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Lunes, 30 de abril de 2007

FúTBOL

Aquella lista de José

En su reciente libro, Psicología del jugador de fútbol, el psicólogo Marcelo Roffé relata el momento en que José Pekerman dio a conocer la lista de los convocados para el Mundial de Alemania. Roffé, que por entonces era el especialista de los Juveniles, cuenta desde la intimidad esa reunión que tanta polémica despertó.

Llegó el día de la lista. Se habló mucho de ella. Demasiado. Se subestimó a un entrenador de la calidad de José (Pekerman), diciendo desde altas esferas que se lo iba a controlar, ya que por ahí se equivocaba y ponía jugadores de rugby en vez de jugadores de fútbol... Ridículo, ciertamente. Eso era peor que compararlo con un ex presidente lento y nefasto que tuvo nuestro país.

De los excluidos, decididos específicamente por José Pekerman en primer lugar y escuchando a Hugo Tocalli, Néstor Lorenzo y Ubaldo Fillol, sólo uno estaba jugando en el país. Decidió llamarlo y comunicárselo personalmente. Eso es ser humano, según mi criterio. Cosa que en el fútbol profesional se perdió bastante.

Como se sabía que el día lunes iban a estar los medios desde muy temprano, se citó a Germán Lux el domingo a las 21.30 en Ezeiza. Allí estaba reunido el cuerpo técnico, desde más temprano. Tocalli se retiró unos minutos antes de la reunión, acusando un malestar estomacal. Había sido decisión de José que Tocalli se quedara... pero se fue. En su reemplazo quedó Néstor Lorenzo, segundo ayudante. (Gerardo) Salorio y (Eduardo) Urtasun se retiraron, ya que José así lo quería. Al igual que Fillol, que tampoco estuvo.

En mi caso llegué a la hora señalada. La reunión José-Germán acababa de iniciarse. En esa reunión yo no tenía que estar. Además, la reunión se adelantó por la suspensión del partido de River. La idea de que estuviera el psicólogo era a modo de contención post-reunión.

Finalizó la reunión y bajó Germán. Le pregunté si quería que habláramos unos minutitos. Me dijo que no quería hablar con nadie, nos extendió la mano a Néstor Lorenzo y a mí, nos saludó educadamente y salió presuroso. Di dos pasos detrás de él y le pregunté si tenía quién lo llevase (por prevención de accidente, ya que estaba lógicamente molesto). Ahí vi que subió a un auto del lado del acompañante y me quedé tranquilo.

Fue muy dura para todos, en especial para José, esa decisión. Es, sin duda, la parte más desagradable del rol del entrenador. A Fernando Morientes, ídolo de la afición española, ni Aragonés ni nadie del cuerpo técnico le explicó nada sobre su exclusión. Se enteró por la prensa.

Passarella reconoció que en 1998 dio la lista a los medios y listo. No explicó nada.

Se dijo mucho después que Lorenzo tenía intereses por su pasado en una empresa de representación de jugadores, que el psicólogo llegó tarde a la reunión y que confeccionó un informe lapidario... Goebbels, el jerarca nazi, decía: “Miente, miente, miente, que algo queda...”. En mi caso, llamé a Germán tres veces cuando fue el suicidio de su hermano, dejé dos mensajes en el contestador y una me atendió él, pero estaba durmiendo la siesta. Quedamos en hablar en otro momento. No me devolvió ningún llamado. Tampoco estaba obligado a hacerlo.

Mi relación con él había finalizado cuando acabó el Mundial 2001. Después de 64 años, River no tenía un jugador en la Selección. Por eso hubo tanto escándalo mediático. Para José era más fácil llevarlo, pero evaluó rendimientos. Y todos creen que Germán perdió el puesto con Ustari por cómo se dieron las cosas y la citación a la convivencia al Convento en España poco antes del Mundial, a la que Ustari no asistió ya que estaba jugando para Independiente. En realidad, el puesto lo perdió con Franco. Ustari siempre fue del gusto de José. Y Lux había sido reemplazado en la semifinal y final del Mundial Juvenil 2001 por Willy Caballero. Y en la Copa de las Confederaciones 2005 su rendimiento no satisfizo al cuerpo técnico.

José me pidió que en ese momento no saliera en los medios pese a las barbaridades que se decían. Que ya habría tiempo a futuro para aclararlo. El algo dijo en la conferencia de prensa, a modo aclaratorio, que la decisión fue enteramente futbolística. Llegó ese momento. Hay periodistas muy buenos y otros que persiguen intereses, claramente. En el año 2001 me echaron la culpa de la exclusión de Lequi y de Rivero, y en este caso de la de Lux. Una parte del periodismo debe capacitarse y entender cuál es la función del psicólogo deportivo. Y para qué está y para qué no. Se evitarían momentos como éstos. Es muy fácil cortar el hilo siempre por lo más delgado. Estuve a punto de realizar juicios por calumnias e injurias.

A los otros 20 futbolistas involucrados en el proceso que no estaban en la lista, José los llamó telefónicamente uno por uno el lunes, hasta las 17 horas, la hora D. Admirable.

El tiempo dimensionará ese acto, tan poco usual en el fútbol y tan común para José. Para imitar.

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