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Domingo, 6 de agosto de 2006

FAN › UNA ACTRIZ ELIGE SU PELíCULA FAVORITA: LEONOR MANSO Y EL GRAN PEZ, DE TIM BURTON

Atrapasueños

 Por Leonor Manso

El gran pez me emociona. Es un gran cuento, un cuento que sueña el sueño de otro. Es una película maravillosa, casi una caja china. El gran pez es el padre, un vendedor ambulante. Una persona simple con una vida muy rica. Que nunca se dejó atrapar. Eso es lo que le dice a su hijo. Que el gran pez no se deja atrapar porque nunca claudica en sus sueños. Y de los sueños se puede decir cualquier cosa menos que no son reales.

De todas, la escena que más me gusta es la que el padre está metido en la bañera llena. Dice que necesitaba agua porque se estaba secando, que todo el tiempo tiene sed, que necesita agua. Así lo encuentra su mujer que, sin decir nada, se saca los zapatos y se mete con él en la bañera. Es una escena de un amor muy profunda, de un amor que comprende al otro. Los dos vestidos, sumergidos en el agua, con las cabecitas afuera. Una escena conmovedora.

El personaje de Jessica Lange es maravilloso. Es la mujer que corresponde a ese hombre, lo ama porque lo acepta con todos sus sueños. Y de un modo simple y despojado. “Yo nunca voy a estar seca”, dice. Porque ella es distinta, siempre se quedó en la casa y no tiene esos sueños despampanantes; pero lo acepta igual. Y un amor así es hermoso. Algo que no se da casi nunca o que siempre cuesta mucho. Tal vez al principio sea más fácil pero después siempre empezás a criticar, a hinchar, a no aceptar.

Eso es lo que tiene El gran pez, algo que al principio el hijo no entiende y que sólo comprende al final, cuando el padre ya está por morir. El hijo está a su lado, sentado en la cabecera de la cama, el padre despierta, lo mira y le dice: “¿Cómo sigue esto?”. El hijo no sabe qué responder y por necesidad, por ayudar y acompañar al padre en ese trance a la muerte, empieza a imaginar su despedida. Una despedida tal como el padre lo hubiera imaginado. Con todos los personajes y las situaciones que recrearon su vida, reales o fantásticas, no importa, son su vida.

El gran pez muestra el amor de la aceptación. Un hijo que finalmente acepta ese mundo imaginario que tenía el padre. La película está contada por el hijo que cuenta al padre y un padre que cuenta al hijo.

Al final se dice que el padre era un narrador de cuentos tan grande que terminó convirtiéndose en eso que contaba. Y yo pienso en mi vocación por el teatro... como actriz o como directora, y lo que hago es contar cuentos. Yo también vivo gran parte de mi vida en sueños. Al hacer personajes o dirigir un obra estoy dentro de un sueño que se vuelve totalmente verdadero.

A esta altura siento que he contado muchos cuentos, que siendo parte de mi vida, son mis cuentos. Y creo que por ahora no me he dejado atrapar.

4.48 Psicosis, la obra de Sarah Kane, dirigida por Luciano Cáceres y protagonizada por Leonor Manso se puede ver los viernes y sábados a las 21.30 en Elkafka, Lambaré 866, 4862-5439.

El gran pez (2003), de Tim Burton

En la asombrosa carrera cinematográfica Tim Burton, El gran pez es un salto mortal. Después del traspié de El planeta de los simios y una segunda década de producción algo alicaída, Burton regala su film más ensoñado, donde recupera (y para muchos supera) la magia alcanzada en El joven manos de tijera. Adaptación de la novela de Daniel Wallace, El gran pez pinta el universo caleidoscópico de Edward Bloom, un patriarca incorregible, eterno narrador de fábulas (insufladas en cada nueva versión) que con candor legendario logra conquistar al pequeño pueblo de Alabama. Excepto, claro, a su hijo (Billy Crudup), que regresa de París con su esposa embarazada a visitar al padre agonizante y que sin querer se terminará embarcando en un fantástico mundo donde caben brujas que anticipan la muerte, un misterioso estafador, un poeta lacónico, un par de gemelas chinas rescatadas de la guerra, un gigante incomprendido y hasta un paraíso donde todos andan descalzos. Narrado a través de deslumbrantes flashbacks (donde Albert Fi- nney y Ewan McGregor se disputan el cuerpo del fabulador), El gran pez realiza una extraña versión del sueño americano, culminando en un final alucinado a la medida de la mente afiebrada de Burton. El gran pez completa la trilogía de los “Eduardos”, iniciada en El joven manos de tijera y continuada en Ed Wood. Con su elenco impecable y su asombrosa producción, resulta una encantadora afirmación de la poderosa realidad de los sueños.

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