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Domingo, 22 de junio de 2003

NOTA DE TAPA

Maluco Beleza

Fue uno de los músicos más solitarios, raros y populares de Brasil. Odiaba la bossa nova y deseaba haber nacido en Londres o California. Escuchaba a Elvis y a Chuck Berry cuando todos sucumbían ante el Tropicalismo. Estuvo enemistado con Caetano Veloso hasta que éste incorporó elementos del rock. Y, como si fuera poco, se sumergió en el mundo del esoterismo de la mano de su coequiper más famoso: Paulo Coelho. Ahora, en medio de una sorda guerra entre herederos, se reeditaron los primeros discos de Raul Seixas, el eslabón perdido entre el rock brasileño y Roberto Carlos.

POR MARIANA ENRIQUEZ

“Nací en Brasil por un infortunio del destino”, se lamentaba Raul Seixas, el mito del rock, el artista adorado, y uno de los personajes más extraños de la música popular de Brasil. Le hubiera gustado, quizá, nacer en Londres o California, donde los hippies y el rock no eran una rareza, y las ciencias ocultas vivían un revival en la década experimental de los sesenta. Pero nació en San Salvador de Bahía en 1945, hijo de una familia tradicional que, cuando Raul tenía diez años, se mudó a una casa que quedaba al lado de la Embajada de Estados Unidos. En su adolescencia, Raul aprendió inglés y conoció el rock’n’roll de Elvis Presley y Chuck Berry gracias a sus vecinos. Se sentía un marginal: los jóvenes de su condición social escuchaban bossa nova. Y él la detestaba: “La bossa nova significaba ser nacionalista, ser brasileño. Si te gustaba el rock eras reaccionario, entreguista, alienado. No me gustaba la bossa. La odiaba. Nada me ligaba a la cultura musical brasileña”.
Raul Seixas fue un compositor único y extravagante que se mantuvo aislado de la línea de la música popular brasileña. En su Bahía natal libraba una sorda batalla con Caetano Veloso, que tocaba bossa nova en el Teatro Vila Velha, mientras Raul llevaba su rock’n’roll proletario al Cinema Roma. Se conocían, y la antipatía era mutua. Pasó el tiempo, los tropicalistas tomaron elementos del rock, el rencor se desvaneció, pero Raul siguió solo; lo consideraban un delirante. El crítico Gonçalo Junior escribió en La Gazeta Mercantil: “Es extraño que la izquierda brasileña nunca le haya dado mucha importancia al hecho de que Raul tuvo que pagar un precio alto por confrontar a la dictadura brasileña con himnos filosóficos contestatarios. Pero su aislamiento determinó que su música siguiera un camino singular: sus primeros cuatro discos anticipan todo lo que pasaría en los siguientes treinta años de rock brasileño: el rock militante y político de Cazuza y Legiao Urbana, los conflictos existencialistas y urbanos de Ira!, el erotismo y la provocación de Ultraje a Rigor. La fusión de rock con ritmos nordestinos que logró fue impactante y original. Fue un visionario”.

Las Panteras
En 1965, el presidente de facto Humberto de Alencar Castello Branco prohibió los partidos políticos y profundizó la represión de la dictadura militar instalada en 1964. El campo de la cultura resistía con la aparición del Tropicalismo y sus temáticas políticas y sociales, el Cinema Novo de Glauber Rocha y las manifestaciones estudiantiles. En 1968 se prohibieron las manifestaciones públicas de protesta. En ese año, Chico Buarque se exilió a Italia, y Caetano Veloso y Gilberto Gil, después de ser encarcelados, escaparon a Londres. Raul Seixas, mientras tanto, se mudaba a Río de Janeiro con su primer grupo de rock, Raulzito e Os Panteras. Se puede pensar en el primer Seixas como en un joven despolitizado; pero sería más justo entenderlo como un artista que prefería una forma de expresión distinta para su contestación. Una forma más romántica. Llamaba al establishment “Monstro Sist” y prefería enfrentar a la represión con la música que él consideraba revolucionaria, provocadora. Para Seixas, el rock era una forma de paganismo, una música proveniente del blues y el jazz, ritmos negros que en definitiva se originaban en el Africa salvaje y pagana, la misma que había traído a Brasil el samba y la macumba.
Su primera excursión rockera no fue exitosa. Nadie quería escuchar covers de Los Beatles, y el disco de Os Panteras fue un fracaso. Deprimido, Raul volvió a Bahía, a encerrarse en su habitación, a someterse a tratamientos psiquiátricos y a leer. Pero lo rescató de su reclusión Evandro Ribeiro, director de CBS, que en 1970 lo contrató como productor. Raul fue feliz un tiempo, trabajando en discos de artistas populares como Jerry Adriani, Renato e Seus Blue Caps o Trio Ternura. Pero, poco a poco, se empezaba a notar por qué, con los años, se lo conocería con el mote deMaluco Beleza (“Loco Lindo”). Un día se apareció en su estudio Sergio Sampaio, un auténtico maldito, que estaba a años luz del aburguesado Raul. Gran conocedor de la música popular brasileña, vivía en la calle y dormía en velorios o en pensiones, convivía con travestis, delincuentes y militantes políticos, pasaba hambre y sufría de tuberculosis. Raul lo consideró un genio, y le grabó dos discos, que fueron ignorados por el público. La amistad con Sampaio se fortaleció cuando junto a Miriam Batucada y Edy Star grabaron para CBS un álbum mítico, a espaldas del director del sello, que se encontraba de viaje. Sociedade da Grande-Ordem Kavernista apresenta Sessao das Dez fue una locura que mezclaba la experimentación de Frank Zappa con el rock pesado, y un fracaso total. Tanto que cuando el jefe Ribeiro volvió, decidió echar a Raul Seixas de CBS por atrevido e incompetente. De aquella Sociedade da Grande-Ordem Kavernista sólo queda vivo Edy Star. Miriam Batucada murió de un infarto en 1997. Sergio Sampaio murió en 1994 de la misma enfermedad que mató a Raul Seixas en 1989: una pancreatitis crónica agravada por alcoholismo.

Diario de los magos
La vida de Raul Seixas cambió radicalmente cuando conoció al amigo que lo marcó hasta el fin de sus días: Paulo Coelho. En 1972, el escritor más famoso de Brasil dirigía una revista de esoterismo y fenómenos paranormales llamada A Pomba. A Raul le interesó mucho un artículo sobre OVNI firmado por Paulo, y se contactó con él. De la inmediata amistad surgió la colaboración creativa más brillante del primer rock brasileño, y la más misteriosa. Alrededor de ellos se teje una trama de mitos y leyendas inquietante, que ambos se ocuparon de fomentar. Vestidos de negro, barbudos, de anteojos oscuros, parecían querer revivir en Brasil esa conjunción de rock y esoterismo que perfeccionaron Led Zeppelin, The Doors y The Rolling Stones. Y, como sus ídolos, tomaron como guía al ocultista referente de los sesenta: Aleister Crowley (1875-1947).
Su sistema mágico no podía más que seducir a la contracultura: Crowley, en su juventud, había roto con los ocultistas “organizados” en sociedades secretas como la inglesa Golden Dawn (de la que eran miembros William Butler Yeats, Arthur Machen, Bram Stoker y Gustav Meyrink, entre otros), y propuesto un sistema abierto que incluía magia sexual, comunidades de iniciados y una libertad total para el consumo de sustancias prohibidas. En 1904, durante una estadía en El Cairo, Aleister Crowley recibió la visita de Aiwass, un Jefe Secreto, una antigua divinidad. Aiwass le “dictó” el Libro de la Ley. Sus versos dicen: “No hay ley excepto la que dice ‘Haz lo que quieras’... La palabra de la Ley es Thelema (voluntad)... Todo hombre y toda mujer es una estrella”. La divinidad también le habría informado a Crowley que debería llamarse “La Gran Bestia del Apocalipsis” y firmar con el número 666, el número del diablo. Según Crowley, pagano, esto era una expresión de rebeldía ante el dogma de la Iglesia, no una adoración del demonio. Pero el ocultismo es ocultismo al fin, así quién sabe a quién o qué se dirigía Crowley en realidad. Varios años después de la revelación, Crowley formó su orden, la O.T.O. (Ordo Templi Orientiis), que tenía su filial en Brasil, dirigida por el siniestro Marcelo Motta.
Aquí comienza el itinerario tan difícil de comprobar. Se dice que el entrenamiento mágico formal de Paulo Coelho comenzó en 1973, cuando le escribió a Motta y fue admitido como adepto, con el nombre mágico de “Staars” y después, avanzada su iniciación, “Luz Eterna 313” o “Frater Lucifer”. Motta y Coelho iniciaron en el culto de Crowley a Raul Seixas, que, sin embargo, nunca fue miembro formal de la O.T.O. Lo cierto es que desde aquel momento, Seixas, Coelho y Motta comenzaron a difundir las ideas de Crowley a través de canciones. Qué más hacían, no es posible saberlo: supuestamente, toda la documentación de este período está en manos de la “Sociedade Novo Aeon”, otra misteriosa sociedad secreta. En 1973, Raul Seixas lanzó su primer disco solista para Philips (la compañía que tenía a Caetano Veloso, Gilberto Gil y Gal Costa). Se llamó Krig-ha, Bandolo, el grito de guerra de Tarzán. Allí incluyó una de sus canciones más hermosas, “Metamorfose Ambulante”, una balada de melodía luminosa, clásico de la música popular brasileña que recientemente fue incluida en la banda de sonido de la película Ciudad de Dios de Fernando Meirelles y Katia Lund. Y aparecieron las primeras letras de Paulo Coelho, en canciones como “As Minas do Rei Salomao”, “A Hora do Trem Passar” y “Cachorro Urubu”. “A Hora do Trem Passar” tenía una evidente influencia de Crowley: hablaba de un tren que vendría a buscar a todos los elegidos para entrar en el Nuevo Eón, la Era de Acuario, período en que las leyes se romperían definitivamente y todos podrían vivir en plenitud. Los militares en el poder, mientras tanto, tomaban nota de los malucos esotéricos, sin saber todavía muy bien qué hacer con ellos.
En la presentación del disco en San Pablo, Raul y Paulo lanzaron el proyecto que acompañaría a la música: la “Sociedade Alternativa”. Aún hoy no está claro de qué se trataba. Por momentos parecía un colectivo artístico, una performance psicodélica itinerante (con todos vestidos de riguroso negro y capas). La idea no era fundar una comunidad sino algo más anárquico, una revolución interior y personal, que uniría a todos los preparados para embarcar en el “Tren de las Siete” (el Siete no era un número azaroso: otro de los manuales mágicos de Crowley se titula 777). El proyecto contemplaba la creación de la Cidade de Estrelas, en el estado nordestino de Minas Gerais, donde también se construiría una ciudad para presos, porque entre sus objetivos estaba destruir el sistema penitenciario. Repartían el manifiesto de la sociedad, ilustrado por Adalgisa Rios, la mujer de Paulo. Pronto todas las copias fueron capturadas por la Policía Federal, e incineradas por considerar al manifiesto un panfleto subversivo. El texto era el siguiente:
“Nosotros te saludamos, María. Nosotros te saludamos, José. Y nosotros saludamos a los artistas brasileños que obtuvieron el silencio del resto del mundo cuando sus trabajos y sus cuerpos fueron censurados, mutilados, desaparecidos.
1. El espacio es libre. Todos tienen derecho a ocupar el espacio.
2. El tiempo es libre. Todos tienen derecho a vivir su tiempo, a cumplir sus promesas y esperanzas.
3. Tomar cosas es libre. Todos tienen derecho a alimentarse del trigo de la creación.
4. La semilla es libre. Todos tienen derecho a sembrar sus ideas sin coerción de inteligencias o idioteces.
5. Los artistas no existen. Todos somos capaces de sembrar y recoger. Todos vamos a demostrarle al mundo nuestra capacidad de creación.
6. Todos nosotros somos escritores, amas de casa, patrones e empleados, clandestinos y caretas, sabios y locos.
7. El milagro más grande ya no será caminar sobre las aguas. El gran milagro será que todo el día, de la mañana a la noche, seremos capaces de caminar sobre la Tierra.
8. Éxito a quien lea este manifiesto. Porque todos somos capaces. Todos nosotros somos capaces.
Fue el fin. En 1974, la policía del gobierno militar del general Ernesto Geisel requisó los departamentos de Raul Seixas y Paulo Coelho, buscando documentos sobre esa sociedad “subversiva”. Seixas fue secuestrado y torturado durante tres días para que diera los nombres de los otros integrantes del grupo. No habló. Finalmente, Seixas y Coelho –junto a sus esposas– fueron deportados a Estados Unidos. Allí, Raul y Paulo se encontraron con John Lennon en Nueva York; el Beatle supuestamente quería formar una sociedad propia, parecida a la de los brasileños, llamada New Utopian. Raul sostuvo hasta su muerte que el encuentro fue real. Lamayoría de sus biógrafos cree que jamás sucedió. Gracias al éxito del álbum Gita, el gobierno militar repatrió a Seixas a instancias de su sello discográfico. Le dijeron que todo había sido un “lamentable malentendido”.

La noche negra
¿Por qué rompieron lanzas Paulo Coelho y Raul Seixas? Las versiones son infinitas, ninguna concluyente. En su estilo típicamente misterioso, Coelho sostiene que cuarenta y ocho horas antes de que la policía irrumpiera en su departamento, la noche del 25 de mayo de 1974, él y Raul invocaron fuerzas maléficas, pidiéndole éxito a las potestades ocultas. “Raul nunca más fue el mismo. Comenzó su decadencia musical y fue el fin de nuestra amistad. Nos mezclamos con formas de lo oculto muy peligrosas y un día ellas decidieron manifestarse”, confesó el escritor en 1992, año de la edición de Las Valquirias, el libro donde narra esa “manifestación” ocurrida en su departamento de Copacabana, que los asustó mucho. Otras fuentes sostienen que esa “manifestación” ocurrió en un departamento de Londres... Y otras que, si el hecho ocurrió, Raul no estaba presente. Según Sylvio Passos, presidente del fan club de Seixas y amigo del músico, el que andaba en tratativas con el demonio era Paulo, no Raul, que sólo sentía un interés literario y estético por Crowley, pero le tenía terror a los rituales. Raul se llevó los secretos de esa noche a la tumba; Paulo responde con evasivas, o a través de la ficción. Hace poco declaró que el triste destino de Seixas pudo tener que ver con “un camino equivocado”, y confesó que muchas de sus canciones escritas fueron parte de un trabajo de magia negra, del cual está arrepentido.
Los discos “negros” son Gita (1974), Novo Aeon (1975) y Há Mil anos atrás, (1976), los mejores de su carrera. Canciones como “Sociedade Alternativa”, “Loteria da Babilonia”, “Rock do diabo”, “A Maça”, “Caminhos I”, “Canto para Minha Morte”, “Gita” o “Eu Nasci ha Mil Anos Atrás” son clásicos sencillos con letras que difundían una mezcolanza de teorías esotéricas. Juntos escribieron sesenta canciones. En “Canto para Minha Morte”, Coelho parece profetizar la muerte de su amigo: habla de un paro cardíaco y de una noche de whisky. No era la primera coincidencia siniestra en las letras; en “Ouro de Tolo” cantaba: “Ustedes no entenderán de lo que hablo/ hasta el día del eclipse”. Raul murió el 21 de agosto de 1989; la noche anterior había ocurrido un eclipse lunar, el primero en cien años. En sus veintidós años de carrera, lo acompañaron veintidós compositores; veintidós son los Arcanos Mayores del Tarot. Raul hizo referencia específica a los Arcanos en 22 canciones: a “El Colgado” le corresponde “Canto para Minha Morte”, al Eremita, “Metamorfose Ambulante” y así sucesivamente. Hay que señalar que los veintidós arcanos forman, en la tradición esotérica, el Arbol de la Vida. Los fans creen que lo planeó; los escépticos conceden que la casualidad es sorprendente.
Hacia fines de los setenta, Raul y Paulo volvieron a intentar trabajar juntos. La última colaboración fue en 1979, año en que los problemas de salud de Seixas, que era diabético y sufría de pancreatitis crónica, comenzaban a influir en su trabajo, y las ventas de sus discos se resentían, a pesar de que en 1978 había editado O Dia em que Terra Parou, el disco que contenía su canción más famosa, casi su firma, la etérea “Maluco Beleza”. ¿Raul fue en busca de su amigo brujo para invocar a las fuerzas que antes le habían conseguido el éxito? Todo lo que se sabe es que alquilaron tres suites de un hotel de Campos de Jordao, y como no se hablaban, se pasaban papeles por debajo de la puerta. Después de cinco días encerrado, Raul tuvo que ser llevado al hospital, inconsciente y deshidratado. Su esposa de entonces, Gloria Vaquer, lo había abandonado, espantada por visiones y mensajes del más allá. Nadie sabe qué pasó en el hotel; Raul entró en los años ochenta en pésimo estado, y Paulo comenzó el camino que lo llevaría a ser uno de los más famosos escritores del mundo. Si hubo un pacto, está claro quién obtuvo los beneficios.

Los años oscuros
La década del ochenta fue desastrosa para Raul Seixas. Vivía paranoico y aterrorizado, convencido de que un fan iba a asesinarlo sobre el escenario. Apenas tocaba en vivo. Y cuando lo hacía, muchas veces el público dudaba de que fuera él. En 1982, durante un show en Caiaieiras, San Pablo, se presentó sin barba. No lo reconocieron. Para colmo, estaba tan borracho que no podía recordar las letras de las canciones. La multitud comenzó a gritar que era un impostor, y la policía tuvo que ayudarlo a salir; estaban a punto de lincharlo. Los oficiales tampoco le creyeron: como Raul no llevaba encima su documento de identidad, lo golpearon toda la noche, por farsante, en una comisaría. Por instinto de supervivencia no volvió a tocar en vivo hasta un año después.
Su entorno estrambótico incluía (cuándo no) a un argentino, Oscar Rasmussen, que escribió varias canciones para Raul y casi lo convenció de contratar karatecas como guardaespaldas. La amistad con Rasmussen se disolvió cuando otro amigo argentino, Hugo Amorrotu, fue asesinado de un tiro en su departamento de San Pablo. Raul quedó libre por falta de pruebas. “Raul ni siquiera atendía el teléfono”, dice Rita Lee, que lo conoció en los sesenta. “Lo rodeaban vampiros. Parecía la mafia de Memphis.” Tuvo dos matrimonios, con Kika Seixas y Lena Coutinho, y ambas lo abandonaron. Recién en 1988 pareció reencontrar su camino, cuando conoció a José Roberto Abrahao, jefe en Brasil de O.T.O. Antigua, movimiento de origen haitiano y disidente de la O.T.O. oficial de Marcelo Motta (que para ese entonces había muerto en extrañas circunstancias). Juntos compusieron las canciones de A Pedra do Genese en 1988, el penúltimo disco del cantante; en la tapa posaba con un manual de magia de Abra Melim, supuestamente el mismo que habrían usado con Paulo para el famoso “pacto”. Poco después, apareció Marcelo Nova, a quien Raul llamaba “Marceleza”, un amigo que lo empujó a dejar atrás su aprensión y salir de gira, y con quien grabó O Paneba do Diabo, un disco en vivo que tenía “Rock das Aranhas”, una canción erótica que fue censurada. Pero no alcanzó. A los 49 años, Raul Seixas murió solo, borracho y deprimido; había olvidado inyectarse su dosis diaria de insulina. Lo encontró su mucama. Al velorio asistieron más de cinco mil personas. O Paneba do Diabo fue editado dos días después.

Raulseixismo
En los últimos tres años, el mito de Raul Seixas vive un renacimiento en Brasil. Aunque nunca dejó de ser un músico muy popular, y aunque sus fans, los leales “raulseixistas”, jamás dejaron de difundir su trabajo y obsesionarse decodificando sus intrincadas letras, la industria lo tenía un poco abandonado. Esa ausencia acaba de remediarse con el lanzamiento de una caja de seis compactos: Krig-ha Bandolo!, Gita, Novo Aeon, Ha 10 Mil Anos Atrás y los dos de covers, 30 Anos de Rock y Raul Rock Seixas. La caja “Maluco Beleza” incluye todas las letras, fotos inéditas, notas, sonido digital y bonus tracks.
Pero la celebrada edición aparece en un clima enrarecido. La ex esposa de Raul, Kika Seixas, tiene una hija menor de edad y es dueña de un tercio de los derechos del cantante. Feroz, no permite que nada salga de su esfera de influencia. Para colmo, está enemistada a muerte con Paulo Coelho. Entre los dos se han encargado de impedir que muchos artistas brasileños brinden tributo a Seixas grabando sus canciones. Coelho dice que se niega a prestar las canciones y letras porque es Kika la que no autoriza que se graben: “Es una actitud arbitraria e injusta. Yo, como amigo, siempre quise difundir a Raul en los países donde tengo libros publicados, pero ella me negó la autorización para grabar mis canciones con Raul. No voy a permitir que mi trabajo sea manipulado de esa manera”. Si no las grabo yo, no las graba nadie, parece decir Coelho. Y Kika, en el otro rincón, responde: “Coelho no se merece una respuesta. Es tan megalómano, ¿él, promocionar a Raul en el exterior? Jamás. Sólo estápreocupado por su propio marketing”. Mientras tanto, Coelho permitió que su canción “Ha 10 Mil Anos Atrás” fuera parte de la banda sonora de una telenovela de O Globo, por lo que recibió jugosos dividendos, imponiéndose a los tironeos de Kika. Ze Ramalho, un cantante que quedó entre dos fuegos cuando quiso grabar un disco de covers de Seixas, se lamenta: “Fue la actitud de un pirata. Es una persona maquiavélica, rencorosa, vengativa y cobarde”.
El otro frente está abierto en Estados Unidos. Allí vive una de las hijas de Raul, Scarlet, fruto de su matrimonio con Gloria Vaquer. La chica viajó especialmente a Brasil para impedir la grabación de un tema inédito, “Equilibrio”, que no habría sido escrita por su padre. Se enfrenta con Kika, que sí está interesada en la edición. Mientras tanto, el tío de Scarlet y cuñado de Raul, Jay Vaquer, lucha por editar un libro con un guión escrito en 1976 por Raul para una película que nunca fue filmada, El Triángulo del Diablo, una especie de Easy Rider que culmina en el Triángulo de las Bermudas. La edición del libro, con fotos y material fílmico, está detenida en Brasil por Kika, dice Jay. Una editorial brasileña quiso publicarlo, pero Kika amenazó con un juicio si ella no podía decidir los términos del contrato.
La pelea por Raul sigue, y los “raulseixistas” continúan su culto fiel, que convierte a Raul en el artista brasileño con más páginas en Internet, con un fan club capaz de editar material inédito de forma independiente y una vigencia que quedó clara cuando, en las marchas contra el gobierno de Fernando Collor de Mello, los jóvenes cantaban “Sociedade Alternativa”. Arriesgado e irreverente, a Raul Seixas no le preocupaba ser comprendido. Coelho, que apenas habla de él, admitió en una entrevista reciente que, si Raul no hubiera sido un adelantado a su época, tal vez no se hubiese sacrificado. Y contó que cuando se enteró de la muerte de su amigo, en París, sintió una terrible alegría. Como si Raul se hubiera liberado, al fin.

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