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Viernes, 19 de febrero de 2016

CULTURA / ESPECTáCULOS › HISTORIETA. NUEVO NúMERO DE LA REVISTA ROSARINA TéRMINUS

Un proyecto sobresaliente

Los diez números de la publicación la sitúan como lo que es: la mejor antología de historietas multinacionales. Sus responsables dialogaron con Rosario/12 sobre lo que hacen, entre robots con conciencia y tecnología para los sueños.

 Por Leandro Arteaga

Diez números para la revista de historietas Términus, con talento suficiente como para situarse de manera sobresaliente en el panorama. Editada por Bruno Chiroleu y Gastón Flores (jefe de Redacción), la antología rosarina de historietas "multinacionales" ﷓-con participaciones de todo el país, más españoles, uruguayos, chilenos﷓- ofrece un ejemplar redondo, de calidad.

"El trabajo es algo que se nos hizo costumbre, pero al mismo tiempo nos sorprendemos cuando vemos la cantidad de números que estamos tirando, al asistir a las convenciones, y por la cantidad de gente que se suma al Facebook y pregunta dónde conseguir el número nuevo", comenta Flores a Rosario/12.

Términus inició su camino con fecha de portada "octubre 2012". La respuesta conseguida se explica, por ejemplo, en la tercera impresión que tendrán que hacer de los números 2 y 3. Los números 8 y 9, por otra parte, están prácticamente agotados, y salieron el año pasado. En este derrotero, lo que se observa es un parecer editor que acompaña a la revista de manera ascendente. Entre aquel primer número y el presente, se constata una consistencia que crece, con artistas de nivel, dando cuerpo a una publicación que supo cómo encontrar su equilibrio, a la par de una experiencia de tres años incansables.

Entre los logros a destacar, el número 10 trae la finalización de la serie Blas, del propio Chiroleu. Al menos, desde un primer arco argumental. "Como casi todas las cosas, se comienza por algo que está disociado de la misma historia --cuenta el editor y dibujante--. Había que poner una serie, pero no teníamos ninguna y ya había tres números afuera. No sé si ahora tomaría la misma decisión, pero en ese momento era el único que podía comprometerse a estar en todos los números; así que me tuve que sentar, agarrar un concepto y empezar a darle vueltas", agrega.

Blas indaga en el inconsciente, las culpas, los sueños. Hay tecnología cercana, usos y abusos. El ritmo del relato es extraño y toca de refilón a la ciencia ficción. Al respecto, Chiroleu dice que "me encanta ver tecnología futurista en historietas, películas, juegos; pero no es lo que me gusta dibujar". Pero que por esas cosas inexplicables -﷓y que bien podrían dar cuenta sintomática del argumento de Blas-﷓, "me propuse hacer un guión de ciencia ficción, pero sin la necesidad de dibujar autos voladores".

El devenir de Blas es enrevesado, su relectura es algo que este capítulo final permite practicar. "En general, tengo dificultad para concebir historias simples, se me complica, es que las historias del 'chico quiere chica' no me salen por algún motivo. Traté de ir por el lado de lo que interesaba, a partir de los vericuetos de la mente y del vuelo que puede tener si no se le pone ningún freno. Quise trabajar con el tema de la culpa y sobre cómo se podría resolver, a través de la posibilidad de darle de elegir a la víctima, como una vía para limpiar la culpa del victimario".

La irrupción de la tecnología, Chiroleu la explica del modo siguiente: "En medio de todo esto, leo que los japoneses inventan una máquina con la cual visualizar los sueños y a la vez influirlos. Es algo que está en una fase inicial, pero la pensé dentro de veinte años, como una tecnología con la que se pudiera llegar a ver qué es lo que pasa en la cabeza de la persona, indistintamente de lo que esa persona te cuenta o narra, y en base a eso poder armar una especie de juicio o de instancias de confrontación, tal como sucede en los distintos capítulos".

Por parte de Gastón Flores, su colaboración con el dibujante mendocino Sergio Tarquini enhebra en Por un compañero una historia de ciencia ficción, "sobre ciertas cuestiones robóticas que toman conciencia". Versado en varios géneros narrativos, docente también de su especialidad en librerías de la ciudad, Flores dice "que era un guión que quería particularmente sacar adelante, y Sergio más de una vez nos ha salvado las papas con su calidad y la disponibilidad y garra que le pone a lo que hace. Es la tercera vez que participamos juntos, con distintas temáticas".

Entre las novedades de este décimo número, hay serie que inicia de la mejor manera: Mala época cuenta con guión de Rodolfo Santullo y dibujos de Damián Couceiro. Es la primera vez que ambos coinciden, y según Chiroleu "han pegado buena onda". "Habiendo visto el guión, antes de ser ilustrado, me gusta muchísimo la interpretación que hizo Damián de los personajes y la narrativa. Le agarró el gustito a la Términus, al principio tal vez tenía miedo de tener que dibujar al margen de la cantidad de páginas que tiene que hacer para su trabajo".

"Le tomó el gusto y el ritmo --agrega Flores--. Sabiendo de las exigencias de su trabajo, encontró la vuelta para dibujar y laburar bien, y para tener tiempo de hacer otras cosas, algo que no muchos dibujantes logran". Lo que dicen Flores y Chiroleu apunta a la tarea mensual que Couceiro cumple con la editorial norteamericana BOOM!, donde ha desarrollado historias para las franquicias Planet of the apes y Sons of anarchy. Su tarea es brillante, y es Términus la única posibilidad de conocer su talento. Tal como dice el editor: "Acá se da algunos gustos como meter los grises con aguada, cosas que no puede hacer usualmente, al trabajar en blanco y negro puro. Y queda brillante".

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Una de las páginas de Por un compañero, de Tarquini y Flores.
 
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