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Lunes, 27 de diciembre de 2004

EL AÑO OLIMPICO: DOS DORADAS, CUATRO BRONCES

La vuelta al oro en 52 años

Por Facundo Martinez

Si se tiene en cuenta que desde los Juegos de Helsinki 1952, cuando los remeros Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero obtuvieron el oro en doble par ligero, a la Argentina se le negaba la posibilidad de llegar a lo más alto del podio, los Juegos de Atenas 2004 fueron altamente favorables para el deporte nacional. Es cierto que esta vez los mayores éxitos se consiguieron a través de deportes grupales, el fútbol y el básquet, cuya planificación y profesionalización funciona con independencia de las estructuras estatales, y que por ahí se esperaba más de algunos deportistas de elite como, por ejemplo, el nadador José Meolans en su especialidad, o los ciclistas Juan Curuchet y Walter Pérez, pero alcanza con una mirada rápida sobre el medallero para advertir el gran salto que dio el deporte argentino en los últimos cuatro años, en los que no se puede dejar de mencionar la grave crisis institucional que afectó las planificaciones deportivas, desde la 58ª posición en Sydney 2000 a la 38ª que ocupó en los últimos Juegos.
Ya desde el primer día de competencias el país entero vibró con el bronce que obtuvo la nadadora cordobesa Georgina Bardach en los 400 metros medley: hasta entonces, nunca en la historia de los Juegos la Argentina había logrado una medalla en la primera jornada. Y si el comienzo fue tan bueno, mejor iba a ser el balance final ya que, además de los dos oros, se sumaron al medallero los bronces de Las Leonas en hockey sobre césped, el de la dupla Carlos Espínola-Santiago Lange en yachting y el de la pareja del doble de tenis femenino que formaron Paola Suárez y Patricia Tarabini, quien tras la conquista anunció su retiro profesional.
También fue importante la quinta ubicación del voley masculino, que venía de sufrir una suspensión de 14 meses de la FIVB, y que cayó por 3-1 en cuartos de final ante Italia, una de las potencias de este deporte a nivel mundial; más allá de las rencillas entre las estrellas del equipo, Marcos Milinkovic y Jorge Elgueta, quienes terminaron responsabilizando al técnico Fabián Armoa por la derrota.
Quedará para lo anecdótico la posibilidad truncada, por una lesión en el codo, de la judoca Daniela Krukower de acceder a una medalla, o la desprolijidad del pesista Darío Lecman, quien en medio de las competencias abandonó la Villa Olímpica, viajó a Buenos Aires sin autorización a solucionar “problemas personales” y luego regresó a Atenas, para quedar lejos de su objetivo: traer al menos un diploma olímpico.
¿El balance? Dos medallas de oro y cuatro bronces para el deporte argentino, la mejor actuación del país desde Londres 1948 (3-3-1); una medalla menos en total que las siete obtenidas en Amsterdam 1928 (3-3-1), Berlín 1936 (2-2-3), e igual cantidad que las conseguidas en París 1924 (1-3-2) en la primera participación argentina en los Juegos Olímpicos.

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