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Jueves, 16 de abril de 2015

CROL, RECITAL Y OBRA DE TEATRO

El escenario salvaje

Una “poética analógica” sobre los nadadores míticos.

 Por Sebastián Ackerman

¿Qué sentirá el que realiza una proeza sabiendo que lo que lo espera es el olvido? Ese gesto heroico, esa bestialidad destinada a la nada es lo que intenta reivindicar Verónica Schneck con Crol, una obra que destaca la invención de ese estilo de nado por los indios americanos y recupera las historias de los nadadores de río argentinos Lilian Harrison (“La Reina del Plata”), Teresa Plans (“La Sirena Corondina”), Pedro Candioti (“El Tiburón del Quillá”) y Ramón Báez, que se dejó ganar en Rosario por el primer Tarzán, Johnny Weissmüller, para no humillar a la estrella de visita.

“Me resultaba atractivo el escenario salvaje de los ríos argentinos, un mundo autónomo más allá de que el nadador lo nade. Hay algo de la noche, de las costas, de lo que significan los ríos para los argentinos que es poético”, dice Schneck.

Todo comienza en un vestuario, con la Joven Guarrior (desdoblados sus miembros entre pequeñas actuaciones y la música) en malla, con gorrito y antiparras. Con su música marcan el ritmo a la obra, donde cada historia es una viñeta del relato total, con proyecciones, audios, sketches y canciones. “La idea de costa, de bordear, la trabajamos en relación con lo teatral y lo musical. No tenía que ser un recital o una obra de teatro. Tenía que ser las dos cosas a la vez”, apuesta la autora.

Esa combinación la logra con una “poética analógica”, con un grabador de casete y un proyector de diapositivas que invade con imágenes del pasado. “Queríamos buscar momentos íntimos, otros estallados, pero siempre con pocos recursos, como tenían esos primeros nadadores”, explica.

Harrison fue la primera en cruzar el Río de la Plata, de Colonia a Punta Lara, en un día y 19 minutos. Plans cruzó el Paraná para unir Santa Fe con Coronda, pero a poco de partir hubo una tempestad y la dieron por muerta, aunque apareció caminando por su pueblo en malla, luego de nadar 23 horas y 8 minutos. Lo de Candioti es otro delirio: salió de San Javier y llegó a Santa Fe ¡cien horas después! Y la historia de Báez es casi un mito acuático: se enteró de que Weissmüller estaba en Rosario contratado por Perón para entrenar a nadadores de río y lo desafió a una carrera. Otros recuerdan que el primer Tarzán estaba demasiado borracho como para enseñarle a nadar a alguien. Pero ésa sería otra historia...

* Lunes en El Estepario Teatro, Medrano 484. A las 21.

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