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Domingo, 17 de junio de 2012

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Retrato de un niño con una larga barba

Alberto Durero (en alemán: Albrecht Dürer) nació en Nuremberg el 21 de mayo de 1471. Fue el más famoso de los artistas del Renacimiento alemán. Sus dibujos, pinturas, grabados y escritos teóricos sobre arte fueron de gran influencia para los artistas de su propio país y de los Países Bajos. Su primer maestro fue su padre, Alberto Durero el Viejo, orfebre húngaro que emigró a tierras germanas. Heredero del arte alemán del siglo XV, supo incorporar a la perfección la pintura flamenca del gótico tardío. Concilió la imaginería medieval con el énfasis que los artistas italianos ponían en la antigüedad clásica, los temas mitológicos y las figuras idealizadas. En su abundante correspondencia –especialmente en las cartas al humanista Willibald Pirckheimer– Durero hacía hincapié en que la geometría y las medidas eran la clave para el entendimiento del arte renacentista italiano. Entre las notas que dejó en su diario, llama la atención, como señala Malena Pizani, la descripción de una pesadilla que tuvo la noche de Pentecostés en 1525, donde veía caer trombas de agua del cielo. Marguerite Yourcenar hizo un análisis de este sueño en su libro El tiempo, gran escultor. Desde 1507 hasta su muerte tomó notas y realizó dibujos para su tratado más conocido, Cuatro libros sobre las proporciones humanas, publicado póstumamente en 1528. Su Adán y Eva, constituye un tratado práctico de las teorías de la proporción humana. La obra de Durero revela una increíble facilidad en el trazado del dibujo, una minuciosa observación del detalle y una preocupación exhaustiva sobre la geometría descriptiva aplicada al arte. A través del grabado de línea, consiguió crear diferentes gamas de sombreado y texturas para generar tridimensionalidad con una maestría inusitada. Erasmo de Rotterdam, de quien Durero realizó un retrato, dijo del artista: “En verdad consigue representar lo que no puede representarse: rayos de luz, truenos, relámpagos... todas las sensaciones y emociones, en resumen, el espíritu humano completo, tal como se refleja en los movimientos del cuerpo, y casi hasta la voz”. Durero murió en Nuremberg, el 6 de abril de 1528.

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