libros

Domingo, 10 de noviembre de 2002

RESEñAS

La poesía es una arma cargada de futuro

Mate cocido
Diana Bellessi

Grupo Editor Latinoamericano
Buenos Aires, 2002
190 págs.

por Ariel Schettini
“Así está hecha mi gente/ son de acero y son de ley” y “Segundo David Peralta, alias Mate Cosido (sic)/ Resistió fuera de ley, resistió fuera de ley” son las dos citas (respectivamente de la Mona Jiménez y de Gieco/Chumbita) que abren el último libro de Diana Bellessi y que describen de manera precisa los propósitos literarios de Mate cocido. Se trata de encontrar el lugar para hablar, o para cantar, que está al mismo tiempo fuera de la ley (como el bandido) y que al mismo tiempo es la ley (como la Mona).
Alguien podría decir que esa fórmula de la legitimidad de la voz es, justamente, lo que define a la literatura gauchesca y probablemente a toda la literatura argentina (incluidos Sarmiento, Gutiérrez y Payró). En todo caso, seguramente incluye a toda la literatura que se piensa desde lo rural y desde lo popular. Pero en todos estos ejemplos hay muy poca “literatura femenina”. Si Mate cocido es un hito en la historia de la literatura es precisamente porque es el primer libro de literatura gauchesca escrito por una mujer. Y, sobre todo, por una mujer feminista.
Ése quizá sea uno de sus hallazgos más notables, aunque no el único.
Escrito en unos versos cortos, como si se tratara de coplas, los poemas de Bellessi retornan al siglo anterior de nuestra literatura para narrar el siglo que viene, pero siempre contando un relato marginal y siempre contando un relato “colectivo”. Porque, como en la literatura gauchesca, se trata de discutir con dos leyes: la ley de los hombres (el ejército, la justicia, la policía, los indios) y las leyes de la naturaleza (la pampa, el ombú, la intemperie, el desierto).
Diana Bellessi ya había contado los debates con la naturaleza y la distante familiaridad con ella en su libro El jardín, donde trataba con ese espacio doméstico y limítrofe entre el instinto de la naturaleza y las leyes de la poda, el cantero y la institución. Mate cocido va un paso más allá, hasta los pobladores del límite y por eso está lleno de personajes, recuerdos, y “enseñanzas” como las del Viejo Vizcacha.
Diana Bellessi es conocida en el mundo literario por su voz de lectora. Una voz que busca la neutralidad del locutor de radio de los inicios de la radio o, quién sabe, el tono amanerado y extático de la maestra rural. Lo cierto es que su voz está tan ligada a los poemas como la escritura misma. Quizá sea por eso que su último libro está poblado de pájaros. Zorzales (los de la naturaleza y el del tango), mirlos, alondras y lechuzas vienen a decir que la poesía todavía no se despegó del canto, y es en la voz (en la memoria) donde todavía vive. En eso también recupera ese espíritu de los versos gauchescos que siempre trabajan el tema del canto y la poesía pensada siempre como diálogo y como socialidad: “como el ave solitaria/ con el cantar se consuela”.
Por eso este libro es una marca fundante y, al mismo tiempo que discute con toda la tradición argentina, es tan moderno. La mirada de Bellessi es una mirada penetrante que trata de buscar cuáles son las fórmulas de nuestra cultura para desenmascararlas y exhibir sus mecanismos. Toda cultura, claro, se puede reducir a una serie de fórmulas productivas que la constituyen y que nos imponen un límite de acción. Mate cocido, alejado del vicio confesional de la “poesía femenina”, tiene el poder de nombrar el límite. Para eso busca en los personajes-límite de nuestro presente: “el bolita”, “los negros”, “los militantes políticos”, “las mujerescómplices”, el “drag queen”; pero también en los que le dio la literatura: Martín Edén, un personaje de Jack London (escritor inglés y socialista), Robin Hood, Romeo y Julieta... Todos marginales y al mismo tiempo todos en estado de lucha. Porque si algo define a este libro es su busca de los espacios donde se dan las luchas.
Y todo eso con humor. No se trata de un libro de lamento por las pérdidas, ni una fetichización de la autenticidad de la pobreza (tan de moda, por otra parte), sino todo lo contrario: casi un libro feliz en el que las verdaderas identidades se reconocen en el lugar en el que se discuten: unas mujeres inglesas se desnudan para hacer dinero, dos mujeres escapan de la ley y se encuentran con la aventura, o el rufián que esclaviza inmigrantes para la industria textil o para la prostitución hace de esa cárcel su reino de infamia.
Ése es el tono del libro: maleantes y policías reunidos en una especie de fiesta dionisíaca, trágica y excesiva, pero también con momentos de alegría frívola o sorpresa del detalle ínfimo y sin valor de cambio.
Ese mundo en movimiento que muestra Mate cocido es también uno de los temas que recorre la obra de la autora. El mundo como un lugar de oportunidades, como choque azaroso de cosas que no se convienen, que generan la posibilidad del activismo, de la conciencia, de la fascinación del mundo. Si hay un modo de definir la obra de Diana Bellessi es la de una lengua que busca su oportunidad, o su momento de descubrimiento, para expresarse. Por eso sus poemas parecen hablar siempre del conflicto del presente. En fin, como en la literatura gauchesca: imposible de desatar la eternidad de la lengua, si no es iluminada por lo más inmediato, por lo más urgente, es decir, la oportunidad pensada siempre como arma política.

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