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Sábado, 7 de abril de 2007

NOTA DE TAPA

Desde adentro y con humor

La séptima feria Puro Diseño fue una oportunidad para reencontrarse con las etiquetas de diseñadores de Santa Fe, Córdoba, Salta, Catamarca y La Pampa y con porteños que apuestan a lo lúdico.

 Por Luján Cambariere

Cambia de manos, cambia de lugar, cambia de ambientación, pero por suerte no cambian los viejos conocidos que llegan del interior con sus diseños de impecable factura. Si hay algo que vale rescatar de la feria Puro Diseño, por absoluto mérito de diseñadores que hacen infinitos esfuerzos para llegar a la cita en tiempo y forma, es la posibilidad de reencontrarlos y confrontar sus logros año a año. Así, esta séptima edición de la feria, esta vez en la Rural, volvió a tener en estos emprendedores que llegan de distintas provincias su mayor atractivo. A los que se suman, siempre hablando de mobiliario y objetos, etiquetas porteñas que apuestan a recrear lo cotidiano en base a un diseño lúdico.

Pisando fuerte

Desde Catamarca, llegó por segundo año consecutivo Enrique Salvatierra. Artesano y artista que siguiendo de algún modo los pasos de su esposa, la reconocida diseñadora textil Manuela Rasjido, decidió traspasar la impronta de su obra (pintura y tapices) a mobiliario y objetos de madera, hierro y tiento. Así, en esta oportunidad presentó una serie de objetos, semiesculturas y bancos afroamericanos. “Los llamo así porque son parecidos a los primitivos africanos, pero en cuero de cebú pintado con la geometría precolombina que desarrollé en mi obra plástica, y madera de chañar”, detalla. Cada pieza es bella en sí misma pero aún más cuando uno escucha de Salvatierra detalles de los procesos. “Trabajo el cuero crudo semicurtido con aceite de oliva. Siempre en mi taller en Santa María de techo de barro, pared de adobe y piso de tierra que mojo para conservar la humedad y tener más tiempo para trabajarlo antes que se seque.” También hace una especie de punzonado con la ayuda de una lupa y el sol, que uno imagina de tiempos inmemoriales.

Desde Córdoba, los Ego Design, duchos en ferias, ya que hoy se presentan y exportan a todo el mundo, trajeron dos novedades. Una línea más premium donde emplean un nuevo material que desarrollaron especialmente para temperaturas extremas. Se apoda Hi-Flon y es un polímero que resiste 250 grados, siendo ideal para las lámparas Bipin que usa la nueva araña Cleo que también presentan en la feria en versión más sencilla de dos cabezales a ultraimponente de doce. Y en Difolam, su material fetiche, revisteros y la lámpara Clon de metal cromado.

Desde Rosario, Santa Fe, llegó una vez más la diseñadora gráfica Carina Carazza, de la etiqueta de jabonería gourmet La Pasionaria. A sus emblemáticos jabones de vainilla, leche, chocolate, aromas patrios –ceibo, jacarandá y pasionaria– y de la huerta esta vez sumó una línea de cremas en versión pastelería artesanal. Deliciosas cremas de espuma de frutilla y champagne, souffle de dulce de leche y caramelo, merengue de peras nevadas y mousse de chocolate blanco. Y una sutileza propia de las abuelas de antaño, Bendita Manía, una nueva línea de aguas perfumadas, para planchar y perfumar la ropa de tilo y lavanda. Por último, incorpora agua de hogar para “decorar con los sentidos” inspiradas en los aromas de la armonía y la meditación, como tilo, bambú, té verde y sándalo. Con abuelo cocinero y padres en el rubro cosmética, más un empuje personal admirable, Carazza une lo mejor de los dos mundos y no para de crecer.

De la misma ciudad, Tribalia Ecodesign, de Mariano Maestri, esta vuelta agregó a sus increíbles alfombras de lana su primer desarrollo con el estudio de diseño Osisu Design de Bangkok, Tailandia. Es un asiento bajo que combina las piezas de madera de teca reciclada que recupera Osisu con los textiles orgánicos de su autoría.

Desde General Pico, La Pampa, Artepampa seduce con objetos artesanales inspirados en culturas originarias. Esta vez trajeron como novedad mesas con la técnica de entelado y tatuado, cactus gigantes de hierro al óxido o con collage de papel y cuencos cocidos a mano y entelados. Además de figuras en cobre, alpaca, bronce y hierro oxidado.

Por último, este año hubo presencia de algunas provincias de forma institucional. Santiago del Estero con mucha indumentaria y accesorios. Y Salta, con varias joyitas como los objetos de Roxana Liendro y Alfonso Vallejos, artesanos provenientes de una familia de orfebres (el abuelo de Liendro, Santos, es un reconocido platero salteño). Desde hace unos años, la pareja viene renovando la tradición familiar con piezas que utilizan metal, asta y alpaca pero mixturándola con plástico, rafia y aguayos industriales con los que dan vida a todo tipo de objetos, de mates a espejos, individuales y muebles forrados. Lo interesante del emprendimiento es que lo llevan a cabo en su Salta natal, formando a más de treinta chicos en el oficio. En el mismo stand, la diseñadora Daniela Scalerandi presentó su nueva línea de mobiliario, que esta vez tuvo al ónix como protagonista. “La Puna está llena de este material, por lo que me interesaba poder incorporarlo de una forma moderna y minimalista en mis muebles”, detalló. Hubo mesas, sillas y percheros de madera de cedro y detalles de ónix, alpaca y cuero.

Diseño lúdico

Fue el otro segmento destacable de la feria. Los Pla, coherentes con su manifiesto de hacer divertido lo cotidiano, sumaron a su portarrollos de cocina Pepe Roncino y a la gallina contenedora de bolsas Etelvina un reloj de cartón, el Cartoon Clock, y el Golazo, un simpático metegol de mesa desarmable. Además de un memo Cerebro, de goma eva, e individuales TV para desenchufarse a la hora de comer.

De las diseñadoras gráficas Laura Elenberg y Agustina Martínez, junto a la productora de medios Marina Abramzon, se presentó Imanías, una amplia variedad de imanes “para decorar y jugar”. Desde figuras geométricas bien modernas con las que empezaron el microemprendimiento, pasando por las matrioshkas, muñecas rusas que ahora hasta vienen en versión geisha, nenas para vestir y una cajita con imanes que componen la lista clásica de las compras del supermercado.

Siempre inquieta y creativa, Anita Hechtlinger, de la etiqueta de ropa interior Bienes Gananciales (premio al mejor accesorio de moda de la feria), sumó a su colección de bombis, como ella apoda a sus bombachas, una línea de papelería –cuadernos, libretas y stickers– y otra para la casa con tazas, delantales, manoplas e individuales, ideales para regalos de casamiento atípicos pero divertidos.

Mientras, las hermanas Cecilia y Silvina, Las Dimario, creadoras de luminarias, lanzaron la lámpara de mesa Coquette, compuesta por una base de madera en marrón o blanco y pantalla de lino blanco para vestirlas como a una Barbie, según la ocasión mediante fundas varias. Desde floreadas, pasando por rayas, a la versión leopardo. “Nos remitimos sin duda a nuestra infancia. A ese acto de vestir y desvestir muñecas que tanto adorábamos, y ahora que estamos grandes podemos renovar en otro objeto”, señalaron.

Naïf y dulce como siempre, Marina Dumas fue otra que remitió a la infancia llena de corazones, flores y pompones que esta vez aterrizaron en diversas piezas de jean y lanas. Su stand siempre estaba lleno de personas que buscaban la buena onda que transmiten sus prendas y objetos, a las que esta vez se acopló Carlos Daniel Pallarols, con una serie de pinches para ropa en plata cincelada.

Por último, insólita y creativa, difícil de definir, otra perlita de la feria fue Cozito. Un accesorio, especie de gancho, que se coloca en la mesa para colgar la cartera y no perderla o que se ensucie al ponerla en el piso. En varios modelos de metal cromado combinado con madera, piedra o vidrio soplado, nos rendimos ante la evidencia de haber sido uno de los más festejados.

Mientras que todos los aplausos (y de hecho el premio al mejor stand) se los llevó Margoff. Etiqueta de la veterinaria Mariana Goluboff, que hace unos años, recién llegada de Nueva York, tuvo la visión de crear una marca de indumentaria y accesorios para mascotas. Pero no cualquier prenda, sino Alta Costura. Collares con cristales Swarovski, capas de lluvia, ositos, batas de baño, gorros de cuero, camperas forradas y sacones. Su espacio coronado con un perro en pasto artificial de 4 metros de alto, diseñado por el director de arte Rodolfo Pagliere, eclipsó todas las miradas, que celebran las puestas más osadas y originales.

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