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Domingo, 5 de abril de 2009

El libro de los amores prohibidos

Exiliado en Alemania desde hace más de 30 años, Rafik Schami es el autor sirio más conocido del mundo. Ahora llega a la Argentina una de sus obras más admiradas y monumentales: una novela que, recuperando las 1001 noches, Macondo y Romeo y Julieta, atraviesa el siglo, las guerras y las culturas para hilvanar las mil y una formas del amor prohibido.

 Por Martín Pérez

El lado oscuro del amor
Rafik Schami

Salamandra
830 páginas

Una semana después de que sus tropas entrasen en Damasco, el alto comisionado francés invitó a los más poderosos jeques y caciques de las familias a una recepción. No faltó nadie, porque no les importaba quién mandase en su ciudad sino que su familia no quedase postergada en beneficio de otras. Pero miraron todo con recelo, principalmente el hecho de que los oficiales franceses estuviesen acompañados por sus mujeres, como si quisieran ofrecer a las damas el espectáculo de los vencidos. Cuando el alto comisionado francés, el general Goraud, le preguntó al jeque Yassin Hamdán la razón por la cual ningún árabe tocaba el vino, éste se preguntó si de verdad el general era tan ignorante. Al explicarle que estaba prohibido por el Corán, el francés –algo achispado, y a través de un intérprete– comentó que las uvas no lo estaban, y el vino proviene de ellas. La contundente respuesta del jeque sería comentada durante décadas en Damasco casi como un triunfo sobre la ocupación: “Es cierto, el vino viene de las uvas. Pero su hija también viene de su mujer. ¿Se acuesta usted por eso con su hija?”. Según explica el escritor sirio Rafik Schami en su monumental obra maestra El lado oscuro del amor, el alto comisionado estaba tan borracho que no recordó nada de lo hablado aquella noche. Pero telegrafió a París diciendo que los caciques eran favorables a Francia, ya que no mencionaban a sus muertos.

Así fue como aquel verano de 1920 comenzó el dominio francés sobre Damasco, que duraría hasta después de terminada la Segunda Guerra Mundial: un cuarto de siglo de revueltas, bandidos y luchas entre los poderosos clanes, como no se priva de señalar Schami. Semejante anécdota es apenas una de las tantas leyendas políticas y religiosas que pavimentan, con la más sabia y ramplona cotidianidad, la ruta que recorren las más de ochocientas páginas de un volumen apasionante, cuya historia central se extiende desde mucho antes y hasta mucho después de aquel dominio francés sobre Damasco. Desde fines del siglo XIX en el pueblo cristiano de Mala, donde comienza la dinastía de las familias que protagonizan su romeoyjuliesca historia de amor, hasta la huida de Siria de sus principales protagonistas a comienzos de los ‘70. Con semejante escenografía, pletórica en leyendas y realidades, reyes y súbditos, creyentes y escépticos, revoluciones y contrarrevoluciones, Schami despliega la historia de los Muschtak y los Shanin, y sus más jóvenes y rebeldes amantes, Rana y Farid.

Según cuenta el propio autor en el epílogo del volumen, el punto de partida de semejante obra descansa en un incomprensible crimen que presenció con apenas 16 años: el asesinato de una joven musulmana en manos de su propio hermano, porque había desgraciado el honor de su familia al enamorarse de un cristiano. “Entonces pensé que había que escribir una novela sobre todas las formas de amor prohibido en Arabia, y lo deseé con toda la ingenuidad de un amante”, escribe Schami, que durante más de tres décadas intentó una y otra vez escribir aquella historia. Mientras tanto escapó de Siria casi como lo hizo su Farid en 1970, y una vez instalado en Alemania adoptó el alemán como lengua para convertirse en el escritor sirio más conocido en todo el mundo, traducido a 23 idiomas. Salvo su idioma natal, algo que Schami siempre aseguró considerar como el mayor de los premios posibles, ya que semejante prohibición es fruto tanto del peor de los vicios censores de la cultura de Oriente como de la efectiva presión de la dictadura de su patria, que en medio siglo terminó de destruir todo lo que amaba de su tierra, comenzando por ese Damasco que su enorme novela celebra.

Si bien su primer éxito como escritor fue con una serie de cuentos infantiles, Schami también inició su carrera compilando la obra de exiliados como él. Y basculando entre estas dos vertientes –la sencillez de la literatura juvenil y la didáctica del relato del universo del exiliado para la cultura que lo acoge– es que se ubican sus mejores trabajos, entre los que un volumen como el que se acaba de editar en castellano –que supo ser la estrella de la feria de Frankfurt, dedicada a la cultura de Oriente, en 2004– se destaca largamente. No sólo por sus ambiciones sino también por la forma en que las alcanza, sin abandonar ninguna convicción por el camino. “No soy partidario de lo que suele llamarse novela política, pero no se puede contar una historia ambientada en uno de los peores regímenes despóticos de Oriente como si no hubiese secuestros, guerras ni campos de prisioneros”, escribe el autor. “Yo quería hablar del amor en condiciones extremas, y la política y la historia me sirven de requisitos y trasfondo de una novela sobre el amor prohibido en condiciones damascenas.” Novela de amor a Damasco, como se dijo, y narrada en breves capítulos que van construyendo un fresco enorme en base a una cotidianidad que es reconocible y al mismo tiempo terriblemente ajena para el lector occidental, El lado oscuro del amor es una fascinante revelación, un trabajo que recuerda las 1001 noches y Macondo, pero en el que todas sus leyendas se sostienen por un contundente ascetismo narrativo, que se celebra aun en los momentos más lineales, donde la historia de amor comienza a delinearse demasiado claramente. Y que se disfruta en muchos niveles, empezando por el relato oral, ese que pide siempre una noche más para seguir disfrutándolo. Tal vez por eso sea que, al llegar al final de sus 800 páginas, el lector esté tentado de repasar el comienzo. Que es el mejor elogio que se le puede llegar a hacer a un libro semejante.

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