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Jueves, 25 de agosto de 2016

CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. VUELVE A LA PANTALLA ARRáSTRAME AL INFIERNO, DE SAM RAIMI

Películas que destilan sangre

La programación del ciclo Maestros del
Terror incluirá a esta joya sanguinolenta
y divertidísima del consagrado director.

 Por Leandro Arteaga

De alguna manera, Crack Bang Boom continúa su pirotecnia junto a Cine El Cairo, a través de la organización del ciclo Maestros del Terror. Todos los jueves, a las 22.30. Atención: la entrada, sólo 20 pesos. La sala queda colmada. Palabra. Y continúa en septiembre.

En el marco de Maestros del Terror ya se han visto La cosa del pantano, 30 días de noche, Hellraiser. Hoy toca el turno de Arrástrame al infierno, la joya sanguinolenta y divertidísima que Sam Raimi filmara en 2009. Se trata de un Raimi en estado puro, con el gore a la altura de esa vara de referencia que supone su trilogía de culto: Diabólico, Noche alucinante y El ejército de las tinieblas.

Sam Raimi es uno de los cineastas mejores de una ya no tan nueva generación de Hollywood, que incluye a Guillermo del Toro, Tim Burton, Peter Jackson y los hermanos Joel y Ethan Coen: estos últimos participaron del guión de La fiesta del crimen, de Raimi. Este, a su vez, del de El gran salto, de los Coen.

El mejor cine de Raimi deja entrever el gusto por el terror clase B, con fuertes dosis gore y sangre abundante. Posee la virtud de ser un narrador de claridad formal. Sus historias se respiran de manera clásica, sin histrionismo. Cuando sucede un desborde, lo hace desde el disfrute grotesco, no hay desmesura. Vale recordar su todavía reciente Oz: el poderoso, con James Franco.

Esto es así desde la bautismal Diabólico (Evil dead, 1981). Un film de poquísimo presupuesto, lleno de amor al cine. Una vibración que se nota en su filmografía posterior, algo que otros parecen perder o dejar palidecer. Un ejemplo es su trilogía Spiderman, con Tobey Maguire, en donde se percibe la puesta en escena de un cineasta consumado y su cariño por las historietas. Algo que no puede decirse de ninguna de las actuales entregas, ya en otras manos.

En este sentido, Arrástrame al infierno actualiza el gusto por el terror bonachón, de crítica mordaz --su protagonista femenina padece los avatares del mundo laboral y los mandatos de los cuerpos publicitarios--, con demonios que ríen maléficos, pura fiesta. Hay momentos asquerosos, con baba de vieja. Otros sublimes, con sangre a chorros, en plena vida de oficina. Es una película soberanamente valiosa, porque le recuerda al espectador que es éste el cine que al director le gusta. A no confundir. Los dólares no han cambiado las elecciones del viejo Sam.

Para quien lo dude, allí está la serie televisiva Ash vs Evid Dead, con la vuelta del antihéroe más grande del cine de terror, en la piel del inigualable Bruce Campbell. El primer episodio es de Raimi. Las dosis de hemoglobina son placer puro. Y ya hay prevista segunda temporada.

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Una de las escenas de Arrástrame al infierno, otra joya de Sam Raimi, maestro del terror
 
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