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Jueves, 7 de febrero de 2013

#EDM

A partir del auge que tuvieron hace unos pocos años artistas como Kaskade y Steve Aoki (ambos actuaron ya en la capital argentina), la prensa estadounidense comenzó a etiquetar a estos productores y djs, que en una primera escucha pasan por los cánones del dubstep o el fidget house, con el rótulo de EDM, Electronic Dance Music (Música Electrónica de Baile), lo que es una obviedad y, a la vez, una amenaza, pues cualquier artista que oriente su propuesta hacia la pista de baile, no importa calidad ni propuesta, pasaría a engrosar esta tendencia. Creado tras el auge que ha vivido la cultura rave en Estados Unidos en el último lustro, el EDM representa la forma volátil, efímera y hasta nihilista en la que vive la adolescencia de allá, lo que incluye la aparición, nuevamente, del abuso de drogas. Se trata, básicamente, de la cultura del reciclaje, del negocio salvaje, alimentado por las estrellas de pop (por eso no fue fortuito que se la viera a Madonna bailando Gangnam Style con PSY), y Avicii, de la misma forma que Kaskade, Swedish House Mafia o Deadmau5, está en el ojo del huracán.

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