libros

Domingo, 31 de julio de 2005

Tanto amor descartable

Bauman líquido y moderno, pero un poco errático.

Por Carla Del Cueto



Amor líquido
Zygmunt Bauman
Fondo de Cultura Económica
204 páginas

Autor prolífico, Zygmunt Bauman nos ofrece en esta oportunidad una serie de reflexiones acerca de los vínculos humanos en la era de la modernidad líquida. Tanto el título del libro como su prólogo pueden llevarnos a creer que se trata de un ensayo sobre sexualidad, amor y erotismo. Sin embargo, el autor se propone tratar los vínculos desde una perspectiva más amplia. En la primera parte del libro, Bauman señala la fluidez y la falta de compromiso como las características principales de los vínculos afectivos en estos tiempos. Así como para Simmel la economía monetaria tenía sus efectos sobre las percepciones y experiencias de los individuos, para Bauman las nuevas tecnologías y la lógica del consumo influyen en el modo de unirse al otro a partir del cálculo de costos y beneficios. En efecto, la posibilidad de “conectarse” y “desconectarse” permite el desarrollo de relaciones para las que la continuidad y la recomposición son imposibles. Del mismo modo que para los trabajadores de Richard Sennett, para los amantes de Bauman (heterosexuales y europeos) también rige el lema “nada a largo plazo”. Estas tecnologías facilitan la emergencia de nuevos procesos en una sociedad individualizada líquida y moderna, ya que permiten reducir al mínimo los riesgos que implica el compromiso. “En un mundo de cambios fluidos, valores cambiantes y reglas eminentemente inestables, la reducción de los riesgos combinada con la aversión a descartar otras opciones es lo único que queda de una elección racional. Y las citas por Internet, a diferencia de las molestas negociaciones de acuerdos mutuos, cumplen a la perfección (o casi) con los requisitos de los nuevos estándares de elección racional.”

En una segunda parte, Bauman asume una mirada más general y se centra en los obstáculos de amar al prójimo en tanto no se le reconoce aquello que considera específicamente humano: la dignidad. Reflexiona sobre el Holocausto, cuya lección más horrorosa consiste en un inventario de los daños que pueden provocarse a los débiles con el objetivo de afirmar las propias fuerzas. Y luego, sobre las ciudades en las cuales el vivir juntos no conduce a una convivencia armónica sino más bien a la desconfianza hacia el extraño. Y, finalmente, sobre los refugiados, condenados a permanecer alejados de sus países de origen y sin posibilidad de ser recibidos en otras naciones, lo cual los sumerge en una profunda situación de precariedad.

El autor presenta sus reflexiones en forma de retazos a partir de proposiciones y así se inscribe en un larga tradición que se propone abordar la totalidad a partir de fragmentos. No sorprende su buena pluma. Sin embargo, ese abordaje y la intención de abarcar temas tan diversos, por momentos, parecen ir en contra de la argumentación y llevan a perder de vista el hilo conductor. En este sentido, generan cierta nostalgia textos bien articulados como Legisladores e intérpretes, del mismo autor, en donde analiza la figura del intelectual en la modernidad.

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