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Domingo, 12 de marzo de 2006

PIER PAOLO PASOLINI: EMPIRISMO HERéTICO

Bendito hereje

Un Pasolini que, al indagar en los pliegues de la literatura, el idioma y el cine, permite asomarse a su modo de pensar, que hacía de la contradicción y la dialéctica una forma única de lucidez.

 Por Mauro Libertella

Empirismo herético
Pier Paolo Pasolini
Editorial Brujas
399 páginas

Con la publicación reciente de Empirismo herético, la constelación que alguna vez empezó a diseñar Pasolini va tomando ya su forma definitiva, tapando sus últimos huecos, erigiéndose en un mundo coherente y de múltiples sentidos. El libro apareció en 1972 y de algún modo completa el volumen de ensayos de 1960 Pasión e ideología. Estamos frente a un Pasolini lúcido, de una implacable minuciosidad pero que no por eso deja escapar el gran cuadro, el conjunto, la época. En una concisa línea del prólogo, Esteban Nicotra (quien tradujo, prologó y anotó el libro con inteligencia) dice de estos ensayos: “El ensayo de Pasolini es dramático, no meramente descriptivo o científico. Su empirismo es herético, mágico, arcaico, marxista, pero superador del marxismo de su época que, como decía el propio escritor, ‘ignora el nuevo avance empírico que ha transformado el mundo’”.

Si bien todos los ensayos de este libro son importantes y están escritos con belleza, hay algunos de ellos que por su fuerza poética, por calar tan profundo en lo que piensan y por abordar problemas que prefigurarían una nueva época, se desprenden del conjunto y se abisman en las vertiginosas profundidades del ensayo definitivo. Uno de ellos es “Nuevas cuestiones lingüísticas”. Pasolini hace allí una lectura de los distintos modos que ha tenido la literatura italiana de apropiarse y transformar su lengua natal, partiendo de la base de que “en Italia no existe una verdadera lengua italiana nacional”. Y, como sucede siempre con las grandes obras, el ensayo está enraizado en su suelo pero es profundamente universal, y tal vez a muchos les sirva para pensar cuáles son los lugares por los que se mueve el idioma argentino de hoy.

Otro de los ensayos clave de Empirismo herético es “El cine de poesía”, que abre la tercera parte del volumen dedicada enteramente a pensar el séptimo arte. Allí se piensa al cine como prolongación de la vida –pensemos que Nicotra en un libro de ensayos reciente hablaba de la devoción casi sacra de Pasolini por lo real– o, mejor, como un arte que encuentra su base en el “complejo mundo de imágenes significativas” de la realidad. En “El cine de poesía” estudia al cine desde la semiología y centrifuga así ambos mundos, proyectando algunos indelebles paralelismos y construyendo el espiral en el cual uno se alimenta del otro.

Hay en el libro también una buena cantidad de ensayos que funcionan como apéndices a estas grandes reflexiones. Son como extensiones del cuerpo del ensayo, pero son también modos de leerlos, post-datas, reescrituras. Es curioso: se puede leer Empirismo herético como un relato ensayístico que empieza en la portada y termina en la última carilla. Pero también se puede, y es sin duda más interesante, leer una suerte de dialéctica interna, en donde los ensayos chocan entre sí, se contradicen, se imantan unos con otros. Y, abriendo un poco más la lente, lo mismo sucede entre las obras completas de Pasolini. Muchos han comentado las contradicciones teóricas del italiano, una aparente falta de cohesión interna. Pero hoy Empirismo herético nos vuelve a confirmar que esa lucha interna de ideas es un implacable postulado teórico y estético, y que sobre la base de aquel movimiento incesante de ideas surge una obra completa que se puede leer de tantos modos como lectores tenga, y ahí está el Pasolini más genial.

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