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Lunes, 10 de marzo de 2003

FúTBOL

Los hermanos se han desunido

Por A.G.

Para Diego y Gabriel Milito el clásico de ayer era un partido especial. Después de lo que había sucedido en el Apertura, cuando Diego se desgarró a los diez minutos y a Gabriel lo expulsaron a los veinte, para los dos hermanos era el tiempo de la reivindicación. Por eso, en todo momento dejaron en claro que durante los 90 minutos no había parentesco que valiera sino las ganas de darle una mano a sus equipos y quedarse con el clásico a cualquier precio. Tanto que hasta tuvieron varios cruces, entre ellos uno en el que Diego pidió con insistencia la expulsión de Gabriel...
En el arranque, Diego apareció con mayor protagonismo. A partir de lo que insinuaba su equipo, el delantero de Racing se mostraba por los dos costados y complicaba con su habilidad. A los once minutos recibió un pase de rueda y definió con jerarquía al palo derecho de Díaz para colocar el 1-0. En cambio, también al influjo de lo que (no) producía Independiente, Gabriel lucía bastante desdibujado, sin la firmeza habitual. Tanto que a los 14 llegó la jugada en la que Diego pidió la expulsión de su hermano. Juan Manuel Torres robó una pelota en tres cuartos del campo de Independiente y se iba directo a enfrentar a Leo Díaz. Para evitar el gol, el zaguero rojo lo tomó de la camiseta desde atrás, con lo que se ganó la tarjeta amarilla. Si bien no era último hombre, ya que por el medio llegaba Franco, la sensación es que el ex defensor de Newell’s no tenía chances de llegar a cerrar. Eso, al menos, es lo que Diego le reclamó al árbitro Horacio Elizondo, que a esa altura parecía papá Jorge, tratando de calmar sus hijos. Ahí se produjo el primer cruce entre ambos, bastante poco amistoso por lo que se vio.
La actitud de Diego motivó la reacción de la hinchada de Racing. El “Militooo.../ Militooooooo...”, no tardó de bajar desde la popular visitante. Claro que la situación inversa se produjo unos minutos más tarde. Gabriel anticipó a Diego, aparentemente con un pisotón de por medio, y luego culminó la jugada en el área rival, con lo que ahora la ovación llegó desde la otra tribuna. Desesperado por la falta no cobrada, el atacante de Racing se ganó la amarilla por protestarle al árbitro, mientras le mostraba al árbitro la marca en su botín por la infracción de su hermano. La imagen rememoraba a algún picado de hace algunos años en Bernal: “Mamá, miró lo que me hizo Gaby”. Así siguieron todo el partido. A medida que transcurría el juego, Gabriel empezó a levantar su rendimiento, en tanto que Diego ya no se lucía como al comienzo. Por eso, después de noventa minutos a full, al final terminaron a mano, unidos como siempre.

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