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Martes, 19 de diciembre de 2006

CULTURA / ESPECTáCULOS › MUESTRA DEL TALLER DE LA COMUNIDAD TOBA

La foto, como una mirada cercana

Hasta fin de año puede verse en el hall de la Secretaría de Cultura (Av. Aristóbulo del Valle y Callao) una muestra fotográfica del taller "Los Pumitas" del Centro Cultural Qadhuocte de la comunidad toba del barrio Empalme Graneros, donde también participa el taller del Centro Cultural Cine Lumière.

Llama la atención la frescura de esos primeros planos de rostros de niños, cada cual con un gesto que lo representa y acompaña su firme mirada. Son imágenes de buena calidad fotográfica pero completamente alejadas del studium etnográfico. Los pequeños fotógrafos y fotógrafas eligen la cara cercana, antes que el paisaje distante. Dejan casi fuera del encuadre los magros datos visuales de la vida precaria. Se concentran en registrar a ese otro que es uno de ellos mismos, y que al enfrentar la cámara despliega los gestos, la mirada y los emblemas que van constituyendo su identidad: uno hace como que amenaza con una gomera para cazar pajaritos; otro se achina los ojos con los dedos, jugando.

La comunidad toba de Empalme Graneros está conformada por familias pertenecientes al pueblo qom, provenientes de las provincias de Chaco y Formosa. De sus inquietudes surgió este año este taller: como una actividad fuera del horario escolar que cuide el presente y proyecte un futuro, que transmita saberes y que contribuya a la construcción de una sociedad pluralista. Son más de treinta chicos que toman fotografías de sus cumpleaños, de sus lugares, de sus amigos y de sus familiares para enviar al Chaco. También trabajan en torno a un eje temático: "Hermanos", con el que se editarán, conjuntamente con la Oficina de Derechos Humanos, 9000 postales de sus fotografías, para recaudar fondos para la compra de cámaras y material fotográfico.

"Todos los sábados, de 10 a 13, nos encontramos para recorrer, tomar imágenes del barrio y jugar", cuenta el coordinador del taller, el fotógrafo y poeta Federico Tinivella. Y agrega que los alumnos del taller de fotografía del Centro Cultural Cine Lumière participan en la actividad como fotógrafos, colaboradores y docentes. "Se trata de salirse del retrato como pieza exótica que el fotógrafo registra como coleccionista, lejos de sí mismo. Las imágenes que buscamos hablan del mundo que pueden contemplarse con ellas, pero también señalan al que nunca aparece en la toma: al fotógrafo," dice.

--¿Cómo lograron esas imágenes?

--Los chicos que concurren al taller tienen entre 8 y 12 años, por lo tanto era muy difícil dar una clase teórica, hablar de diafragmas, velocidades, medición de luz. Opté por salir a caminar con una cámara a lugares cercanos del barrio y atractivos para los chicos. La caminata era la excusa para sacar fotos, una cámara pocket iba circulando de mano en mano y ahí se daban las indicaciones. Las mismas estaban dirigidas a la ubicación del sujeto, el encuadre, el ángulo de toma. Ellos elegían sacarse fotos entre sí. Usamos película color, blanco y negro y diapositiva, conseguimos un rollo por sábado, 36 fotos que desaparecían rápidamente. El sábado siguiente volvía con las fotos papel y se las entregaba a aquellos que fueron fotografiados, me quedaba con cinco o seis para ir armando la muestra de fin de año. Algunos fueron armando su propio álbum de fotos con esos registros.

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