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Miércoles, 27 de agosto de 2008

CULTURA / ESPECTáCULOS › MIGUEL ROSENZVIT PRESENTA HOY SU NOVELA FIEBRE NEGRA

La historia oculta de los negros en Argentina

"Cuando escribo, la curiosidad me genera preguntas. Entonces, busco en la investigación", define Miguel Rosenzvit al momento de delinear el proceso de escritura de Fiebre negra, la novela que Marcos Aguinis y Osvaldo Bayer, entre otros, eligieron como finalista del Premio Planeta. El proceso abordado por Rosenzvit tuvo mucho de histórico y antropológico, en una investigación que dibuja una Buenos Aires alejada de la edulcorada (y racialmente unificada) imagen oficial. Pero presenta además la historia de Diana, la antropóloga que en pleno 2008 ve cómo su noviazgo se desvanece y se obsesiona con el descubrimiento realizado en una vieja mansión heredada. Esa misma en la que casi dos siglos atrás nacían, una misma noche, la blanca Valeria y el esclavo Joaquín, criados juntos, pero condenados a la separación de clases. Esta tarde, a las 19, el autor presentará el libro en Ross, en una charla abierta que sumará al periodista Leo Ricciardino, con entrada gratuita.

Impulsado por la suspicacia, Rosenzvit encontró la punta de su narración en la estadística sobre el gran porcentaje de población negra que había en la Argentina del siglo XIX. "El libro surge como una sospecha sobre qué sucedió realmente con los negros. Sobre todo que no habían sido revisados argumentos que en el siglo XIX podrían pasar inadvertidos, pero en textos de historia actuales eran inadmisibles. Como por ejemplo que los negros, por su genética, no soportaban el clima, o que eran proclives a las pestes", recuerda el escritor.

El trabajo le permitió redondear un paisaje diferente del enciclopédico: "La investigación de la Buenos Aires cotidiana es fascinante, porque es una ciudad que se está construyendo. Por ejemplo cómo hablaban, cuándo nace el vos rioplatense y por qué es tan difícil de rastrear. Por determinadas perlitas de mi investigación planteo la hipótesis de que a mediados del siglo XIX ya se hablaba de vos cuando había una relación de confianza, y en eso mucho tienen que ver también los negros".

- En la novela se le quita romanticismo a esa Buenos Aires colonial.

-Sí, eso me parecía interesante. Para trazar la historia de una Buenos Aires y una Argentina blanca y europea, además de limpiar la piel de sus hijos, se tenía que limpiar la sangre de lo que costó la Independencia. Para mí se plantea una Buenos Aires muy violenta, donde la participación militar es absolutamente central. Un poco se trata de despertar de ese sueño de la Buenos Aires blanca, europea y radiante, situándola de otra manera desde todo punto de vista. Y se va articulando una narración que generó tanta repercusión porque era una asignatura pendiente.

-En paralelo narra una historia en presente, con conexiones con el relato histórico. ¿Qué lo llevó a incluir a una trama que transcurre en el 2008?

-Quería construir esa sensación, esa idea de asignatura pendiente, en los personajes. Diana hereda una casa y entra allí con cierta liviandad, como desarrolló hasta entonces su vida y como se cuenta la historia oficial. Pero en el fondo de la casa, bien escondidos, descubre indicios que van a disparar, primero, la premisa que la motiva toda la novela, vinculada con lo mucho que desconoce. Después, los hechos puntuales con los que se va a articular la investigación: los textos que descubre en el piso, y la evidencia de que había esclavos en la casa. Me pareció interesante esa figura, porque ella tiene necesariamente alguna vinculación familiar, entonces la asignatura pendiente deja de ser solamente antropológica, sociológica, y pasa a ser íntima.

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