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Jueves, 26 de abril de 2012

DIE ANTWOORD USA EL AFRIKAANS

Mama mía

Son violentos, hablan de gangsters, de opresión, los paganismos de su región y el dominio cultural. Son la basura blanca más podrida de la música sudafricana y el continente.

 Por Luis Paz

La progeria es una condición genética extremadamente rara, que afecta en promedio a uno de cada 8 millones de recién nacidos. También conocida como Síndrome de Hutchinson-Gilford, se caracteriza por generar envejecimiento prematuro y afectar el desarrollo de huesos, músculos y órganos, además de ser fatal e incurable. Trece años es la edad promedio que alcanzan quienes la sufren. No obstante, muchos han llegado a cumplir 21. Sólo uno llegó a los 26, y falleció al día siguiente de su cumpleaños: Leon Botha. Este artista gráfico era DJ sudafricano y colaboraba habitualmente con Die Antwoord. Su imagen se popularizó mundialmente cuando protagonizó el video de la canción Enter the Ninja, de esta compleja agrupación.

El desconcierto que provoca este grupo de Ciudad del Cabo, sin edición local, es tal que existe un video documental de una hora de un detractor que argumenta acerca del de Evil Boy como un video satánico. Es una fábula infernal épica de Die Antwoord: la lolita del Averno Yo-Landi Vi$$er, con un enterito de ratas blancas, realiza un ritual sanguinario sobre un Ken–de-Barbie, mientras Ninja, el intrépido capitán de este naufragio, lanza su flow desquiciado y el rapero sudafricano Wanga, de la tribu sanguinaria Xhosa, menea su pene circunciso al frente de la figura mitológica local de un demonio violador con un pito que le saca tres cabezas. Todo entre medio de un pijerío de hule incontrolable, movimientos epilépticos y una de las canciones más deformes, irritantes y graciosas del pop de este milenio.

Tienen dos discos: $0$ y Ten$ion. Acumulan más de 300 millones de vistas de sus numerosos videos –como el adolescente Zef Side, el perturbador I Funk U Freeky y el estreno Fok Julle Naaiers–. El New York Times definió su música como “una bizarreada brillante”. Hace tiempo rompieron contrato con Interscope, que les pagó un millón de dólares, por no estar de acuerdo con sus imposiciones. “Esto es Zef. Zef significa hacé las cosas como pija quieras”, definió Ninja en una entrevista. Se trata de Waddy Jones, rapero de la escena electrónica sudafricana que realizó dos discos como solista (Memoirs of a Clone y The Fantastic Kill), una novela gráfica junto a DJs del área y el grupo MaxNormal.TV, un combo de hip-hop de mediados de la década pasada que incluía a la rubia raquítica de look pornocyberpunk Yo–Landi, y al DJ de alto sobrepeso Hi-Tek, miembro estable de este trío del que son fanáticos los grossos realizadores David Lynch y David Fincher.

Die Antwoord (“La respuesta” en afrikaans) es una banda absolutamente movilizadora de la que no es posible salir inmaculado. Una fusión entre el pop naïf de Acqua, el gangsta rap y el morbo del Marilyn Manson aterrador, con la calentura de los Prodigy y cierta onda a circo de raros fenómenos con desórdenes alimentarios y altos trastornos. Son el extremo lado B de cualquier producción audiovisual presentada en torno de la música; tienen una estética que parece el encuentro de los cuentos de Lovecraft con los gangbangs porno, los videos teen pop y los contenidos insoportables del sitio Rotten.com. Son violentos, hablan de gangsters, de pijas (muchísimo de pijas), de opresión, los paganismos de su región y el dominio cultural. Son la basura blanca más podrida de la música sudafricana y el continente.

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