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Domingo, 10 de marzo de 2002

POLEMICAS

Cacerolazo bibliotecológico

En la última edición digital de Bibliographicas (Revista de Bibliografía y Cultura), que puede leerse en la dirección www.elrubi.com.ar, el editorial abre la polémica sobre las recientes designaciones en los principales espacios referidos al libro dependientes de la Secretaría de Cultura.

POR EDUARDO RUBI

según el viejo y querido Pequeño Larousse, usurpar es “llegar a poseer sin derecho: usurpar una gloria no merecida”.
Los señores Miguel Avila y Silvio Maresca, presidente de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares y director de la Biblioteca Nacional, respectivamente, nombrados por el secretario de Cultura, Sr. Rubén Stella, poseen sin derecho, digámoslo claramente. Nadie discute al filósofo Maresca ni al librero Avila en sus respectivas profesiones, pero zapatero a tus zapatos. A los bibliotecarios graduados de este país, que nos esforzamos por obtener un título con reconocimiento académico, sea de nivel terciario o universitario, que nos capacitamos en forma constante, y que amamos y defendemos esta profesión, nos parece, para decirlo sin eufemismos, una patada en las partes pudendas.
Así de clarito. El secretario Stella –hasta acá, militante del campo nacional y popular, defensor de causas que todos los bien nacidos coincidimos en defender– debería saber que los cargos deben ocuparse por comprobada capacidad profesional. Es decir, llamar a un concurso (y si así no estuviera establecido, poner en práctica ese saludable ejercicio democrático) y que los mejores ocupen dichos cargos.
Nombrar a dedo –por más que el nombrado sea la persona mejor intencionada del mundo– en un cargo que, necesariamente, debe ocupar un profesional, es un despropósito. Y si no, digámosle al Sr. Presidente de la República que nombre como ministro de Salud a un licenciado en Geología y a un museólogo como ministro de Economía. Ya lo decía Discepolín hace más de 50 años: “...todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor.”
Lo único que hacen estos nombramientos es poner en evidencia qué importancia le otorga esta Secretaría de Cultura a las bibliotecas de la República Argentina. Quiera Dios que el Poder Ejecutivo tenga un poco más de consideración por la profesión de los bibliotecarios y reconozca el rol preponderante que las bibliotecas cumplen en la sociedad y, de esta manera, no profundice el camino iniciado por el actor Rubén Stella.
Eso sí, el Sr. Secretario puede quedarse bien tranquilo, no vamos a subirnos a un escenario a representar a Shakespeare, ni vamos a pedir la dirección del Teatro Nacional Cervantes. Conocemos nuestros límites y nuestros derechos. Esta protesta es una de las maneras que tenemos de ejercer estos últimos.

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