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Lunes, 26 de junio de 2006

CULTURA / ESPECTáCULOS › RELATO DE RELACIONES TERAPÉUTICAS Y FAMILIARES

El diván, del dicho al hecho

 Por Leandro Arteaga

SECRETOS DE DIVAN 7 puntos

(Prime)

EEUU, 2005

Dirección y guión: Ben Younger.

Fotografía: William Rexer.

Música: Ryan Shore.

Montaje: Kristina Boden.

Intérpretes: Meryl Streep, Uma Thurman, Bryan Greenberg, Jon Abrahams, Adriana Biasi, Naomi Aborn, John Rothman.

Duración: 105 minutos.

Desde la relación íntima que permite la terapia psicológica, Rafi (Uma Thurman) confiesa sus problemas de pareja, más el escándalo que le genera su nuevo pretendiente, un joven de 23 años. La diferencia de edad es minimizada por la psicóloga (Meryl Streep), quien alienta la nueva aventura de su paciente hasta que, conocidos ciertos detalles, corrobora que el joven en cuestión no es otro más que David, su propio hijo.

Desde esta premisa, Secretos de diván construye un relato entretenido, con situaciones ingeniosas (como los diálogos entre Streep y Thurman, muchos de ellos impecables), y sin perder de vista las diferencias que entre los personajes persisten.

Son esas diferencias, justamente, las que dan interés al film, puesto que es allí en donde se producen los verdaderos roces y problemas.

Tal vez algunas situaciones se vuelvan, por momentos, triviales, tal como la que supone el comportamiento aniñado o "inmaduro" de David (Bryan Greenberg), pero también habrá que tener en cuenta que el cine psicoanalítico norteamericano no ha dejado de resultar, por lo general, esquemático y estereotipado. (El capítulo de Eros, dirigido por Steven Soderbergh, es un claro ejemplo reciente).

De todos modos, Secretos de diván sabe esquivar mejor estos problemas y detenerse, por ejemplo, en la dualidad de carácter de la psicóloga, cuya religión judía la vuelve tradicionalista hacia su familia, mientras sostiene un discurso liberal de cara a sus pacientes.

David, mientras tanto, no sólo se debate afectivamente ante su nueva relación, sino que oculta sus cuadros y pinturas, su verdadera vocación, de un modo casi vergonzoso o pecaminoso. Con Rafi la pasión sexual y artística serán ciertas, de una vez por todas, aún cuando -y aquí es donde el film deja ver su costado "normativo"- sea el dinero el que habilite al arte como tal y el que permita, justamente, el permiso familiar.

Por parte de Rafi, es el deseo de ser madre el que la persigue y conflictúa. Desde esos lugares, vitales para cada uno ellos, el film encontrará su resolución y, también, el lugar para sus interrogantes.

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