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Lunes, 9 de abril de 2007

CULTURA / ESPECTáCULOS › PARIS JE T`AIME, LOS CONFLICTOS HUMANOS EN LA MITICA CIUDAD

París visto por 18 realizadores

Un notable film que permite descubrir en cada movimiento el inicio de una historia y los espacios íntimos de la cotidianeidad.

 Por Emilio Bellon

Si bien las primeras imágenes del film acusan la forma de una tarjeta postal, de un París captado en distintas horas del día, reconocible en algunos de sus lugares, esta obra colectiva que se filmó entre julio y noviembre del 2005, no ofrece en ninguno de sus tramos ninguna mirada de acercamiento turístico, ningún recorrido que intente funcionar como muestrario, a pesar de que cada una de sus dieciocho historias transcurra en un barrio distinguido.

Tal vez porque la expresión Je t`aime ya tiene circulación internacional, es que afortunadamente los distribuidores han decidido mantenerla a la hora del estreno. Igualmente decir Je t`aime inspira por asociación convocar el nombre de la misma ciudad de París y por extensión a la vecina ciudad de Roma, escenarios ambos de tantas historias de almas solitarias y de seres en busca de un encuentro de amor.

Acercarse a París, Je t`aime es tener un caleidoscopio en la mano y descubrir en cada nuevo movimiento el inicio de una nueva historia, fugaz, trascendente. Es asomarse a situaciones cotidianas cuyos protagonistas pueblan espacios de distintos ámbitos sociales, de diferentes culturales, con credos que no siempre tienen un punto de contacto, con elecciones sexuales que definen ámbitos propios de cada identidad, con nombres que despiertan situaciones azarosas, con imaginerías sorpresivas y humor.

Son dieciocho historias que a veces alcanzan los cinco minutos y que se ven como extensiones de una caprichosa travesía que se va descubriendo desde los espacios íntimos de una cotidianeidad que espera ser nombrada. El film abre en Montmatre ante la pregunta de un hombre de por qué no puede hallar un verdadero, su verdadero amor. De pronto, aquí bajo la dirección de Bruno Podalydes, actor también, algo distinto acontece. Orillamos por el Quais de Seine donde un joven adolescente ve pasar, estando junto a sus amigos, a una chica árabe. Será cuestión de evitar ciertas bromas, y por qué no ﷓según indicaciones de la realizadora Gurin der Chadba﷓ seguirla.

En Le Marais alguien hace partícipe a otro de su reciente atracción, allí en su taller, en esa imprenta, Gus Van Sant descubre una posibilidad de un encuentro gay entre dos jóvenes. Y en las Tullerías alguien olvida que no se debe mirar fijamente a los ojos, a nadie, si uno permanece algunos minutos, allí abajo, en el metro de París. Allí están las imágenes de la Gioconda, compradas esa mañana en el Louvre para confirmarlo y aquí están los hermanos Coen para no desmentirlo.

Entre episodio y episodio, que son como recortes, que valorizan al cortometraje, escenarios de distintos lugares de París, de esos ámbitos en los cuales transcurren los próximos episodios. En Loin du 16eme una joven madre, inmigrante se dirige a su trabajo tras haberle cantado a su bebé.

Reconozco que ya no puedo tener presente el itinerario que el film plantea. Pero en tal caso lo mejor que puede ocurrir es perdernos en esta ciudad. Y sí, ahora, despertar junto a la Torre Eiffel en esta historia de Sylwain Chomet narrada por un niño de grandes anteojos, de padres mimos que goza de una envolvente poesía y de un coreográfico lirismo que se mueve entre la ductilidad del gesto y la incomprensión del mundo de los adultos. Y en tanto de juegos hablamos ahora otros adultos, en Porte de Choisy entablarán un alocado intercambio de acciones, él un viajante y ella un peluquera china, en un escenario de modelos y anuncios publicitarios, de colorido kitsh posmoderno.

Una historia nocturna de vampirismo, con Elijah Wood dirigida por Vicenzo Natali transcurre en el Quartier de la Made leine, con ciertos guiños al cine de géneros y a una surreal historia de amor, mientras en Pere Lachaise, el director de los films de horror, Wes Craven, vuelve presencia el fantasma de Oscar Wilde para que un aburrido novio redescubra el amor por su pareja en el interior de un cementerio.

En Place des Fetes el director Oliver Schmitz abre las grietas de una historia herida por el racismo, entre un cuidador de un garaje y una joven doctora, negros los dos, expuestos a una situación de temblorosa indiferencia. Y el dolor expresado como ausencia, ante la pérdida, lo experimenta una madre ante su hijo, en el rol que asume Juliette Binoche quien vivirá un instante diferente, junto a él, ante la llegada de un singular y mítico personaje. Episodio que transcurre en Place des Victoires con la actuación de Willem Dafoe y la dirección de Suwa.

Fanny Ardant y Bob Hoskins, actores, comediantes, reviven aquellos, sus encuentros y buscan un nuevo libreto para su particular historia de amor en Pigalle y Natalie Portman en Farborug Saint Denis abrirá los caminos del reencuentro en su joven novio ciego. Y Olivier Assayas presenta a una actriz que está filmando un film de época y espera a su expendedor de drogas marcando un vínculo inusual, en el Quartier des Enfants Rouges.

En el Par Monceau, Alfonso Cuaron nos hace seguir, en un único plano secuencia, a un hombre ya mayor, Nick Nolte, junto a Ludivine Segnier hasta arribar a un feliz sorpresivo encuentro.

Depardieu dirigió a Gena Rowlands y Gazzara en el Quartier Latin en una historia de rivalidades y celos, con sello a los John Cassavetes, con brindis posterior de ventana a ventana, y en la Bastille, Isabel Coixet ubica una frágil historia de sentimientos amorosos entre un hombre, que en el momento en que intenta dejar a su mujer, descubre una lacerante verdad.

Deja para el final esta declaración de amor hacia la ciudad de París, que interpreta la turista norteamericana Margo Martindale bajo la dirección de Alexander Payne (Entre copas) hacia esta ciudad que se va redescubriendo.

Si bien las primeras imágenes del film acusan la forma de una tarjeta postal, de un París captado en distintas horas del día, reconocible en algunos de sus lugares, esta obra colectiva que se filmó entre julio y noviembre del 2005, no ofrece en ninguno de sus tramos ninguna mirada de acercamiento turístico, ningún recorrido que intente funcionar como muestrario, a pesar de que cada una de sus dieciocho historias transcurra en un barrio distinguido.

Tal vez porque la expresión Je t`aime ya tiene circulación internacional, es que afortunadamente los distribuidores han decidido mantenerla a la hora del estreno. Igualmente decir Je t`aime inspira por asociación convocar el nombre de la misma ciudad de París y por extensión a la vecina ciudad de Roma, escenarios ambos de tantas historias de almas solitarias y de seres en busca de un encuentro de amor.

Acercarse a París, Je t`aime es tener un caleidoscopio en la mano y descubrir en cada nuevo movimiento el inicio de una nueva historia, fugaz, trascendente. Es asomarse a situaciones cotidianas cuyos protagonistas pueblan espacios de distintos ámbitos sociales, de diferentes culturales, con credos que no siempre tienen un punto de contacto, con elecciones sexuales que definen ámbitos propios de cada identidad, con nombres que despiertan situaciones azarosas, con imaginerías sorpresivas y humor.

Son dieciocho historias que a veces alcanzan los cinco minutos y que se ven como extensiones de una caprichosa travesía que se va descubriendo desde los espacios íntimos de una cotidianeidad que espera ser nombrada. El film abre en Montmatre ante la pregunta de un hombre de por qué no puede hallar un verdadero, su verdadero amor. De pronto, aquí bajo la dirección de Bruno Podalydes, actor también, algo distinto acontece. Orillamos por el Quais de Seine donde un joven adolescente ve pasar, estando junto a sus amigos, a una chica árabe. Será cuestión de evitar ciertas bromas, y por qué no ﷓según indicaciones de la realizadora Gurin der Chadba﷓ seguirla.

En Le Marais alguien hace partícipe a otro de su reciente atracción, allí en su taller, en esa imprenta, Gus Van Sant descubre una posibilidad de un encuentro gay entre dos jóvenes. Y en las Tullerías alguien olvida que no se debe mirar fijamente a los ojos, a nadie, si uno permanece algunos minutos, allí abajo, en el metro de París. Allí están las imágenes de la Gioconda, compradas esa mañana en el Louvre para confirmarlo y aquí están los hermanos Coen para no desmentirlo.

Entre episodio y episodio, que son como recortes, que valorizan al cortometraje, escenarios de distintos lugares de París, de esos ámbitos en los cuales transcurren los próximos episodios. En Loin du 16eme una joven madre, inmigrante se dirige a su trabajo tras haberle cantado a su bebé.

Reconozco que ya no puedo tener presente el itinerario que el film plantea. Pero en tal caso lo mejor que puede ocurrir es perdernos en esta ciudad. Y sí, ahora, despertar junto a la Torre Eiffel en esta historia de Sylwain Chomet narrada por un niño de grandes anteojos, de padres mimos que goza de una envolvente poesía y de un coreográfico lirismo que se mueve entre la ductilidad del gesto y la incomprensión del mundo de los adultos. Y en tanto de juegos hablamos ahora otros adultos, en Porte de Choisy entablarán un alocado intercambio de acciones, él un viajante y ella un peluquera china, en un escenario de modelos y anuncios publicitarios, de colorido kitsh posmoderno.

Una historia nocturna de vampirismo, con Elijah Wood dirigida por Vicenzo Natali transcurre en el Quartier de la Made leine, con ciertos guiños al cine de géneros y a una surreal historia de amor, mientras en Pere Lachaise, el director de los films de horror, Wes Craven, vuelve presencia el fantasma de Oscar Wilde para que un aburrido novio redescubra el amor por su pareja en el interior de un cementerio.

En Place des Fetes el director Oliver Schmitz abre las grietas de una historia herida por el racismo, entre un cuidador de un garaje y una joven doctora, negros los dos, expuestos a una situación de temblorosa indiferencia. Y el dolor expresado como ausencia, ante la pérdida, lo experimenta una madre ante su hijo, en el rol que asume Juliette Binoche quien vivirá un instante diferente, junto a él, ante la llegada de un singular y mítico personaje. Episodio que transcurre en Place des Victoires con la actuación de Willem Dafoe y la dirección de Suwa.

Fanny Ardant y Bob Hoskins, actores, comediantes, reviven aquellos, sus encuentros y buscan un nuevo libreto para su particular historia de amor en Pigalle y Natalie Portman en Farborug Saint Denis abrirá los caminos del reencuentro en su joven novio ciego. Y Olivier Assayas presenta a una actriz que está filmando un film de época y espera a su expendedor de drogas marcando un vínculo inusual, en el Quartier des Enfants Rouges.

En el Par Monceau, Alfonso Cuaron nos hace seguir, en un único plano secuencia, a un hombre ya mayor, Nick Nolte, junto a Ludivine Segnier hasta arribar a un feliz sorpresivo encuentro.

Depardieu dirigió a Gena Rowlands y Gazzara en el Quartier Latin en una historia de rivalidades y celos, con sello a los John Cassavetes, con brindis posterior de ventana a ventana, y en la Bastille, Isabel Coixet ubica una frágil historia de sentimientos amorosos entre un hombre, que en el momento en que intenta dejar a su mujer, descubre una lacerante verdad.

Deja para el final esta declaración de amor hacia la ciudad de París, que interpreta la turista norteamericana Margo Martindale bajo la dirección de Alexander Payne (Entre copas) hacia esta ciudad que se va redescubriendo.

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Entre episodio y episodio, escenarios únicos de distintos lugares de la capital francesa. Retratan distintos ámbitos sociales, culturas y credos que no siempre tienen contacto.
 
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