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Domingo, 31 de diciembre de 2006

CARTA DE BURROUGHS A LA CORTE

Esclavos del sexo

 Por William Burroughs

La pregunta “¿Qué es el sexo?”, y la concomitante pregunta de qué es lo obsceno, lo impuro, no están hechas, y mucho menos contestadas, precisamente por las barreras semánticas que oprimen nuestra libertad o, supongo, nuestro objetivo examen científico de los fenómenos sexuales. ¿Cómo se pueden estudiar estos fenómenos si se nos prohíbe escribir o pensar sobre ellos?

Hasta que un estudio libre de las manifestaciones sexuales sea permitido, el hombre seguirá siendo controlado por el sexo y no podrá controlarlo. Es un fenómeno totalmente desconocido, y la ignorancia se la debemos a la prohibición de escribir e investigar.

Nos estamos enfrentando aquí a una barrera que sólo puede compararse con el miedo y la superstición medieval, la misma barrera que ahogó a las ciencias naturales durante años con dogmas, en vez de darles la libertad de investigar y examinar. En resumen, los mismos métodos objetivos que se les han concedido a las ciencias naturales deberían pasar ahora a las ciencias de la sexualidad, para poder entender y controlar sus manifestaciones. Nunca un doctor fue criticado por describir los síntomas de una enfermedad, por más desagradables que fueran.

Yo siento que un escritor tiene derecho a la misma libertad. De hecho, creo que el momento ha llegado para que la línea divisoria entre literatura y ciencia, una línea puramente arbitraria, por fin desaparezca.

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