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Domingo, 26 de agosto de 2007

POLEMICA EN EL LITORAL

Disparos en la Academia

Guillermo Martinez: Veo muchas veces una contradicción de coquetería en cuanto a lo que se dice y luego a lo que se hace. Veo que muchos escritores que creen que ponen en cuestión al mercado luego tienen sus agentes, hacen sus viajes de promoción a España, van a la fiesta de La Nación, siempre por otras razones. Muchas veces lo que se enuncia en la mesa redonda no es lo que se hace después en la práctica cotidiana. De todas maneras, a mí me parece, y espero que esto no se interprete como una loa a las editoriales, que hay editores argentinos muy responsables, muy valiosos, y voy a mencionar algunos casos para que se entienda un poco que el mercado no es el territorio del mal, sino que hay personas que han sacrificado a veces su tiempo, su puesto, en intentar que lo que ellos creían que era valioso saliera. Hay algunos, con los que no tengo absolutamente ninguna coincidencia estética, como Luis Chitarroni, que generó fracaso comercial tras fracaso comercial por imponer lo que él pensaba que eran los mejores escritores de su generación. Así que no es que el mercado es el imperio del mal y la academia es el imperio del pensamiento impoluto.

Silvia Iparraguirre: La circulación muchas veces es perversa dentro de la Universidad. Hablo de la de Buenos Aires, que es la única que conozco. Yo me dedico a la investigación, no a la docencia, pero en el campo de la docencia es tremenda esta cuestión, por un lado en esta parte más baja, el puesto, el lugar, los concursos. Por otro lado he comprobado también los recortes, los prejuicios; los prejuicios que generan a veces los propios egresados de esa Facultad, lo que se lee, lo que no se lee, la bibliografía, los autores que hay que leer y los que no hay que leer. Los que entran o no entran en la Universidad. Una vez me tocó ser jurado en el Nacional de Buenos Aires con un chico que era egresado de Letras flamante. Yo lo tenía enfrente y ya sabía que era egresado de Letras flamante. Tenía todos los tics de lectura, se parecía a todo lo que había que parecerse, por supuesto que era lamborghiniano a muerte, y no tiene nada que ver Lamborghini, no estoy haciendo una valoración, digo que venía formateado. Este chico dijo que había que regalar obras completas a los premiados. Yo dije: bueno, está la obra de Arlt, está la de Marechal. Anatema cuando hablé de Marechal. Marechal había quedado al margen de su camino. Esto lo he visto muchas veces, en muchas épocas, con distintos autores.

Martin Kohan: Yo soy empleado en dos universidades, en la de Buenos Aires y en la de la Patagonia. Y por eso mismo me da un sobresalto cuando se dice Academia, con mayúscula evidentemente, y no es Rosario Central o Racing. Hay una mitología, hay ciertos fantasmas que se activan. Porque cuando estás laburando ahí adentro, das clase, comprás apuntes, no tiene esas mayúsculas: la Academia, “la carta de Puan”. Creo que hay una fantasmática que imagina que los que estamos ahí adentro nos estamos frotando las manos y tramando conspiraciones. Y yo me pregunto qué tendrían en común Alan Pauls, Daniel Link, Ricardo Piglia, Nélida Salvador, David Viñas, Eduardo Romano, Josefina Ludmer, Beatriz Sarlo. Si miramos sus posturas críticas, sus modos de intervención o no sobre la literatura, sobre la sociedad, sobre los medios, son realmente de una heterogeneidad y de un espectro de diferencias entre ellos tremendo. Son todos docentes de la Facultad. Entonces, eso que desde afuera se vive como la pesadilla de la conspiración y la exclusión, adentro, más sencillamente, cuando estás preparando las clases, y corrigiendo monografías, simplemente ves que es un espacio de enseñanza, de escritura y de lectura, con posiciones diversas, por momentos en conflicto. Y es, efectivamente, un espacio que legitima, incluye y excluye. Es su dinámica propia, para eso están, y así tiene que ser. Pero eso pasa en la academia y también en las librerías y en los suplementos. Hay muchos espacios de legitimación, y me parece que no hay por qué ponerse paranoico, no creo que haya ninguna conspiración en sótanos oscuros. No hay ingenuidad, pero tampoco animadversión. Son concepciones de la literatura y criterios de legitimación que tienen tensiones internas pero también tensiones con otros sistemas de legitimación. Me parece que hay una percepción de paranoia por el terror del excluido.

Claudia Gilman: Como vos decís, se incluye y se excluye, pero sin pruebas. Se supone que no se enseña a Sabato, y que no se enseñó a Soriano. Es así, no se lo leyó para decir "no lo vamos a enseñar porque carece de los valores". Los amigos de los alumnos piensan que el amigo que va a estudiar Letras va a leer a Sabato o a Cortázar. Cortázar es la lectura secreta de todos los jóvenes que entran a Letras, y raras veces se dicta a Cortázar. Josefina Ludmer y Beatriz Sarlo tienen muchas cosas en común, más allá de sus producciones. No son nombres, son legados y herencias. Y lo que decía Silvia es interesante: la facultad debería ser un lugar donde se da a leer lo máximo posible, para que luego la selección, la inclusión y la exclusión se haga sobre lo realmente leído. No sobre lo idealmente sospechado de malo por parte de prejuicios. Los lenguajes que se enseñan: es la práctica del esoterismo total. La producción de diferencias de una manera rabiosa, con respecto a lo que sucede afuera. Es la casa de Gran Hermano, y los que están afuera. Hay un efecto de "no sé lo que pasa afuera". Hay un punto de ceguera, de no poner las cosas a valorar. Y hay otra cosa: lo que se lee dentro de la Facultad no puede ser objeto de disenso. Vos vas a leer un artículo maravilloso de Harold Bloom sobre Whitman, y un artículo del intolerable de Deleuze, y el artículo de Harold Bloom es una porquería porque es Harold Bloom. Y esto es así.

Silvia Iparraguirre: Quiero decirles que no está la cosa del excluido, socorro por favor, admítanme en la universidad, porque si no no existo. No: la literatura existe con prescindencia de la Universidad. La facultad tiene los instrumentos teóricos y críticos para hacer sociología de la literatura, para ver la circulación de los discursos, para confrontar. Pero también es innegable que hubo un momento en que el discurso universitario, o el discurso académico, tuvo mucho peso, mucho poder, y eso es innegable. Dictaminan. No creo que nadie complote en sótanos ni que exista esa fantasmática del excluido. Sería fantástica la apertura.

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