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Domingo, 5 de abril de 2009

El principio del miedo

Ganadora del premio Casa de las Américas en 1979, esta novela de Costantini transita los meses previos al golpe de Estado de marzo del ’76 y echa luz sobre los mecanismos policiales de infiltración en los círculos culturales.

 Por Sergio Kisielewsky

De Dioses, hombrecitos y policías
Humberto Costantini

Ediciones Lea
223 páginas

De qué país da cuenta la obra de Costantini? Un lugar donde el aroma a glicinas y la candidez de la vida en un barrio quedaron en el baúl de los recuerdos. El país del ómnibus 110 que atravesaba la avenida Nazca y el chofer regordete y con las mejillas rojas hablaba con los pasajeros y daba su función diaria entre risas y espejos. El barrio era Villa Pueyrredón donde la memoria insiste en volver una y otra vez con su carga de sentidos. Humberto Costantini (Buenos Aires, 1924-1987) da cuenta de aquel país con un tono acodado en lo más sagrado del imaginario popular: la amistad, el amor, la poesía. De Dioses..., novela ganadora del Premio Casa de las Américas en 1979 es la historia del accionar represivo que vivió el país en los meses previos al golpe de Estado de marzo de 1976. Lo hace desde las reuniones que una Agrupación de poetas lleva a cabo en una casona de Villa del Parque. Apelando por momentos al humor, al tono irónico que genera el encuentro semanal de los amantes de los versos, obsesionados por leer sus trabajos en público. Costantini como una trama secreta, como un rumor subterráneo, va echando luz sobre los mecanismos policiales para infiltrar toda reunión social, para saber vida y obra de los asiduos concurrentes de las tertulias (“De acuerdo con los datos que poseemos la actividad de la célula es intensa”). En este contexto de violencia ininterrumpida el lenguaje es un bálsamo para amortiguar tanto odio, tanta paranoia en un lugar donde justamente se persiguen las palabras. Costantini logra que la vieja casona, el umbral y las magnolias de la calle Marcos Sastre generen una y otra vez presencias insustituibles.

El autor que escribió en las revistas El grillo de papel, El escarabajo de oro y Propósitos, entre otras publicaciones, deja en claro que todo verdor perecerá, pero él estará allí para narrarlo. Que aparecerán las chicas de la UMA (Unión de Mujeres Argentinas), las manifestaciones de los años ’70, las palabras revire, julepeados y el tono épico para ahuyentar tanta desgracia.

El autor, exiliado en México durante siete años, siete meses y siete días, es recordado entre poetas y escritores por su libro de poemas Cuestiones con la vida. En especial por sus poemas “Yanquis hijos de...” que fue recitado en festivales al aire libre, peñas y cumpleaños por doquier. En la novela, en cambio, el escritor arriesga lo suyo en la construcción de una gran escena de terror sin solución de continuidad. Como un mecanismo de relojería va transitando y exponiendo una pieza desgajada y reconstruyendo las partes. El lector por fortuna advierte el truco, pero no puede dejar de ver el procedimiento. La escritura atada a la pasión, los grupos de cultura de ese entonces creando un lugar de pertenencia y el amor al fin como un puñal tibio en el bloque de hielo que era aquel país dominado por el miedo y los coches sin chapa. La escritura entonces construye su propio azar, su propia música a prueba de balas.

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