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Sábado, 26 de febrero de 2011

Artes en papel

Monoblock, de Victoria Arrieta y Pablo Galuppo, edita a algunos de los mejores ilustradores de la Argentina y el mundo en bellos formatos y a precios razonables.

 Por Luján Cambariere

Muchas cosas se pueden contar de este emprendimiento. Bellos productos, de excelente factura, con inversión en creatividad local. El éxito seguramente radica en apostar a algunos de los ilustradores más importantes de nuestro país, como Laura Varsky, Liniers, Christian Montenegro, Pablo Gamba, Chu, Pum Pum, Rey Misterio. Y también en otros internacionales, como el americano Nate Williams, la inglesa Gemma Corell, la española Malota, la alemana Anke Weckmann y los brasileros de Mopa. Sus cosas se editan en cuadernos de autor, agendas, cuadernos de viajes, latitas para galletitas, individuales con marcos, maxisobres. Se los sacan de la manos, sin dudas por la necesidad de llevar arte a la vida cotidiana.

Mención especial merecen el cuaderno de viaje sobre Buenos Aires de Varsky y el dedicado al Carnaval, el cuaderno de viaje de Río, obviamente por los Mopa, las latitas de Williams que nos devuelven en un instante a lo mejor de la infancia y los individuales de Sol Linero o Santi Idelson, entre otros, que además vienen en una caja-marco-bandeja, un tres en uno que, entre otras cosas, permite lucirlos en la pared.

Pero vayamos al comienzo. Victoria Arrieta, licenciada en comunicación social, y Pablo Galuppo, diseñador gráfico, se conocieron por un tema laboral. Enseguida surgió el amor, ese que no de casualidad es hilo conductor de su primera serie de productos –Live the Love– y decidieron comenzar a trabajar juntos. Al principio en el desarrollo de marcas para terceros. De hecho fue la oportunidad que surgió en el sobrante de un pliego que iba para impresión lo que los habilitó a ensayar lo propio, que fue un boom de entrada. Pero mejor, lo cuentan ellos para m2, desde su centro de operaciones en el barrio de Caballito.

–¿Una licenciada en comunicación y un diseñador gráfico?

V. A.: –Sí, cuando lo conocí yo trabajaba en marketing de una editorial. Mi familia está ligada al mundo editorial, porque mi mamá tiene un sello infantil y mi papá una distribuidora de libros, así que de chica mi mundo eran las ferias y todo eso. Cuando empezamos a trabajar juntos lo hicimos en branding, pero enseguida nos dimos cuenta de que trabajar contenidos –texto, imagen, ilustración– con marcas era difícil. Y fue así que decidimos hacerlo nosotros mismos.

P. G.: –Era 2006, tiempo de flirck y esas redes. Y fue medio fortuito cómo empezamos con el primer cuaderno. Se dio la posibilidad de hacer uno. Estábamos haciendo un trabajo para un cliente y dentro de ese pliego había un espacio sobrante para utilizar. Y nos preguntamos si a partir de algo tan simple, podíamos hacer un producto, un cuaderno. De la simple necesidad de querer tener un cuaderno lindo.

V. A.: –En ese momento hicimos uno nuestro. Después el de un amigo, Pablo Gamba. Y ahí comenzamos a soñar con la idea de editar. Y sobre todo, con que podíamos hacerlo más interesante, trabajarlos más. Diseñar las contratapas, los interiores, trabajar el concepto de serie. Y fundamentalmente, lo empezamos a pensar como un producto editorial y no como un objeto ornamentado. No es un cuaderno con una tapa linda dibujada, sino al revés. Pensemos en un soporte para editar cosas que a nosotros nos gustan, que encontramos on line y que hoy por hoy faltan para que lleguen a gente más masivamente. Desde el principio copiamos el modelo del mercado editorial, pagando regalías. Así, del mismo modo que se reconoce a los autores, nosotros reconocemos a los ilustradores.

–¿Quién siguió a Gamba?

V. A.: –La siguiente persona, y de algún modo para nosotros una especie de prueba de fuego para saber si seguíamos o no con el emprendimiento, fue Laura Varsky. Nos encantaba su trabajo, la veníamos siguiendo y para nosotros es y era una grossa. Y pensábamos que nos iba a decir que no.

P. G.: –Era un modelo de trabajo nuevo, nadie nos conocía en el ambiente. Y entonces Victoria le mando una carta manuscrita por correo. Y cuando vio las muestras enseguida entendió que queríamos hacer algo diferente en calidad, edición y nos dio el sí.

–¿Cómo continuaron?

P. G.: –Un hito para nosotros fue haber ido a Trimarchi, ese megaevento de diseño en Mar del Plata. Un éxito total. La recepción fue increíble. Ahí estaba nuestro público obviamente.

V. A.: –Eso nos dio el empuje para seguir yendo por los mejores. Conocimos a Mopa, un estudio brasileño con el que nos pasaron las cosas más locas porque son geniales. Dieron una charla en 2008, de nuevo en Trimarchi, y a la salida la gente corría desesperada a comprarnos sus cuadernos. Me acuerdo de que tuvimos que pedirle a mi papá que viajara a Mar del Plata a traernos más porque se nos agotaron en segundos. Ahí descubrimos el potencial que había, no de vender cuadernos, sino el trabajo de los chicos, de estos creadores. Vendimos 800 cuadernos en tres días.

P. G.: –El 2009 fue un año de mucha investigación, por ejemplo, de la serigrafía para hacer los individuales. Nos asustó un poco la crisis, entonces decidimos no sumar más productos. Pero como todo siguió muy bien el año pasado sumamos un montón de soportes.

–¿El hilo conductor es el amor?

V. A.: –Hay dos. La imaginación, la idea de darle poder a la imaginación. Y el amor en la vida, en todo. Y esos mensajes son los que queremos que perduren. Porque eso es también lo que te permite la perspectiva editorial. Te da la posibilidad de comunicar mensajes y otra de las cosas que supimos desde el principio era que queríamos ser muy responsables con esa oportunidad. Si le íbamos a dar voz a gente, y legitimar, hacer un proyecto que va a poner en contacto, que sea positivo.

P. G.: –El tema de trabajar por series era algo que queríamos mantener. Así que después de Live the Love, encargamos la serie de ciudades a distintos ilustradores. Así, bajo la consigna Live the Love in, ocho artistas e ilustradores de seis países diferentes dieron su visión sobre vivir el amor en ocho ciudades icónicas que disparan la imaginación: Nueva York (por Fernanda Cohen, Argentina), Barcelona (por Malota, España), Buenos Aires (por Laura Varsky, Argentina), Darjeeling (por Anke Weckmann, Alemania), Londres (por Gemma Correll, Inglaterra), México (por Alejandra Lunik, Argentina), Río de Janeiro (por Estudio Mopa, Brasil) y la imaginaria Wonderland (por Meg Hunt, EE.UU.). Esta serie introduce un nuevo formato: cuadernos cosidos, con lomo, con elástico y con una cinta como señalador. Y la Bon Appétit!! que son individuales y mantelitos. Hoy editamos a más 35 autores de Argentina y del mundo. En ediciones que van de 500 a 2000 ejemplares.

–¿Cuál es la condición para convocar?

V. A.: –Pensamos en gente que en su trabajo se va a alinear con la propuesta editorial que nosotros tenemos. Nos importa mucho la parte personal, conocerlos, hablar con ellos, ver que entiendan los conceptos.

–¿Los hits?

V. A.: –Todos se venden bien, aunque uno de los más requeridos es Liniers por el reconocimiento masivo que tiene y porque es un Live the Love total. Yo siempre digo que sus libros de historietas son lo mejor que te puede pasar para ir a dormir. Cuando estás estresado, loco, los agarrás y te vas a dormir como un bebé. Porque el tipo destila amor. Todos los ideales de la imaginación que tratamos de volcar están en él, más allá de la historieta en sí. Y hoy nos pasa que la gente nos pide por cada autor. Es que siempre comunicamos al autor, a través por ejemplo de un Tag- señalador o regla, donde figura una frase de cada uno porque la idea es que la gente identifique a sus autores favoritos. Entonces hay un trabajo ahí para eso.

P. G.: –Hoy nombran el cuaderno por el nombre del artista. Y lo buscan. Gemma no debe saber que la nombran tanto en Argentina, por ejemplo.

–¿En qué consiste el Premio Destapa?

P. G.: –Es un concurso que lanzamos donde el premio es editar al ganador. En el primero recibimos 500 ilustraciones de toda Latinoamérica en un mes. El sitio tuvo 50.000 visitas en dos meses.

–¿Exportan?

V. A.: –Exportar es complicado y no tenemos ni apoyo ni asesoramiento para eso, lamentablemente de ningún tipo, a pesar de que tenemos muchísimos pedidos de todos lados: Brasil, Colombia, Chile.

P. G.: –Algunos ilustradores son abrepuertas. Por ejemplo a Liniers lo editan en el diario Folha de San Pablo, así que sería un hit allá. Igual ahora en breve estamos lanzando la tienda on line.

–¿Siguen trabajando para empresas o están abocados a Monoblock?

V. A.: –A full con Monoblock. La vida está puesta en esto todo el tiempo. Pero trabajamos algunas marcas porque nos gustan, como Unicef. O hicimos por ejemplo un cobranding con Ver y su campaña de mujeres apasionadas. Nuestro concepto “Naturaleza apasionada” se alineó con eso e hicimos un set de remera, bolso y cuaderno agenda ilustradas por mujeres.

–¿Está pasando un buen momento la ilustración?

V. A.: –Para mí es algo que tiene que ver con la relación con el arte contemporáneo que se está volviendo demasiado fría, y la ilustración es todo lo contrario. Más cálida, más actual, es más veloz para impactar en la gente. Y el arte se aleja de la gente. Es un vehículo. Nuestro sueño a futuro es que la gente quiera serigrafías de obras limitadas. Tener una vida activa en el arte, que es tan inspirador.

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