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Domingo, 24 de agosto de 2014

París, 26 de junio de 1980

Mi querido Ariel:

Eureka! Después de largas búsquedas en ya polvorientos archivos, apareció tu OMENAJE, que te envío con una gran alegría. Mi temor era que entre tantos manuscritos acumulados a lo largo de estos diez años, el azar de alguna mudanza lo hubiera enviado a rumbos ignotos; pero lo que uno ama queda siempre cerca de alguna manera, y no era necesario tenerlo a la vista para que me fuese fiel.

Junto con el manuscrito encontré copia de la carta que te había enviado en aquel entonces. Su lectura me resultó deliciosa, primero porque no la leí como algo que se recuerda exactamente, o sea que fue como volver a ver esas películas de hace treinta años, que uno cree recordar y que de pronto te muestran cosas completamente distintas. Pero lo que allí te decía me parece harto vigente y vivo en este momento, y como tal vez tú no tienes la carta original, te la envío también.

Ariel, si no fueras tú a quien escribo, jamás te diría esto, pero a ti puedo e incluso debo decírtelo: ¿Por qué no relees entero tu OMENAJE y lo publicas? Hay allí tantas cosas vivas, tantos hallazgos bellísimos en todos los planos, que me apena que siga inédito. Que el eje central sea Rayuela no me provoca ninguna falsa modestia, y a ti puedo decírtelo con toda tranquilidad; porque lo que cuenta en ese texto no es Rayuela sino las constelaciones mentales que lanzas al espacio en cada página. En fin, Zihuetanejo será un buen lugar para hablar de esto, si quieres, y por cierto que Carol y yo estamos felices a la idea de que el 7 de agosto se van a aparecer por allá. Pienso que Stéphane, el hijo de Carol, trabará una rápida amistad con tu pibe, y que eso será muy bueno para ustedes y nosotros; pienso en charlas largas al anochecer, pienso que somos gente que sabe vivir y dejar vivir, y que nos sentiremos tan bien en nuestros bungalows que imagino un poco como los de las novelas de Conrad, aunque desde luego serán totalmente distintos pero no importa.

Bueno, nos vemos allá. Dile a María Angélica que lo primero que dijo Carol fue: “Ahora voy a poder hablar con ella, a quien sólo vi una vez y que me encantó”. Le llevo tus mensajes a Shavelzon, y desde ya los estamos esperando.

Abrazos a todos, hermano,

Julio

El “Mercurio” reincidió sacando un texto mío como “colaboración especial”. Esta vez le avisé a la agencia EFE que si no desmienten o cesan de enviar textos a esos canallas, yo dejo de colaborar con ella. Pienso que los chilenos de verdad me conocen, pero siempre cabe la duda en algunos corazones, y me duele.

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