Domingo, 20 de marzo de 2005 | Hoy
ACABA DE APARECER UNA NOTABLE INVESTIGACIóN ACERCA DE LA ENSEñANZA DE LA LITERATURA EN LA ESCUELA SECUNDARIA. ADEMáS DE LA LONGITUD DEL PERíODO INVESTIGADO (1860 A 1960), EL LIBRO DE GUSTAVO BOMBINI SE DESTACA POR RECONSTRUIR LOS ENCENDIDOS DEBATES ENTRE PARTIDARIOS Y DETRACTORES DEL BENDITO “MANUAL”.
Los arrabales de la literatura
Gustavo Bombini
Miño y Dávila
416 páginas
En esa fuente inagotable de anécdotas socarronas que es Jorge Luis Borges hay una, durante su paso por la Cátedra de Literatura inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras, que lo muestra explicando el heroísmo del Beowulf, aquel icono de la Literatura anglosajona (pariente directo de la Literatura inglesa), en términos de la valentía que ostentaban los compadritos de Buenos Aires de principios del siglo XX. Ese gesto, como el aleph (“lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe”), resume los problemas, interrogantes, debates y desafíos que la enseñanza de la Literatura viene abordando desde hace más de un siglo: Literatura de manual o Literatura en acción.
Y es el tema que el marplatense Gustavo Bombini –profesor en la Universidad de Buenos Aires y en la de La Plata– aborda en Los arrabales de la Literatura, su tesis de doctorado devenida libro, en una temática poco poblada o casi desértica, ya que no abundan, por cierto, las obras que se internen en el resbaladizo terreno de las relaciones entre Literatura y Educación. O que analicen un panorama de programas curriculares, libros de estudio y antologías que van desde la creación de los colegios nacionales –a cargo del gobierno de Bartolomé Mitre en 1863– hasta la década del ‘60 y el estallido de propuestas didácticas alternativas, bibliotecas, talleres de literatura y centros culturales que, seguramente, paliaron los efectos somníferos que solían provocar las aventuras oscilantes de un Cid Campeador a los púberes alumnos. La misma década en la que –casualmente– transcurrieron las lecciones de Borges en el antiguo edificio de Independencia.
Es un recorrido histórico, destinado a convertirse desde el vamos en material imprescindible de consulta para futuros trabajos sobre el tema, que nos pasea por las principales líneas de debate en la enseñanza de la Literatura. Y llama la atención que discusiones que parecen actuales como aquella que divide a los partidarios de un currículum de cultura general y humanista contra los que prefieren el currículum especializado y productivo, en realidad están presentes desde los orígenes del sistema de enseñanza secundaria.
Así pueden resumirse en dos las principales líneas de debate: por un lado, la de los profesores Calixto Oyuela y Enrique Quesada, y, por el otro, la de Joaquín V. González. Oyuela y Quesada inauguran la figura del literato-pedagogo y planificador, allá a mediados de la década de 1880, al fundar una tradición que, si bien va a sufrir continuos embates, tardará mucho tiempo en ser desplazada: la historiografía enciclopedista y aristocratizante que pretende el adiestramiento de repetidores y jerarquiza la literatura española, al tiempo que descree de la literatura nacional y contemporánea. Es la Biblia de esta corriente el viejo y aburrido “manual”, al que Roland Barthes define con el término museo. Con todo esto discute la reforma de Joaquín V. González (desde el Ministerio de Instrucción Pública) en los inicios del siglo XX (la época de los guapos). Su modelo busca articular la secundaria a la universidad y se opone a Oyuela-Quesada en lo didáctico y experimental, ya que prioriza las prácticas de escritura y lectura, además de incluir autores modernos y argentinos. A su vez, el sistema propuesto por Joaquín V. González es retomado por el Plan de Reformas del inspector Ernesto Nelson que, en la década del ‘10, va a criticar las difusas intermediaciones entre lector y texto. Es decir, trata de eliminar los arrabales de la literatura:antologías, manuales, libros de texto; en fin, todo lo que, más que acercar la literatura a los estudiantes, parece apartarla.
Desde ya, teniendo en cuenta que el armado de los programas educativos está directamente vinculado con los intereses políticos y culturales del gobierno de turno, Bombini hace notar que es a partir de la época del Centenario cuando el Martín Fierro pasa a ocupar un lugar privilegiado en la educación, lo cual significa un fuerte revés contra medidas anteriores que sentían fobia por aquellas deformaciones (como el lunfardo y el cocoliche) que podían contaminar la norma lingüística custodiada por la lectura de clásicos españoles.
Pero hay algo más. Los arrabales de la literatura no sólo trabaja con hipótesis y análisis sobre los programas de enseñanza literaria secundaria (lo cual no sería poca cosa): en la tercera parte del libro, Gustavo Bombini, que parece erigir un verdadero puente entre el vitalismo de la literatura y el aparente estancamiento de la escuela, incluye una serie de entrevistas a profesores jubilados, o casi, que muestran, desde otra perspectiva, las fobias, fallas, prejuicios y éxitos de los encargados de la educación. El gesto de Bombini, típico de los profesores cuyos alumnos no bostezan, puede leerse como ejemplo ilustrativo de que la teoría no es lo único que importa. Mucho menos, en materia de Educación. Muchísimo menos, tratándose de Literatura.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.