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Miércoles, 27 de junio de 2012

SANTA FE › OCURRIó EN FLORENCIA

La muerte del Ema

Emanuel Duarte, de 20 años, oriundo de Florencia en el norte santafesino, apareció muerto de un disparo en la cabeza. El hecho presentado rápidamente como un suicidio tiene otras connotaciones: la víctima estuvo detenida junto a los tres jóvenes que denunciaron brutales torturas en la comisaría del lugar, con picanas eléctricas y submarino seco y podría haber sido un testigo esencial en el proceso. Las torturas habían provocado la presentación de un hábeas corpus ante la Corte santafesina por parte del diputado provincial Eduardo Toniolli y el defensor general Gabriel Ganon, cuya resolución se espera para hoy. "Lo que llama la atención es la celeridad con la que el juez Virgilio Palud en un rato resolvió que se trató de un suicidio, mientras exhibe una notable tardanza en responder por los casos de torturas denunciados", dijo Toniolli.

"Al Ema Duarte lo vieron discutiendo el domingo con el policía Pablo Fantín (principal acusado por las torturas), a quien le gritaba que él no iba a quedar preso para cubrirlo y que si lo volvían a arrestar se iba a llevar puesta a toda la comisaría porque pensaba cantar todo", narró un vecino de la familia Duarte, y militante del Movimiento Evita, Mirtha Vallejos.

Duarte aparece en la mayoría de los relatos locales como víctima del tan remanido accionar policial de tener jóvenes que delincan para su propio beneficio. "Cuando lo detuvieron a Gómez (uno de los tres torturados), el policía Fantín le preguntaba por el arma y él decía que era del Ema Duarte, y e siguió pegando hasta que reconoció la propiedad del arma", recordó Vallejos.

"Lo raro no era verlo a Fantín en la casa de los Duarte, venía seguido a tomar mate, lo raro fue la discusión a los gritos ese día" señaló Vallejos. Curiosamente 48 horas después, el chico apareció muerto.

Las sospechas sobre el accionar en Florencia se repiten: el diputado Toniolli y el defensor Ganón recogieron testimonios de cinco muchachos que narraron una serie de apremios cometidos por personal policial.

Los jóvenes habrían sido picaneados, sometidos a "submarino seco" (bolsa en la cabeza), golpes y hasta vejámenes. El mismo relato tuvieron los que aparecen como víctimas a principios de mes con los otros dos, trabajadores en la cosecha, identificados como Orlando Romero y Angel Caraballo que dijeron que una comisión policial había llevado hasta un lugar donde estaban trabajando y los detuvieron con la intención de hacerlos responsables de una serie de delitos cometidos en la zona.

Estos dos cosecheros no se conocían con Roberto Valenzuela, Lucio Prieto y Martín Gómez, los otros tres que fueron detenidos a mediados de mes y sometidos a tormentos. Fueron procesados y permanecieron 7 días detenidos. Una de las víctimas denunció al suboficial Fantín como el que más participación activa tuvo en los hechos denunciados.

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