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Domingo, 18 de mayo de 2008

VALE DECIR > EL CATáLOGO COMPLETO DE ACME

La fábrica de objetos perfectamente inútiles

La vida no imita al arte, ni –como decía Woody Allen– a la mala televisión: la vida imita cada vez más a los dibujos animados del Coyote y el Correcaminos. ¿Cómo olvidarlo? Antes, tanto antes de que uno pudiera encargar prácticamente cualquier cosa por Internet, incluso y especialmente alguna de esas cosas que uno no va a usar jamás y apilará en algún lugar de su habitación, el sufridísimo Wile E. Coyote –esa víctima crónica de la naturaleza que, a la hora de atrapar al pajarraco veloz, resultaba ser bastante más ingeniosa y cretina que sabia– se procuraba la asistencia del infinito catálogo de inventos y productos marca ACME. El cohete con la mecha que estallaba antes de despegar, carbonizándolo, las alas de diseño leonardino que se cierran cuando no deben, o el yunque que, desafiando toda ley de gravedad, termina aplastando al ejecutor de la trampa. O el disfraz de Correcaminos hembra; o la pintura para simular un túnel ferroviario del que, inesperadamente, aparece un tren verdadero, veloz y aplastante, de frente y sin aviso. Lo cierto es que el personaje con el que más nos hemos identificado a través de la pena y de los años –y de decenas de cortos de la Warner– la ha pasado mal, y en muchos casos ha sido cortesía de esta marca.

Además de la corporación ACME, The Company That Makes Everything (“La compañía que hace de todo”), han existido y existen todavía varias ACME de la vida real: una tiene una cadena de librerías (con sucursales en la Argentina); otra fabrica ladrillos, alguna otra maquinaria industrial pesada; hubo a principios del siglo XX un automóvil que no tuvo mucho futuro, y –la lista es mucho más larga– por ahí pueden encontrarse aún las publicidades de una cerveza que, asegura su modelo tipo pin-up girl, es “dietéticamente no engordante” (sic).

Pero lo que de verdad importa: que finalmente alguien se ha tomado el trabajo de ordenar y listar el catálogo de desastres marca ACME, según los hemos conocido en todas esas películas que terminaban –las cejas peludas enarcadas entre la desesperación y la resignación; las patas tanteando el vacío durante un instante inacabable– al fondo del acantilado. El resultado es un sitio nada sofisticado en diseño, pero recargado de nostalgia que le da la bienvenida al navegante con el título, tan directo, de “The ORIGINAL Illustrated Catalog of ACME Products” (para acceder directamente a la página, que se encuentra alojada dentro de otra, tipiar: http://home.nc.rr.com/tuco/looney/acme/acme.html). Un site en el que, sin demasiado texto –porque, ¿qué hay que explicar?–, apenas una presentación institucional de todo lo que ha fabricado la corporación ACME (desde corchos hasta “papel mosca” y recolectores de insectos y disfraces de hombre-murciélago) y una invitación a redescubrirlos en un listado alfabético, de la A de Adding Machine (una máquina para “adiciones”) hasta la X de X-Ray, aplicados generalmente para el escaneo del maltratado cuerpo del Coyote o de Silvestre o de alguna de las víctimas cotidianas de personajes en general más pequeños y ligeros. Pasando por, entre muchas otras letras, la D de Disintegrating Pistol, el arma des-integradora (y su contraparte: el arma integradora). Todo acompañado por sus respectivas, no muy nítidas pero funcionales imágenes respectivas y el dato sobre el corto animado de la Warner Brothers al que corresponden.

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