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Jueves, 24 de octubre de 2013

SOBRE EL DEBUT “OFICIAL” DEL VOTO JOVEN

Un sobre cargado de futuro

Alrededor de 600 mil pibes de entre 16 y 18 años se suman a la democracia representativa.

 Por Brian Majlin

nEste domingo llegan las elecciones y miles de personas idearán –otra vez– estrategias para sortear la veda electoral, que prohíbe los grandes encuentros en sitios públicos y la venta de bebidas alcohólicas. Habrá reuniones hogareñas, aprovisionamientos tempraneros y jolgorios tal vez más breves. ¡Volvió la política y se nutrió de juventud! Más allá de las pertenencias e ideologías, partidarias o no, 2013 podrá ser catalogado como el año de la politización extrema de la juventud. Hasta en las urnas.

Lejos de los análisis peyorativos de las plumas conservadoras, la inmersión de cada vez más purretes –y desde más chicos– en la política despierta la convocatoria de los pibes al derrotero electoral. Y se brinda por esa realidad que promovió –en octubre de 2012 en la teoría y en pleno 2013 en la práctica– el voto de casi 600 mil jóvenes de entre 16 y 18 años –o que tuvieran 15, pero cumplieran los 16 antes del 27 de octubre–y que se suman al ejercicio de la democracia representativa.

Los pibes demostraron todo el año que la política no es sólo poner una boleta en una urna. Los sub-18 y también los más grandecitos: el clímax de la activación y la toma de conciencia como sujetos políticos –como seres sociales que deciden inmiscuirse en el terreno de lo que sucede a su alrededor e influye en sus vidas– fue el período de las tomas en los colegios públicos porteños en la segunda mitad de año, que coincidió con las tomas universitarias históricas en La Rioja, Tucumán y Salta. Más de 20 escuelas tomadas durante varias semanas y la discusión sobre la participación de los pibes en la polis moderna. Bienvenidos al juego de posiciones que supone la democracia que se practica más allá del voto.

Eso sí: este domingo hay 592.344 chicos habilitados para el mentado voto joven que tendrán su bautizo –aunque muchos lo hicieran ya en las Primarias– en el ejercicio democrático por antonomasia. Representan un 2 por ciento del padrón completo de votantes del país y, si bien tienen la obligación del voto –como todo ciudadano–, tienen además un changüí, un beneficio extra: no serán penados si no acuden a votar.

De todas formas, en las PASO ya votó más del 80 por ciento de esa cifra, que además forma parte del casi millón y medio que podía renovar sus documentos hasta el 30 de abril de este año para figurar en los padrones.

Ya demostraron querer opinar, discutir, debatir, formar opiniones y votar. Y se presentan como bichos democráticos y activos, inquietos, formados o en franca formación, que distan de la abulia y la apatía que muchas veces suele endilgárseles a los adolescentes y a los jóvenes.

Para saber dónde votan se levantarán temprano, chequearán en la web –www.padron.gov.ar–, prepararán su último documento ren ovado –ese cuya renovación previa a abril les permitió ser parte de la elección– e irán a la escuela, pero esta vez para entrar al cuarto oscuro y poner en el sobre una papeleta cargada de ideas y de futuro. Ya saben, nos enseñaron, que su participación no acaba sino que allí tan sólo empieza.

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