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Domingo, 16 de febrero de 2003

BALNEARIOS

La Biarritz del Plata

Tanto Mar del Plata.
La ciudad más querida (Sudamericana), de Fernando Fagnani, como las compilaciones de artículos Las puertas al mar, Consumo ocio y política en Mar del Plata, Montevideo y Viña del Mar y Mar del Plata. Imágenes urbanas, vida cotidiana y sociedad realizadas por Elisa Pastoriza y Mónica Bartolucci, respectivamente, coinciden en analizar la historia del más importante balneario argentino como una miniatura que refleja la totalidad de nuestra historia contemporánea.

 Por Laura Isola

En el contexto de un verano “bien argentino”, de abultadas cifras de turistas recorriendo “lo nuestro” (hay que notar que la propaganda turística es subsidiaria del discurso nacionalista), la ciudad de Mar del Plata es un clásico en las preferencias de los veraneantes. Sin embargo, se puede hablar de Mar del Plata más allá de los vaivenes del mercado turístico. La historia de “La Perla del Atlántico”, como centro urbano y posteriormente como ciudad balnearia, no sería, a primera vista, material de lectura distendida para la orilla del mar.
Aunque esto no es del todo cierto: Mar del Plata. La ciudad más querida de Fernando Fagnani posiblemente resista los inadecuados vientos, incómodas reposeras, molestos niños y demás interrupciones que obstaculizan la lectura playera. Porque el libro de Fagnani posee varias virtudes, pero la que salta a la vista desde el primer renglón es la de su esmerada y sabrosa escritura. El encanto de su prosa reside en una combinación equilibrada entre agilidad narrativa y rigurosidad histórica. La hipótesis con la que trabaja Fagnani resulta muy eficaz para hacer una lectura inteligente de la ciudad de Mar del Plata, que tantos visitan pero que tan pocos conocen.
Según Fernando Fagnani (editor y periodista cultural), es posible analizar la parte por el todo y hacer una lectura de la historia de Mar del Plata en consonancia con la historia del país. Un seguimiento minucioso de los principales acontecimientos de la ciudad, que en 1886 recibe al tren por primera vez y que de un descampado se transforma en la Biarritz de la Argentina para luego devenir en el sinónimo de la patria obrera y peronista, es el anclaje que elige el autor para demostrar que “Mardel” sigue “siendo un Aleph para conocer la República y sus circunstancias, como le gustaba pensar y decir al general Perón, y a tantos antes y después de él”. Hoy, con el alto porcentaje de desocupación que muestran las estadísticas marplatenses y casi la mitad de los hogares estables de la ciudad por debajo de línea de pobreza, la convivencia de los lugareños con los veraneantes se vuelve un emblema dramático.
La bibliografía que incluye en su libro Fagnani es extensa y pertinente. De allí se desprende la importancia para la investigación del Archivo Museo Histórico Municipal Don Roberto Barili, tanto como los escritos de este historiador marplatense.
En lo que respecta al modo de contar la historia, la proliferación de anécdotas y un tono lindero con la oralidad van llevando la narración, que se ajusta a una cronología que empieza con la fundación de la ciudad y llega hasta nuestros días. El anecdotario del libro de Fagnani no peca de excesivo porque, si bien las historias infidentes son muchas, ninguna es irrelevante, y a su modo le aportan aire y color al texto. Vale la pena resaltar una entre tantas y es la que ilustra el subcapítulo “Las estrellas pisan la arena”. En 1954, cuenta Fagnani, se soluciona el problema que hizo saltar la banca cuatro veces en una noche, al tiempo que Mar del Plata comenzaba a recibir a las luminarias de Hollywood (era el año del Primer Festival Internacional de Cine). El 2 de marzo de ese año llegó Errol Flynn con su familia. El héroe no gozó de la misma suerte en el casino que en la pantalla y perdió dos mil dólares en una noche. Al día siguiente, un funcionario de la 20th Century Fox canceló la deuda con un cheque, pero cuando Perón se enteró pidió que le devolvieran la suma porque “no vamos a cobrarle su mala suerte en la ruleta nada menos que a Errol Flynn”. Anécdotas como ésa hacen de La ciudad más querida un objeto que puede ir sin problemas desde el cómodo sillón y la buena luz a las inclemencias de la arena.
A manera de diálogo con el texto de Fagnani se pueden mencionar otras dos publicaciones de reciente aparición que tienen a la ciudad balnearia como preocupación histórica: Las puertas al mar. Consumo ocio y política en Mar del Plata, Montevideo y Viña del Mar, compilación realizada porElisa Pastoriza, y Mar del Plata. Imágenes urbanas, vida cotidiana y sociedad, conjunto de artículos reunidos por Mónica Bartolucci. Aunque el carácter de estos textos es de corte netamente historicista y se instalan con comodidad en el discurso académico, en sus hipótesis centrales coinciden con Mar del Plata. La ciudad más querida.
Pasados los años en los que el estudio de las ciudades balnearias no revestía interés porque para las ciencias sociales el ocio había perdido su batalla frente al complejo y estimulante mundo del trabajo, estos escritos retoman una tradición clásica fundada por Alain Corbin en El territorio del vacío. Occidente y la invención de la playa. Tanto para el libro de Pastoriza como para el de Bartolucci y los demás historiadores convocados en sus libros, el proceso histórico de la ciudad permite comprender los paradigmas culturales del último siglo. Desde esta perspectiva parecen decir que, mientras los demás holgazanean, también están haciendo otras cosas interesantes para que los historiadores escriban después sus investigaciones.

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