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Domingo, 23 de noviembre de 2003

RESEñA

El Nuevo Cool Latinoamericano

TÉCNICAS DE MASTURBACION
ENTRE BATMAN Y ROBIN
Efraim Medina Reyes

Seix Barral
Buenos Aires, 2003
270 págs.

POR ARIEL SCHETTINI

En su visita a la Argentina con motivo de la presentación de la novela Técnicas de masturbación entre Batman y Robin, Efraim Medina Reyes confesó llevarse por dos móviles fundamentales: volverse famoso y ser argentino. Luego de la lectura de esta novela es posible decir que ambos propósitos fueron logrados.
La fama, en su caso, no es solamente un mecanismo de marketing que se sostiene en un título escandaloso y popular, ni en la cubierta del libro que retrata al mismo autor apenas cubierto por una revista de comics. Técnicas... es también un libro ligero, divertido y tiernamente escandaloso, como el autor y el packaging editorial prometen. Leerlo no es una desencanto y, claro, tampoco una gran revelación.
La argentinidad de la novela aparece también en el fantasma de Manuel Puig que sobrevuela el tono coloquial, burlón, pop y melancólico de la novela, narrada a partir del collage de una suma de géneros que están al límite de la literatura: el manual de autoayuda, la publicidad, el cine, las revistas de mecánica para hombres y las revistas del corazón para mujeres, entre otras formas literarias “interactivas”.
Detrás de toda esa serie de estallidos de estilo y “juvenilismo” literario existe una narración en la que todos los signos de la cultura (Beckett, las telenovelas latinoamericanas, las narraciones épicas americanas y el cine) sirven para contar un melodrama apenas hilvanado por las decepciones amorosas y la busca incesante de trabajos más o menos interesantes.
Lo que expulsa a los personajes de esta novela “supercool” (así se autocalifica) de la trivialidad de sus aventuras amorosas (que, finalmente se reducen a una serie clásica de desencuentros) es su capacidad reflexiva constante. Todo un capítulo, por ejemplo, es acerca de dos lesbianas que discuten la relación variable entre un hombre, su pene y las mujeres. Con frialdad y desapego, ellas comentan acerca de los distintos tipos de vínculos mientras descartan a casi todos los hombres y a casi todos los penes. Ese tono reflexivo a menudo no supera el lugar común de la lucha entre los sexos y otras son iluminaciones verdaderas en las nuevas tramas amorosas y eróticas de este principio de siglo.
Por lo demás, el libro incluye voces de personajes que se encargan no sólo de “actuar” lo nuevo sino que también gesticulan contra las estéticas ya canonizadas: no se pierde oportunidad de nombrar a García Márquez como el guía turístico de Latinoamérica o a Botero, el “dictador” que trabaja con un molde ya armado. Gesto que los escritores jóvenes vienen haciendo desde hace más de un siglo para certificar y ratificar su estado de irrupción en la literatura. En el mismo sentido, toda la novela parodia al mismo tiempo que instruye de manera insistente sobre un nuevo cool latinoamericano.
El final de Técnicas... (en un capítulo epistolar) no es sorprendente ni muy justificado, pero a esa altura no importa. No es una novela que apueste a su narración enigmática sino a su estilo y a la construcción de un público joven, divertido y ávido de una voz que hable en su lengua. Y como la estrategia editorial la señala como parte de una improbable “nueva narrativa colombiana”, sirve también para hurgar en las nuevas voces de una literatura, la latinoamericana, que, más allá de algunas buenas intenciones, dejó su novedad estancada en las décadas pasadas.

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