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Domingo, 7 de junio de 2009

MUNDO PSI

Así se forjó el diván

En un destacable ensayo histórico, el psicoanalista Alejandro Dagfal enhebra la historia de la disciplina psi en el país con la fuerte impronta de la cultura francesa desde mediados del siglo XIX. Un relato sobre los años decisivos de la implantación de la figura del psicólogo en el país.

 Por  Alicia Plante

Tal como lo afirma Elizabeth Roudinesco en su prólogo al libro del psicoanalista Alejandro Dagfal, existen otras obras que dan cuenta de las facetas de constitución del psicoanálisis, la psiquiatría y la psicología en la Argentina. Sin embargo, el trabajo de investigación del autor representa un aporte original al tema, ya que además de la indagación exhaustiva en las diferentes etapas y sus raíces, incorpora un análisis de la manera en que el desarrollo de dichas disciplinas en Francia fue responsable de la intensa y prolífica interacción con nuestro país, un fenómeno que en realidad nunca cesó.

La periodización 1942-1966 fue elegida por razones de orden local que resultaron cruciales para la expansión de las “disciplinas psi” en la Argentina, un proceso que implicó altas dosis de conflicto con otros proyectos y otras prácticas. Mientras en 1942 Europa vivía el momento más negro de su historia, en nuestro país la psiquiatría iba a recibir sus credenciales de especialidad médica en la Universidad de Buenos Aires. Ese mismo año, A. Garma, C. Cárcamo y E. Pichon Rivière establecían la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), otro hecho fundante que significó la institucionalización del psicoanálisis en el Río de la Plata, recayendo entonces en dicha institución la responsabilidad inicial (e iniciática) de difundir el cuerpo teórico de la nueva ciencia. La notable resonancia de las nuevas ideas hizo que, muy en contra de su voluntad, la APA fuese en parte y de algún modo responsable de “la invención del psicólogo”, un profesional no médico que pretendía intervenir en la salud mental de la sociedad. Una contradicción interesante ya que, como lo destaca el autor, las autoridades de la APA bloquearon a lo largo de casi tres décadas el acceso de los psicólogos al ejercicio terapéutico independiente.

Dagfal menciona un subperíodo que abarca desde esos acontecimientos inaugurales a 1955. Según el autor, el fin del primer peronismo marca el comienzo de una renovación social y cultural vertiginosa que en 1966, con el golpe militar que derroca al presidente Illia e instala al general Onganía en el poder, alcanza un dramático punto de declinación: la Noche de los Bastones Largos marca “el fin de una edad de oro de la universidad reformista y autónoma”. En torno de esa crisis institucional, que dejaba al descubierto la necesidad de resolver las tareas políticas para poder avanzar en las prácticas intelectuales, se desencadenó la radicalización de estudiantes y docentes, enfrentados con la amarga opción de ciencia o militancia.

Dagfal avanza a través de los veinticuatro años de su indagación deteniéndose en las figuras que, a partir de posturas marxistas o neoliberales, tomaron partido por el higienismo eugenético y las políticas asilares o por el psicoanálisis freudiano, kleiniano o finalmente lacaniano. Casi todos ellos viajaban con frecuencia a París para interiorizarse de los nuevos desarrollos y para participar en diálogos científicos y encuentros personales que determinaban sus posturas y la manera de modular las luchas por el poder.

Otras fuentes teóricas que nunca impactaron en la Argentina también nutrieron las nuevas tendencias, y mientras en Europa y Estados Unidos reinaban concepciones experimentales basadas en supuestos naturalistas o neopositivistas, en nuestro país la psicología se consolidaba como una disciplina de la subjetividad.

Dagfal no ahonda en los años posteriores a 1966, pero comenta la forma en que a partir de la década del ’90, en adaptación a los nuevos mandatos del mercado, también en la Argentina comienza (sobre todo en el ámbito universitario privado) una amplia diversificación de escuelas y tendencias que incluso abandona el histórico acento en la clínica para promover el desarrollo de otros campos de acción, como la psicología educacional o laboral.

Este importante aporte de Dagfal a la comprensión de la situación actual de las “disciplinas psi” en nuestro país en función de sus antecedentes causales locales, y según los modelos franceses, muestra cómo el desarrollo y la producción de ideas y prácticas novedosas prosigue su avance en un contexto de constante expansión intelectual.

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