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Jueves, 25 de septiembre de 2014

STAR WARS, EPISODIO VII

La máquina de hacer X-Wings

A 15 meses de otra película, al sable láser le queda batería para seguir cortando manteca de la cultura pop.

 Por Javier Aguirre

La previa más grande de la galaxia. Dentro de muchos, muchos meses (diciembre de 2015) la llegada del Episodio VII de Star Wars generará una expectativa casi comparable a la de un Mundial de fútbol. Bueno, tal vez no tanta: acaso no vaya a haber banderas de Darth Vader en los balcones ni un boom de tatuajes de Chewbacca, pero será el momento de presenciar en vivo y en directo una de las edificaciones más grandes de la cultura del entretenimiento. La atención se reparte en muchos focos. Desde el morbo estético-empresarial tras la llegada de la franquicia de George Lucas a Disney, hasta los rumores sobre el guión y el elenco. De las filtraciones online al lanzamiento de la segunda serie animada, que alimentará el “universo expandido” de la saga (Star Wars Rebels, que se estrena en octubre y no debe ser confundida con Star Wars: The Clone Wars, de la década pasada). Desde spin-offs producidos en paralelo hasta la salud de los actores: una lesión en el tobillo de Harrison Ford, el crack que interpreta al bastardo con gloria Han Solo, demoró el rodaje y generó que los fans que se lo cruzaban en algún lado denunciaran, como primicias, si aún tenía muletas, si ya caminaba bien o si se apoyaba en algún lado al hacer el desafío del balde de agua helada en la campaña internacional por la esclerosis lateral amiotrófica.

Es que la web resulta la plataforma perfecta para estos intercambios, relativamente clandestinos, de datos sobre pasiones colectivas. Así es que unos presuntos afiches promocionales del estreno del séptimo episodio obtuvieron tal repercusión que desde LucasFilm aclararon que no eran obra de su gente de marketing, sino de un diseñador ucraniano virtual, AndrewSS7: el más impactante de los posters mostraba el vuelo del mítico Halcón Milenario, la nave que requería bajarse a empujar, pero despidiendo humo y llamaradas, con la leyenda War / Aftermath (no por el disco de los Stones, sino por las “secuelas” de esa guerra).

La estampida de rumores tuvo una de sus sacudidas más fuertes cuando el actor Mark Hamill (rostro de Luke Skywalker, sobreviviente Jedi y héroe de la primera trilogía) se mostró en los estudios de filmación, en Gran Bretaña, con una barba tupida y casi desprolija, que no parece esperable en un atildado y disciplinado guerrero galáctico, sino tal vez más propia de un hipster, de un Jerry García o... ¿de un condenado a una mazmorra? ¿Caerá otra vez en desgracia Luke, un héroe casi loser al que ya se lo vio sufrir la amputación de una mano y lloriquear cual crío al escuchar “Luke, yo soy tu padre” de la voz de un flor de hijo de puta espacial? Un tipo que, encima, lo más parecido a un arrumaco hot que consiguió en tres películas fue un beso de pico a... su propia hermana. Por algo Han Solo siempre tuvo más onda.

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