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Sábado, 15 de noviembre de 2014

CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. ENTREVISTA A FERNANDO CABRERA, QUE PRESENTA VIVA LA PATRIA

Certezas de un gran creador

El notable compositor uruguayo llegará hoy a Plataforma Lavardén para recorrer en soledad su último disco, material que se suma a un repertorio profundo y rico, ése que lo convierte en el cantautor más personal del Río de la Plata.

 Por Edgardo Pérez Castillo

Siete años atrás, Fernando Cabrera llegaba por primera vez a Rosario para presentar Bardo, su décimo disco solista, y apenas el segundo en ser editado en Argentina. Desde entonces, las visitas del genial compositor uruguayo se reiteraron en Argentina, invitando cada vez a bucear en su enorme obra, lo suficientemente profunda como para seguir sorprendiendo ante cada escucha. Una hondura cuya clave está, sin embargo, en la simplicidad. "A mi modo de ver hay que ser simple y hondo, ahí está la clave de la canción", confiaba Cabrera, allá por 2007, a Rosario/12. Siete años más tarde, y de cara a una nueva visita a la ciudad, el músico reconoce con calma: "Sigo pensando éso".

- Ser simple y hondo en una canción es una tarea más bien compleja...

- Para mí particularmente ha sido lo más difícil. En mi juventud me inicié con ejemplos musicales y paradigmas que eran todo lo contrario. Pensaba que había que ser complejo, que había que buscar la rareza (tanto en la música como en la letra), desmarcarte de lo demás por el lado de lo extraño. Tenía esa manera de pensar, que de algún modo era una forma de ver las cosas propia de la época, de los años 60, cuando era niño y adolescente. Pasaba no sólo en la música, sino también en el cine, en la plástica, en el teatro, en la poesía, donde todo tenía que ser renovador, vanguardista, innovador. Estaba Frank Zappa, la bossa nova, todo era armónicamente recargado, hacíamos acordes complejísimos, con letras medio herméticas. De algún modo eso se formateó en mi cabeza y en mis comienzos yo era un poco así, pensaba que ser simple no tenía valor. Tardé mucho lamentablemente, perdí muchos años de mi vida, en comprender el valor de la simpleza, de la comunicación más directa. Mayor aún fue la torpeza de mi parte por cuanto en mi país hay muchos ejemplos de éso en los cuales me podría haber fijado. En la canción uruguaya, en la generación anterior a la mía, tenemos casos como Rubén Lena o Víctor Lima (autores de todo el repertorio de Los Olimareños), casos como Dino (Gastón Ciarlo), El Sabalero (José Carbajal), casos como Rubén Rada. Gente que trabajó con materiales sencillos, directos, y no por éso, como equivocadamente pensaba, menos importantes o valiosos. A mí me llevó como treinta años comprender éso, pero desde hace bastante tiempo estoy en un camino de pasar la escoba, de aligerar, de sacar cosas. De ser un poco más directo, tanto en la letra como en la música, porque comprendí que se llega igual a las más profundas emociones, a tocarle el fondo del alma a alguien, con una sola nota o una sola palabra, si están bien puestas, bien colocadas. Lo que me interesa con mis canciones es emocionar. Conseguir que la persona que me está escuchando sienta algo, tenga una pequeña conmoción. Si se puede hablar de un propósito en lo que hago es ése.

Con su característica serenidad, su voz única, Cabrera cuenta y canta a Uruguay sin pintoresquismo for export. Versátil catalizador de la tradición musical rural y urbana sudamericanas, pero también de los cancionistas clave del rock internacional, Cabrera hace música esencialmente uruguaya sin echar mano a clishé alguno. Fenando Cabrera es, al fin y al cabo, el más personal de los cantautores rioplatenses, y así lo confirma Viva la patria, el disco que esta noche a las 21.30 presentará en Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza), solo con su guitarra.

Una soledad que es también característica ("Calculo que el 80 por ciento de mis presentaciones en toda mi vida han sido solo con mi guitarra", confía), y que le dará nuevos matices a algunas de las obras de Viva la patria, ésas que compuso con su banda en mente. "Es muy lindo tener que adaptarte a otras maneras de interpretación tanto vocal como expresiva --reconoce--. Y también cómo armás con la guitarra cosas que fueron pensadas para otro formato e instrumentos. Pero adoro tocar la guitarra, toco desde los 6 años. Y me gustan mucho ciertas resoluciones que he encontrado en el instrumento para acompañarme. Sé que por ahí estoy haciendo, modestamente, un pequeño camino, he desarrollado una manera de tocar la guitarra y de acompañarme, que no es igual a la de todo el mundo. Ni mejor ni peor, pero no es igual. Y lo disfruto mucho, me siento muy cómodo, me permite una expresividad mayor, matices, altibajos, un manejo absoluto del tempo, la dinámica. Es una cosa que disfruto mucho".

- Después de treinta años de camino como solista, es posible ver que el cuerpo de tu obra tiene un reconocimiento sólido. Allí encuadra esto que mencionás, el haber alcanzado una voz y una manera de tocar la guitarra que resultan personales. Que, probablemente, es lo más difícil de conseguir para un artista.

- Creo que sí... pero no sé cuánto hay de voluntario en ésto, de habérselo propuesto, y cuánto también del azar de la vida, de cómo se van dando las cosas, lo que heredaste, las influencias. A veces uno desarrolla características personales a partir de limitaciones. No importa lo que uno haga, a veces uno sabe darle la vuelta a una limitación y eso se convierte en un rasgo original. Hay mucho de azar en todo esto. Y también mucho de experiencia, de oficio, de ver a otros. Francamente en este momento de mi vida me siento muy cómodo. Es cierto, en los últimos años han llegado una cantidad de reconocimientos, y en mayor cantidad que en mis comienzos. Bienvenidos sean también, porque me afirman mucho, me dan mucha confianza. Es muy bienvenido que lleguen a cierta altura de la vida, porque yo no soy un chiquilín, ¿no?, no soy un principiante. Entonces me refuerza, redobla las ganas y alegría de hacer esto.

- Años atrás, con motivo de la presentación de Bardo hablábamos del crecimiento de una escena cancionística y planteabas que la incógnita era saber si esos jóvenes que encontraban en la canción un medio para expresarse podrían filtrarse en el mercado. La pregunta posible sería si el mercado le ha dado cabida a la canción, aunque... ¿qué es hoy el mercado de la música?

- Es algo que ha cambiado mucho y que para mí no digo que sea un misterio, pero sí una cosa difícil de saber bien por dónde va. Tampoco creo que tengamos que preocuparnos mucho por cómo son las reglas o cómo se va barajando el mercado. Lo importante es hacer la canción, no ponernos muy dependientes del mercado. Usarlo sí dentro de la medida que podamos, porque a veces el mercado nos usa a nosotros y a veces no lo podemos usar ni nos usa, porque estamos fuera. Hay que hacer las cosas lo mejor posible. Y no esperar nada, no pedirle a la música. Lo que tenemos que hacer es darle a la música y si algo retorna, bienvenido sea. Si no tuviera la suerte de subirme a un teatro, de grabar un disco, igual cantaría las canciones en la casa de mis amigos, en los asados, en los campamentos. Porque mi vínculo con la música está más allá del profesionalismo, es un vínculo espiritual. Tuve la suerte, si querés llamarle así, que logré insertarme en el profesionalismo, pero cuando tenía 13, 15 o 17 años no soñaba en ser músico profesional, pero el amor que tenía por la música es el mismo que tengo ahora. Y todo aquel que paga una entrada para ver un espectáculo, que va a bailar a un boliche un sábado o pone un disco en su casa, también está manifestando el mismo amor que siento yo por la música, sólo que ubicado en otro lugar de la sociedad.

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Fernando Cabrera actuará en soledad en Plataforma Lavardén
 
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