El ¿lejano? 2008 fue, indudablemente, el año en el que las tribus urbanas abandonaron sus ghettos y alcanzaron una exposición mediática (que tuvo su paso por el NO en la edición del 4 de septiembre). Sin embargo, la crew rockera local pareció más conmovida por el voto no positivo del vicepresidente Julio Cobos que por la aparición de raros peinados nuevos: 22 músicos apelaron al “no sabe/no contesta” a la hora de definir su gusto; pasando desde la prédica pacifista de Claudio O’Connor (“no tengo onda con lo que divide”) hasta la descalificación absoluta de Sergio Rotman (“son todos una sarta de tarados”). Cuando fue consultado, Mariano Martínez, de Attaque 77, simplemente dijo: “Voy a vomitar y vuelvo”. Ocho músicos se dejaron llevar por motivaciones etimológicas decidiéndose por FM La Tribu o, incluso, por la primera organización tribal de nuestro continente, los aborígenes; entre tehuelches, mapuches, comechingones, onas y hasta siouxs.

Los floggers fueron los más mentados al cabo de un año que comenzó con la inocente aparición de Cumbio y terminó con Guillermo Cáceres (¿el primer mártir?) muerto a golpes a la salida de un boliche cordobés. Entre los votos cantados resaltan el de César Andino de Cabezones a favor de los emos y el de Walter Meza (Horcas) para los heavies, aunque sus tribus quedaron largamente relegadas por los rockabilly, el gran rescate emotivo de la encuesta. La política estuvo presente con Quebracho, los trotskistas y los Panteras Negras y el fútbol tuvo su lugar con las hinchadas de Tigre y Huracán. Lo demás estuvo entre el devaneo y la ironía: Germán Daffunchio prefirió a Los Caballeros del Zoodíaco porque “todas las tribus se comieron los animés japoneses” y Vitico recordó a “los que exploraban las alcantarillas; lástima que se murieron ahogados”. Tomás Taranto (Infierno 18) fue más allá y se quedó con los olores (!) mientras que Lisandro Aristimuño eligió a los periodistas de rock (ejem). Tal vez la clave del éxito de la próxima tribu urbana sea poder reunir a quienes reniegan de ellas. ¿Nacen los noers?