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Domingo, 17 de marzo de 2002

divina comedia

POR ROBERTO BENIGNI
Estoy acá por amor. Perdón si empiezo con esta palabra enorme y fuerte, pero los cómicos están empapados de amor, y por eso no se les pide ser sabios, porque cuando se está enamorado uno deviene un poco tonto. Enamorado y sabio sólo Dios. Quiero decirles hoy que debemos proteger a los cómicos porque son como santos, son un regalo del Cielo. Y perdón por la publicidad de esta categoría a la que sueño pertenecer. Es que los cómicos infringen las reglas, hacen lo que quieren, son malcriados y se dejarían matar por aquello que aman. Contrabandistas sin licencia, hacen llorar y reír: el poder más grande del mundo. Por eso hay que besarlos, quererlos mucho... y no aprisionarlos, nunca.
Pero este festival se ha convertido en una cosa porno, y del hard. El argumento príncipe de este festival son tu pelo y tu pito (dirigiéndose al conductor Pippo Baudo). Alguna vez, sólo yo estaba habilitado para apoyarmis manos en esa zona. Le pido excusas a tu esposa, pero creo haber sido el primero que osó tocárselo. Y como fui el primero, vamos a ver cómo está la situación. Metamos la mano ahí... ¡atención! (Benigni corre a Baudo y lo atrapa.) ¡Escándalo! El pelo es verdadero, ¡pero el pito es artificial! ¡Cómo cambió! Acabo de tocar una cosa extraña, puntiaguda, como una alcachofa... ¡Y un huevo! ¡Pipo, estabas de acuerdo con Ferrara para tirarme el huevo y la alcachofa! Ferrara no está, lo hubiera visto. Escuché cuando pidió cincuenta entradas para venir esta noche. Todos pensaban que eran para sus amigos, pero no: las pidió para él solo (Ferrara pesa 120 kilos). No tuve miedo cuando él dijo que venía desde Roma a tirarme verduras y huevos, porque me imaginé que se los comería antes de llegar.
¡Mamma mia! Si volviera el Señor, ¿cómo nos juzgaría? Imagínense: de pronto baja Dios a la Tierra y encuentra un infierno. Guerras por acá, guerras por allá, los bosques quemados, el agujero de ozono... Pedro, ¡mirá allá abajo! ¡Todas esas guerras en mi nombre, que soy el mismo en todas partes! ¡Cuántas transfiguraciones genéticas! Y eso cómo se llama: ¿mandaranja? ¡Si yo no la hice! Pusieron a hacer el amor a una mandarina con una naranja y nació la mandaranja. ¿Y eso otro, esa cruza tan rara con verduras y huevos en la mano, que viene por la ruta para San Remo? No, no es una cruza; ¡es una persona! ¿Giuliano Ferrara se llama? Así será.
Estábamos en el Juicio Universal: los israelíes, por acá, los palestinos por allá, los faraones, los chinos... ¡Eh!, dije los chinos por allá. Pero no entran, ¡madonna! ¿Cuántos son? Mejor los acomodo más tarde. Y ustedes los políticos, todos por allí, que serán sometidos a mi juicio. Esto es una tortura. Van a ir al fuego del infierno y los más malos serán devorados por las llamas. Muévanse, divídanse. A los chinos los acomodo después. Los que tenían conflictos de intereses y no los resolvieron, por allá; los que sí los resolvieron, por acá. Y Berlusconi, ¿adónde va? ¡Qué sé yo! Después vemos... Mamma mia, ¿y esa ronda qué es? ¡Ah, es Nanni Moretti que está haciendo la ronda después de filmar La stanza del Figlio, que a Ferrara no le gustó porque él quería un film sobre sí mismo: La stanza del Foglio (el diario de Ferrara se llama Il Foglio). Vamos, muévanse: los que dijeron que aumentarían las jubilaciones y no las aumentaron, por allá; los que se aumentaron las suyas, por acá: ¡Berlusconi! ¡Silvio! ¡Qué trabajo! ¿Y esos caníbales que giran alrededor de esa persona? ¿Quién está en el medio? ¡Pero si es Giuliano Ferrara! Sí, ya sé que es un buen bocado, pero no se lo pueden comer. Ferrara, ¡salga de allí! Los chinos, por favor, todos al lugar de Ferrara. Ahora sí entran. Creo que entran también los japoneses.
Júntense todos que quisiera sacarles una fotografía: ¿quién es aquel que hace los cuernos atrás del canciller español? ¡Berlusconi, basta ya! Les di tantas enseñanzas, pero quien las reunió todas es San Agustín: Ama y haz lo que quieras, dijo. Cuando se ama se puede pecar (Benigni salta encima de la actriz Vittoria Belvedere). ¡Ah, esas delicias del mundo que cuando sonríen perfuman el aire de violetas! Pero éstas no son mujeres, ¡son el Ministerio de Agricultura! No importa. Lo que importa es que no se debe amar un poco sino continuamente: el amor que se enciende y se apaga se fulmina. Hay que amar con grandeza. Y ahora quisiera dedicarles unos versos hard, insuperables, de una escandalosa belleza, dedicados no al Ministerio de Agricultura sino a la mujer por excelencia, María. Son versos escritos en el 1300 y dicen así:
Oh, Virgen Madre, hija de tu hijo,
alta y humilde más que otra criatura,
término fijo de eterno decreto,
tú eres quien hizo a la humana natura
tan noble, que su autor no desdeñara
convertirse a sí mismo en su creación.Dentro de tu viento ardió el amor,
cuyo calor en esta paz eterna
hizo que germinaran estas flores.
Aquí nos eres rostro meridiano
de caridad, y abajo, a los mortales,
de la esperanza eres fuente vivaz.
Mujer, eres tan grande y vales tanto,
que quien desea gracia y no te ruega
quiere su desear: volar sin alas.
Mas tu benignidad no sólo ayuda
a quien la pide, en muchas ocasiones
se adelanta al pedir generoso.
En ti misericordia, en ti bondad,
En ti magnificencia, en ti se encuentra
Todo cuanto hay de bueno en las criaturas.
(Benigni, que no dice que está citando el Canto XXXIII de La Divina Comedia, es ovacionado por el público.) ¡No, por favor, no! Si les pudiera mostrar mi corazón, verían qué fuerte late. ¡Ah, cómo les arrojaría este afecto centuplicado por mil, porque los quiero con un bien que atraviesa las montañas, vaya donde vaya! Para terminar, porque el amor por la persona amada es el más grande de todos, aún más que aquel de cuando nacimos, porque si nuestros padres nos hicieron bajar del cielo a la tierra, el amor por la persona amada nos devuelve de la tierra al cielo, les pido que cultivemos el amor por la persona amada. Gracias, gracias, por este amor. Y un deseo final: al presidente Ciampi y su señora, que deben estar ahí para que funcionen la justicia y la belleza. Y a Silvio Berlusconi, para que trabaje de modo tal que, cuando cada uno de nosotros se acueste por la noche, nos haga sentir orgullosos de ser italianos. ¡Buen trabajo, presidente! Y gracias a todos. No olvidaré estos aplausos hasta que muera.
(Traducción y adaptación: A. M. P.)

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