión del defensor Bottinelli) fue el que le transmitió un poco de calma cuando casi marca el cuarto gol –el tercero personal– con otro tiro libre. Esta vez, Navarro Montoya alcanzó a tocar la pelota, que luego pegó en el travesaño. Como en el tiempo de descuento Chicago ya no tenía fuerzas para ir en busca de la hazaña, los hinchas locales sintieron ahí que el éxito no se les escapaba.

A ellos no les importó que otra vez quedara pendiente la frutilla de la torta. El festejo en continuado no les permite detenerse en un detalle, por ahora, demasiado pequeño.

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El salto de gloria de Adrián González; la resignación de Navarro Montoya tras la apertura del marcador.
Imagen: Télam
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