 
 
 
 Domingo, 30 de junio de 2002
| Hoy
Domingo, 30 de junio de 2002
| Hoy		
PáGINA 3
Por Mark Stein
–“Buenas tardes” –dije leyendo el telepronter, en el ensayo 
de la transmisión–. “Europa fue sacudida hoy por un rebrote 
de extrema derecha.” Un momento, ¿éste no es el texto que 
leí la semana pasada?
–Eso fue en Francia –me explicó Ron, mi productor–. Ahora 
es Holanda. 
–Claro –dije–. Entonces, este tipo, Pim, es otro tipo carismático 
de derecha como Le Pen, que cree... –me estiré y saqué de 
abajo del escritorio el manualcito de la BBC Cómo detectar a un derechista 
loco–. Que cree, como Le Pen, en políticas de derecha como el proteccionismo 
económico, los salarios mínimos y los subsidios masivos a las 
industrias ineficaces. Se opone a la globalización y es ferozmente antinorteamericano.
–No, no –dijo Ron–. Pim no cree en ninguna de esas ideas convencionales 
de la derecha. Es de otro tipo de derecha.
–¿Hay otro tipo?
–El tipo “profesor de sociología que cree en el sexo promiscuo 
homosexual y las drogas recreativas”. 
Conseguimos llamar a Norman Tebbit y a la baronesa Young para preguntarles si 
querían rendirle algún tributo, por haber sido uno de sus gays 
favoritos en el sauna que frecuentan. 
–Excelente –dije–. Una buena nota de color. Pero, ¿cuántas 
clases de extrema derecha hay?
–Bueno, cada semana agregamos nuevas categorías. Pero, para actualizar 
los titulares, manejate con este sencillo resumen. 
El productor me dejó en el escritorio la nueva guía de la BBC 
Cómo descubrir a un derechista de un solo vistazo. Extrema derecha es 
un viejo derechista; ultraderecha es un derechista calvo; derecha dura es un 
derechista calvo y gay; derecha incendiaria, por fin, es un cadáver derechista 
que provocó indebidamente a militantes pacifistas vegetarianos.
–Listo –dije–. Entonces voy a empezar con una pequeña 
nota de color: “Desde los ‘30 hemos sido testigos del perturbador 
espectro de legiones de profesores gays marchando por Europa con sus ruidosas 
botas altas, bla bla”, y luego vamos a Jean-Marie para comentar rápidamente 
cómo él y sus camaradas sionistas homosexuales están digiriendo 
la noticia.
–Muy bien –dijo Ron–. Después él te golpea en el 
estómago y entonces vamos con Tony Blair.
Con su habitual profesionalismo, la caravana presidencial del primer ministro 
irrumpió en el estudio, casi demoliendo el set, mientras las chicas de 
maquillaje corrían aterrorizadas.
–Qué bueno verte, Mark –me dijo Tony–. Pero tengo que 
aclararte que no quiero debatir directamente con extremistas odiosos como monsieur 
Le Pen. Chirac tenía toda la razón al insistir en que no podemos 
entrar en diálogo con este tipo de gente. No haríamos más 
que legitimarlos, y lo que necesitamos es una señal clara de que estos 
fanáticos de derecha no tienen lugar en nuestras democracias. 
–¿Querés decir que hay que asesinarlos?
–Eh, bueno, no, eso no. Cualesquiera sean los sentimientos que provoquen 
las figuras políticas, el lugar para expresarlos son las urnas.
–¿Querés decir eligiendo a un tipo vestido de mono, como 
hicieron en el Norte?
–Eh, bueno, no: obviamente eso pone en cuestión todo el tema de 
las elecciones directas. Mejor podríamos volver a un sistema que nos 
simplifique las cosas.
–¿Nombrar directamente a Chris Patten, sin elecciones?
–Exactamente –dijo Tony–. Chris no puede ganar una sola elección, 
pero parece que eso, para él, está muy bien. Y ésa es la 
ventaja de nombrar a un demócrata europeo razonablemente moderado como 
Chris.
–¡Es más fácil quitarles los pasaportes a los británicos 
de Hong Kong y entregarlos a la China comunista! –le dije a Tony Blair 
dándole una palmada en la espalda–. Okay, Ron. Voy a decir: “Más 
tarde, Tony Blair explica por qué la mejor respuesta al fascismo de extrema 
derecha es realizar menos elecciones y darle más poder a Chris Patten”. 
Luego pondremos en línea a la reina Beatriz desde nuestros estudios en 
Amsterdam.
–Bien –dijo Ron–. Si el sucesor de Pim, Joao Varela, logra convertirse 
en primer ministro holandés, la reina tiene pensado declinar la invitación 
a tomar el té con él porque su partido es de la derecha fascista.
–¡Bien por Su Majestad! –dije–. Qué bueno ver gente 
que no quiere hacer ninguna concesión con los fanáticos blancos 
que detestan a los inmigrantes.
–Bueno, en realidad, Varela es negro: es de Cabo Verde. Pero, para Holanda, 
elegir por primera vez en la historia de Europa a un inmigrante negro como premier 
sería una señal espantosa de que el nacionalismo virulentamente 
racial está otra vez en el poder.
–Bueno, entonces vayamos después a uno de esos reaccionarios de 
derecha que hacen campaña en favor del sexo gay promiscuo. Presumiblemente, 
entonces, ¿hay un partido progre de izquierda que esté en contra 
del sexo ocasional?
–Sí, los socialistas de Wim Kok –dijo Ron.
–Todo esto es demasiado holandés para mí –dije–. 
Luego nos cruzamos a Dinamarca para hablar de los nuevos conservadores de mano 
dura.
–Cuidado –me interrumpió Ron–. “Conservadores de 
mano dura” es un término que reservamos para los marxistas incorregibles 
del politburó de Corea del Norte, y también para Don Rumsfeld.
–Perdón –dije–, son demasiadas cosas para retener en un 
solo día. La “derecha racista” es igual a los inmigrantes negros 
de derecha. Los “conservadores” son iguales a los comunistas. Y acá 
hay uno para vos. ¿Qué hay de los “conservadores moderados”?
Ron soltó una carcajada. 
–¿“Conservadores moderados”? No existe esa categoría; 
no en esta gerencia de noticias. Mmm, esperá un minuto –comenzó 
a hojear la guía de la BBC–. Tenés razón. Página 
47. “Conservadores moderados”: término estrictamente reservado 
a los ayatolas reformistas de Irán.  
Mark Stein es editor de The National Post (Canadá) y colaborador asiduo de los principales medios conservadores de habla inglesa, y viene aireando su desconcierto político desde el asesinato de Pim Fortuyn, líder de la extrema derecha holandesa.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.