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Domingo, 29 de diciembre de 2002

RESEñAS

Por un nuevo pacto

ECONOMIA Y DERECHO
Guido I. Risso

García Alonso
Buenos Aires, 2002
160 págs.

POR JORGE PINEDO
Garantes de la impunidad de los comandos que saquean en las zonas liberadas de la sociedad demarcadas por el Poder Legislativo, los altos estratos del Poder Judicial se encargan de ahondar día a día el profundo abismo que divorcia los Tribunales de la Justicia. Amén de glotonería por el vidrio y los batracios, una de las masivas predilecciones nacionales consiste en la opinología silvestre o, como el habla vulgar lo designa, “tocar de oído”. Acaso en tan flagrante conjunción se escondan las oscuras razones que congelan los fervores populares a favor del “que se vayan todos, que no quede ni uno solo” en general y en la demanda de defenestración de la Suprema Corte de Justicia en particular.
Con una Constitución reformada hace menos de una década, el Derecho, ese último recurso con el que hipotéticamente puede la gente del común defenderse de las iniquidades del poder, permanece tanto en la invocación como en la ignorancia de todos. Factores que se multiplican cuando ese Derecho queda, liberalismo globalizante mediante, atrapado como un corpus tributario de y subsumido por la economía de mercado. Economía y Derecho (el libro) llega, precisamente, a arrojar algunas líneas de salvamento a las procelosas turbulencias que agitan el debate en torno a la Justicia. Desarrollo destinado a dar cuenta de “la transformación del poder económico en derecho”, convertido en protector de un sistema de “especulación para el beneficio privado, la actividad económica del capitalista/financista”, el ensayo de Guido I. Risso avanza hacia el desmenuzamiento de semejante porción de la superestructura política. Texto académico y a la vez suerte de manual para neófitos, Economía y Derecho brinda argumentos, referencias y razonamientos sin prejuicio de abrevar en Kelsen, Bobbio, Oscar Wilde, Marx, Weber, Portantiero, Platón, Hegel, Tomás de Aquino, Popper, Khun, Kant o Juan XXIII. Eclecticismo que le permite a Risso racionalizar la ciencia jurídica sin la apoliticidad usual en tratados de este tipo. De ahí que desenvuelva conceptos como el de “democracia manipulada” al modo de una especificidad del sistema representativo, o del mismísimo Poder Judicial en tanto subsistema del político. La originalidad de Risso consiste en la taxativa ausencia de ingenuidad, de belle indiference escudada detrás de un léxico arcano. Abogado –por supuesto– y profesor en las universidades de Buenos Aires y Lomas de Zamora, a los veintiséis años el autor alcanza a desenvolver preguntas que pueden parecer elementales, como “¿Debe estar subordinado el Estado al Derecho o éste debe estarlo al Estado?” o, “¿Cuál es el fundamento del poder de esos jueces que no tienen responsabilidad política directa, que la ciudadanía en gran parte desconoce, y que han sido elegidos mediante un sistema que se opone a la lógica misma de la democracia y transgrediendo, también, uno de los principios democráticos fundamentales como es la periodicidad de los cargos y funciones?”. Abrir la cuestión desde el sentido común y a la vez mediante la polémica entre Carl Schmitt y Hans Kelsen, por ejemplo, ofrece una perspectiva alejada de cualquier improvisación.

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