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Viernes, 17 de junio de 2011

CULTURA / ESPECTáCULOS › EL KUELGUE PRESENTARá EN BERLíN SU DISCO DEBUT, BEATRIZ

Música que le escapa al chiste

Surgida en Villa Crespo, la banda combina bossa nova, ritmos rioplatenses, rock, funk y jazz con total solvencia, en composiciones donde además brillan la construcción humorística y el absurdo. Mañana actuarán en Rosario por primera vez.

 Por Edgardo Pérez Castillo

En las creaciones de El Kuelgue, letras o melodías de bandas como Sumo y Fun People --sugeridas o explícitas--, se mezclan con citas a standards de jazz y segmentos de pura explosión funk. Pero, sobre todas las cosas, con la contagiosa rítmica rioplatense, con la encantadora cadencia del bossa, con arreglos que brillan tanto como el humor que atraviesa cada una de sus obras. Es, entonces, un proyecto curioso el de El Kuelgue, sexteto de sólidos músicos que con total seriedad le dan forma a canciones cargadas de comedia. Mañana, a las 23, la banda actuará por primera vez en Rosario, en un show que servirá como presentación de Beatriz, su destacado disco debut.

Según los escritos, el título persigue un fin claro: devolverle al rock argentino una Venus, luego de la suerte corrida por Marta (aquella número uno), Peperina (quien, dicen, ahora regentea un local naturista) y Raquel, ya con los muchachos. "Eso surgió en la gacetilla de presentación del disco, que armó nuestro productor, donde hizo una especie de chiste. Fue una luz que tuvo en el momento él, pero el nombre salió del mismo delirio del que salen todas las cosas, con poca pretensión y ninguna intención de ser nada específico", devela Santiago Martínez, cantante y tecladista de la banda que completan Julián Kartun en voz, Nicolás Morone en guitarra, Juan Mojoli en bajo, Ignacio

Martínez en batería y flauta traversa, y Pablo Vidal en saxo.

La falta de pretensiones fue la que marcó también el nacimiento del proyecto, según recuerda Martínez: "Empezamos a tocar juntos a los 17 años, posterior a haber tenido todos la bandita de heavy metal que hay que tener a los 15. Empezamos sin ninguna idea de tener nada, somos todos amigos del secundario más mi hermano, que se sumó después. Se trataba de intoxicarse con cosas lindas y a improvisar. Ahí empezaron a salir de golpe letras que se repetían. Siempre nos gustó el humor absurdo, Les Luthiers, Cha Cha Cha, Leo Maslíah, entonces buscábamos las líricas por ese lado. Y funcionó, aunque nunca hubo ninguna pretensión, hasta que un día decidimos ponerle pilas. Fue una cosa muy natural".

Aunque a diferencia de las cientos de bandas cuyo surgimiento encuentra puntos de contacto con esta historia (para luego desaparecer entre paredes de sala de ensayo), la propuesta de El Kuelgue sobrevivió gracias a obras construidas con prolijidad y diversidad musical, y un humor que lo atraviesa todo. Para el cantante y tecladista, algunas claves están dadas por la cantidad de años compartidos y por el caudal de información en común: "Todos escuchamos mucha música y en algún punto somos pretenciosos de querer sonar lo más parecido posible a nuestros ídolos. Pero también tiene que ver con ser amigos de toda la vida, porque hace 13 años que tocamos juntos, entonces nos miramos y sabemos qué va a hacer el otro. Es instantáneo".

En relación a la faceta lírica, el grupo trabaja el costado humorístico sin apostar al facilismo. "Nos estamos alejando un poco del chiste. En los primeros dos o tres años de la banda, había muchos temas que ahora ya no tocamos, temas tontos que decidimos dejar de lado. Hay que escaparle al chiste, y sí hacer algo absurdo, que a alguno le puede parecer bizarro, a otro le puede llegar al alma, pero es una cosa más vaga. Después cuando Julián hace alguna intervención entre los temas sí es una cosa más de stand up, de comedia", explica Martínez, y concluye: "En general pasa mucho con las bandas que están haciendo música con humor que van mucho al chiste, al efecto, y eso en mi caso lo veo más cerca de Midachi que de algo que me haga laburar el coco. Está en las prioridades de cada uno, pero en nuestro caso además la música está a la misma altura, o más, que el humor".

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"Somos pretenciosos de querer sonar lo más parecido posible a nuestros ídolos", dice Martínez.
 
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