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Lunes, 5 de noviembre de 2007

FúTBOL › LE GANO CON AUTORIDAD A TIGRE Y SE MANTIENE ARRIBA

Lanús se recibió de candidato

Superó claramente en el juego a su rival y justificó el resultado. Sigue llevándole tres puntos de ventaja a Boca cuando faltan cuatro fechas. Independiente quedó a cuatro.

Lanús está cada vez más cerca del título de campeón. En un partido cargado de emociones, le ganó 2-1 a Tigre, otro de los pesos pesado del torneo. Al equipo de Ramón Cabrero no lo doblegó la presión, jugó con autoridad y superó a un rival dignísimo, que peleó hasta el final. Se vivió, se sufrió y se jugó como una verdadera final.

Cuando Carlos Maglio marcó el inicio del juego ya quedaban muy pocas uñas en las manos de los hinchas de Lanús. Los que estaban en la tribuna, saltaban; los de la platea, sentados bien sobre el borde de los asientos, se levantaban ante cada avance. Afuera se percibía una lógica mezcla de satisfacción con ansiedad, de entusiasmo con nerviosismo. Adentro fue pura solvencia.

Desde el arranque, Lanús salió a mostrar sus credenciales. Con una presión asfixiante de Fritzler y Pelletieri en el centro, neutralizó a Tigre y recuperó la pelota bien cerca de Islas. Así, antes del primer minuto tuvo su primera jugada clara en la que Balanco encaró, Ferrero la tocó con la mano dentro del área, pero el árbitro, que dirigió mal –no le dio dos claros penales claros al local– interpretó que había sido sin intención. Lanús era una tromba.

Tigre estaba aturdido. Veía que Graieb y Velázquez pasaban como aviones por las bandas, sin poder controlarlos. Tampoco le encontró la vuelta Cagna a la subida del chico Sebastián Blanco, quien siempre superó a Rusculleda en el duelo personal.

El gol de penal del correntino José Sand –lleva 11 partidos y metió 11 goles– puso justicia en el marcador, pero no aplacó a Lanús, que siguió atacando. El delantero de Bella Vista estuvo cerca con un cabezazo, que le tapó Islas, después Biglieri terminó con un zurdazo alto una gran jugada colectiva que unió a Valeri, a Sand y a Blanco.

El juego de Lanús era prácticamente invencible: la defensa bien coordinada, los mediocampistas manejando el ritmo del partido y los dos delanteros –uno por afuera y otro por adentro– tratando de abrir a los tres defensores de Tigre.

El único lunar en esa gran media hora inicial fue no haber aumentado la cuenta. Y lo pagó caro, con el gol de Lázzaro, en su bache natural del partido en el que mermó la presión y aflojó el ritmo.

En la segunda mitad todo volvió a teñirse de granate. Nuevamente el equipo de Cabrero salió a buscar los tres puntos y se lo llevó por delante a Tigre, que sólo inquietó a Bossio con un mano a mano en el comienzo que desperdició Ereros. Otra vez el gol fue consecuencia del juego. Esta vez llegó con un frentazo seco de Fritzler tras un preciso centro de Valeri.

Ganaba Lanús y estaba bien. Lanús era el puntero y también estaba bien. Porque jugó el partido con la actitud y la presencia de un líder. Y porque no alteró su esencia de juego por abajo y fútbol ofensivo. Por eso mira a todos desde arriba, y tachó un casillero más en el camino a su tan ansiado encuentro con la gloria.

Informe: Mariano Verrina.


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El penal de Sand que se transforma en la apertura del marcador.
Imagen: Fotobaires
 
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