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Sábado, 20 de noviembre de 2010

Economía y patrimonio cultural

 Por Facundo de Almeida *

La semana pasada se realizó en Valladolid la VII Bienal de Restauración y Gestión del Patrimonio, AR&PA 2010, de la que participaron 30.000 personas que visitaron la feria, 1028 profesionales, 300 congresistas de 17 nacionalidades y 250 instituciones, incluyendo 30 responsables de proyectos europeos relacionados con la investigación, innovación y desarrollo (I+D+i) aplicados al Patrimonio Cultural.

La consejera de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, María José Salgueiro, organizadora del encuentro, afirmó que la bienal fue “una plataforma para generar negocios”. Sí, negocios: de eso se habla hoy en el mundo cuando se habla de patrimonio arquitectónico. Esto no quiere decir que las autoridades culturales descarten el valor simbólico del patrimonio cultural. Al contrario, es tan relevante para ellos que es una cuestión que ya no se discute.

No se trató de un encuentro para escuchar el lamento de historiadores o arquitectos nostálgicos, ni una excusa para funcionarios de “valija fácil” que aprovechan los viáticos oficiales para participar de cuanto seminario se hace en el mundo, muchas veces de dudosa utilidad para las políticas públicas que tienen la obligación de implementar. En la bienal estuvieron presentes representantes y responsables de todos los agentes sociales e institucionales que intervienen en la cadena de valor del patrimonio cultural: empresas de restauración, universidades, proveedores de bienes y servicios, administraciones, fundaciones privadas y agentes de las industrias culturales.

En esta oportunidad la Unesco y la Comisión Europea auspiciaron la bienal, y esta última eligió ese ámbito para realizar uno de los seis foros que se están celebrando en Europa como parte del proyecto Valor Económico del Patrimonio Cultural en Europa. La Fundación Cotec, entidad que aglutina el esfuerzo en Responsabilidad Social Corporativa de las 86 principales empresas e instituciones españolas, eligió el congreso internacional para presentar un estudio sobre Innovación en el Patrimonio Cultural de España. Este informe, que merece una columna aparte, determinó que en 2004 –último año relevado– la inversión pública y privada en restauración del patrimonio arquitectónico en España fue de 1.863.874.314 euros, lo que representó un 0,22 por ciento del Producto Bruto de aquel año. De esa cifra, 705.196.117 corresponden a fondos públicos aportados por la administración central, 68.491.093 a fondos europeos, 564.463.057 a comunidades autónomas y diputaciones, y un 10 por ciento del total al sector privado.

Un dato curioso para quienes vivimos de este lado del océano es que la intervención en edificios de valor patrimonial no puede hacerla cualquier empresa o estudio de arquitectura, tiene que ser especializada y contar con una matrícula especial. Y pensar que por aquí la formación en restauración arquitectónica no forma parte de la currícula obligatoria de los estudios de grado de los futuros arquitectos...

Otra de las conclusiones del encuentro fueron aportadas por los profesores de Economía Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid, Juan Alonso y Juan Martín, quienes impartieron una ponencia sobre “La crisis económica y la preservación del patrimonio histórico”. Los expertos demostraron que los gastos en preservación del patrimonio cultural ofrecen unos beneficios “multiplicados”, ya que por cada euro invertido retornan a la actividad económica española hasta 26 euros. Las presentaciones también demostraron el vínculo entre el patrimonio y diversos sectores de la economía, tales como las actividades directamente relacionadas con su identificación, protección, conservación, restauración, gestión y puesta en valor, pero también, con otros subsectores como son la compraventa de antigüedades, publicidad, audiovisual, editorial, artes escénicas, turismo e industrias culturales, y con áreas muy específicas como la industria química o el desarrollo de nuevas tecnologías.

En ese rubro se destacaron durante la feria la presentación del Focus 3D, que es un escáner de alta velocidad para la medición y documentación detallada, que permite generar imágenes tridimensionales de geometrías y entornos complejos y con un alcance de hasta 120 metros, de gran utilidad para el relevamiento de bienes patrimoniales.

También se exhibieron ejemplos de aplicación de la realidad aumentada a la difusión del patrimonio, como en el caso de la catedral de Valladolid, y se pudo apreciar en imágenes en tres dimensiones cómo hubiera quedado el edificio de haber sido finalizado el proyecto del arquitecto Juan de Herrera http://www.youtube.com/watch?v=JBBrkrNtCbs &NR=1); o el proyecto Bubbles Space, que usa la tecnología fulldome, capaz de generar un espacio abovedado y envolvente que sumerge al espectador en una cúpula de estímulos audiovisuales. Esta tecnología se podrá aplicar a dispositivos móviles que ofrecerán al usuario una recreación e información sobre el edificio o monumento que enfoque con su cámara.

Pero no todo fueron negocios en la bienal. La Consejería de Cultura y Turismo de Castilla y León presentó en AR&PA la Carta de Monumentos para Todos, un documento elaborado con la colaboración de asociaciones de personas con discapacidad que establece una metodología para el análisis de accesibilidad de los monumentos y que convierte a Castilla y León en pionera en la búsqueda de una normalización de los criterios de accesibilidad de los bienes culturales.

Otro aspecto social de la bienal fue la iniciativa denominada AR&PA en familia, que permitió a 6500 niños acceder a este encuentro, a través de actividades pensadas para grupos de escolares de entre 6 y 12 años y familias con al menos algún miembro de esta edad.

Se trató, pues, de abordar problemas concretos, buscar soluciones a aspectos actuales de la preservación y sostenibilidad del patrimonio arquitectónico, de impulsar negocios y de acercar al público masivo a la apreciación de este recurso económico no renovable.

Todo muy alejado de las maquinaciones de nuestros funcionarios, que pretenden que el único negocio es la demolición y creen que la construcción nueva –casi siempre barata y de mala calidad, para que sea más rentable– es sinónimo de desarrollo y modernidad.

* Lic. en Relaciones Internacionales. Magister en Gestión Cultural. Docente del Master en Gestión Cultural en la Universidad de Alcalá de Henares y del Programa de Conservación y Preservación del Patrimonio en la Universidad Torcuato Di Tella, http://facundodealmei da.wordpress.com.

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