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Domingo, 5 de diciembre de 2010

Mi debut como hombre de letras

Me parecía que una persona que publicaba cosas en un simple diario no podía pretender que se la reconociera como un hombre de letras. Tenía que elevarse por encima de eso. Tenía que salir en una revista. Entonces se convertiría en un hombre de letras y también se haría famoso de inmediato. Yo ambicionaba mucho las dos cosas. Esto pasaba en 1866.

Preparé una colaboración y busqué la mejor revista para ascender a la gloria. Elegí la Harper’s Monthly. Aceptaron la contribución. Firmé “Mark Twain” porque el nombre tenía algún peso en la costa del Pacífico y mi intención era divulgarlo por todo el mundo mediante este gran salto. El artículo apareció en el número de diciembre y estuve un mes esperando al de enero porque en ése constarían los nombres de los colaboradores, mi nombre figuraría en la lista, yo me haría famoso y podría ofrecer ese banquete que tanto planeaba.

No hice el banquete. No había escrito “Mark Twain” con claridad. Era un nombre nuevo para los tipógrafos de la Harper’s Monthly y habían puesto Mike Swain o Mac Swain, ahora no recuerdo cuál de las dos variantes. En todo caso, no me laudaron y no di ese banquete. Era un hombre de letras, pero eso era todo: un hombre de letras muerto, enterrado en vida.

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